Treintaicinco inviernos asistidos no tan amablemente. Bebedor y catador de las peores costumbres de la humanidad. Amante y asesino de cada costilla de Adán y del polvo hecho forma, en curvas definidas, en pechos dos. Porque soy algo más que a tu cuerpo excede y tu mente no entiende, un poco de aquí, un poco de allá. Un vino tinto de casa, mal guardado y agrio, un dulce de Dodó, quemado y envenenado. Soy solamente un gato, pero soy el peor que jamás se haya inventado.