viernes, 7 de julio de 2023

Más loco que un Marciano



Y si la vida solo se resumiera en que existe otra después... Me gustaría estar del lado de los buenos, 

por más que me haya divertido allá abajo con esos GRANDES amigos. 

Mondragón de Sal y Rosas.



Los daños eternos.

Justifiqué tu rumbo recto
muchacha blanca de la plata y de los hilos del oro

haz de este pobre estropajo un hombre menos derrotado, porque hasta yo tengo ese derecho, de sentirme un muerto aún escuchando los latidos de este sujeto raro que habita en mi pecho, se parece a otro que no soy yo, quizá es la sombra de algo que pudo ser, qué sé yo, todas me dejaron alguna vez, por  mal amante, por imbécil, claro, por canalla y malvado, por ser un hijo de puta pues.

Los hilos del oro y su alma de plata recorren mis venas, jugando con mi sangre como mariposas de algodón de azúcar, todo eso dentro de la vena que va hasta este sujeto raro que duerme y se queda en mi pecho, sí, a veces se transforma en un pequeño colibrí, rarezas de la naturaleza o qué sé yo, todas me dejaron alguna vez, otras se murieron, y si se matasen, qué más da, yo seguiré porque tengo que hacerlo de esta manera, soy un hombre, un maldito hombre, con horrores y errores. ¡Maldita sea! ¿Por qué me exigen demasiado? Ni la dama de la blancura y la perfección lo hacía tanto... Ella solo quería una cosa; devoción.

Suéltame

Expulsa mi alma de tus manos de huesos profundos y oscuros

oh dama de la guillotina




corta hasta el último retal de piel de mi cuello débil...



Oh dulce dama hermosa y perfecta como la heroína, o el azúcar de tus pezones marrones. 

Muchacha trigueña, no sabes cuánto te he llegado a amar...

Sí.


Te amo ahora, más que nunca, solo a ti...



La batalla del fin del mundo.

No sé en qué momento empiece, o se termine, solo sé que no debemos de perderla.

M. de S y R.


Sustancias pasajeras, amistades pasajeras, princesas pasajeras, 

oh dulce lengua de la heroína y la cocaína

aférrate a mi baba 

introduce tu veneno tan en mí

hasta no dejarme salir.



Pero salgo

no sé como

pero lo hago

y me esfumo

y me escapo

y corro

y me detengo

y me caigo

y vuelvo a levantarme y vuelvo a correr

y me hundo aún más.

Oh asqueroso sufrimiento que inventó el maldito hombre para sufrir por sí mismo todo lo que se puede sufrir. Hasta destruirnos. 



Oh dulce baba de la heroína

como azúcares se adentran por mis costados

inundan mis flancos

mierda...

MIERDA...

todo es tan sublime...

entonces enciendo una pipa de Juana Mari

estoy solo

nadie se acerca o parece asomarse

hay gatos y perros y aves y árboles y nostalgias y demonios y todo eso pues... que hay aquí.

Entonces me doy cuenta, y despierto, y despierto...


Mierda...

todo es tan sublime otra vez. 

Maldita resaca, maldita abstinencia de todo,

Y despierto, otra vez.


                                                                                                                                          Amén.

sábado, 18 de septiembre de 2021

Les lluces de la ciudá



"Estuve sentado en el mismo bar durante siete años, 
desde las seis de la tarde hasta las dos de la mañana
a veces no recordaba haber vuelto a mi habitación".

                                                    Charles Bukowski.






Los besos eternos.

Hay días
en los cuales apetecería mejor morir.
Como hoy por ejemplo,
que la vida estorba
que la vida es un gusano torpe
que no fecunda
que no hace mariposa.

Sé que más tarde me estarás comiendo el falo como una novia primeriza
y yo estaré derramando lo poco que queda de mí dentro de ti

como otro gusano que tampoco hace mariposa.

¿Por qué demonios sigues escribiendo?

Hay días como hoy, donde sería mejor que estuvieras muerta.


Tu boca.

¡Tu boca!

Oh frágil esperpento de la caricia rota
mientras mi falo saborea
toda esa lengua que es solo tu lengua
con su piel rara,
y esa concha
húmeda como la bondad
como la bondad que se quema.

He visto estrías en tu piel
como marcas de un amor malo que nunca se borra,
y son dulces amargos
como el mundo todo, todo dentro de tus bocas.


Las iglesias moribundas.

Miré sus cuerpos, 
todos sin excepción, junto a esas habitaciones sucias y malolientes,
en esos lugares de mierda 
                                         todos 
                          siempre alejados del bullicio de la gente y sus vergüenzas y sus temores y sus miserias,

y algunas muchachas no eran tan feas.

El Strange fruit de B. Holiday llega a mi mente en este momento que escribo este intento de cuento.


Morenas con bragas pequeñas, otras sin ellas
negras de piel hermosa con interiores rojos 
¡Oh qué maravillosa combinación!
Algunas depiladas, otras con mucho bello
delgadas o robustas o gordas, o muy flacas, poquísimas viejas, muy pocas.

              Todas 

bajo esa fría luz de neón entre el rojo y lo horrendo de otros colores,

sus almas se les escondían hasta de sus propias sombras

                       y algunas muchachas no eran tan feas.

Muchas de ellas con la piel de café barato
muy pocas blancas y tantas otras morenas,
cada tanto aparecía alguien con los ojos muy redondos y la piel infinitamente suave, 
eso era algo maravilloso, donde se tenía que pagar un poco más.
¡y las tetas!
grandes
o pequeñas
o muy muy pequeñas...

Como lunas rotas de queso derritiéndose poco a poco junto a mi blanca esperma,
que derramándose torpemente desde esos pezones marrones o negros, contadas veces rosados, mi leche bajaba hasta sus vientres derrotados, transformando ese sucio y maloliente suelo en el mismísimo paraíso, porque después de eyacular ¿alguien puede ser más dios?

Casi todas mamaban de la misma manera
con ese asco peculiar bajo sus lenguas, algunas incluso escupían luego de habértela chupado.

Sus cuerpos eran débiles cisnes moribundos dentro del agua sucia, 

¡QUÉ VULGAR ESPECTÁCULO DE HUMANIDAD!

                       que he disfrutado como un dios arrogante. 

y algunas muchachas no eran tan feas.


un poco guapas y simples y ordinarias y otras horrorosas desde la voz, 
con sus asqueadas sonrisas
como moribundas tal vez
y en la punta de sus pezones como Cristos santos
cierta magia que todavía no me derrumba se podía saborear,
           sí

               y algunas no eran tan feas.


A las damas eternas.

Toqué
sus centros de amapola
finos como las corrientes del oro
así he tocado
sus mitades de flor 
entre lo rojo, lo blanco y la amargura
así he tocado
sus mitades todas
oh frágiles damas del espanto y la ternura
de ese instante pequeño que es la ternura
donde todos esos momentos que el mundo aborrece
me convierten en esa cosa rara, casi inexistente y maravillosa.


Londres en Jueves.

Hay una luz que he visto pero no se ve
ráfagas de algo que parece algo
pero no es.
Ella chupando mi falo hasta calmar su sed
la otra doblando su espina para no volver,

                      tabaco para envolver
      cerveza de botella,

tristeza para un pañuelo o dos,

y esa poca humildad de tu risa
extensa y pasajera cuando quiere,
y tu inglés deforme
y mi español sin forma
y esa máquina de martes
y ese espacio de lunes entre tus tetas, 
sí,
-tienes dos tetas enormes
le digo
y ella me sonríe,

podría
si tú quisieras, con estas manos
-y yo mostrándole mis manos
acariciar la sombra de tu pezones rotos
o algo ahí.
Y me dice
-Hazlo,
vamos muchacho
chúpame las tetas
quiero que tu falo dentro de tus jeans rompan mi centro y te corras entre estas enormes tetas


y yo
entre apagándome y no
entre me quedo y no
entre tu soberbio sujetador negro y mis dedos flojos... me quedé dormido.


Inventé una flor, triste como un gato con ojeras para contarte esta historia, y quedarme en ese espacio entre tus tetas y esa sombra de tus pezones rotos.


Poema a alguien que dibujaba como nadie.

Oh verbo en la piel
en la piel que dura para siempre
oh frágil esmeralda
esmeralda de la voz
de la voz al final de tu espina.
de ese final en la voz de tu espina.

Y la tinta
esa mágica tinta que duerme en tu tacto
en todo eso que es tu tacto
quedará grabada en mi sombra,

dejaré que lastimes mis superficies
hasta sangrar
hasta sangrar tu nombre santo.

He visto parte de tu alma
justo donde duermen tus caderas

justo
donde duerme esa última magia tuya y tus índices empiezan a dañarme.


Poema para una chica de ojos azules muy claros.

En la enredadera de tus ojos
azules claros como la mar que no existe
y esas huellas de los años en tu rostro
esas hermosas huellas de los años en tu rostro
hacen de tu mirada un mapa único
dentro de la mar que no existe.

Oh maravillosa extranjera
difícil como la palabra
como la palabra dentro de mi voz.

He visto caballos de Troya
menos imponentes que tus sombras
esas sombras que acaban en tus últimas esquinas,

yo que tengo la rabia torpe
la prisa boba
nada de magia en mis zapatos

puedo decirte
que detesto ese color en tus ojos
es como si me adentrara en otro mundo
en otro mundo que no me deja salir
y tus manos
suaves pájaros que no vuelan
suaves lunas de noviembre que no vuelven
no me dejan.

Oh hermosa dama...

Sé que la vida es imposible
imposible como mis manos dentro de tu pelo
o esa llaga en mi alma
que podría curar solo con el filo de tu voz.

Tengo algunas nostalgias pasajeras
dos canciones
quizá un poco de vino en la nevera
para decirte todo lo que no sabría decirte.

Y las hojas en los árboles
no caen si no tienen tu permiso
y las nubes
no se mueven si tu respiración no amanece.

¿Y si esto resumiera todo lo que no debo darte ni decirte?
Entonces sabría que ese mundo en tus ojos no tiene sentido
ni la voz
ni la palabra
solamente esas sobras que acaban justo antes de tus últimas sombras.


Oh hermosa extranjera

hay dulces más sublimes que el filo de tu boca

lo sé

hay noches más claras que tu pelo
también lo sé

pero sabía también

que la magia que yo encontraría en tu humedad

sería más grande que todos los caballos de Troya juntos
juntos batallando contra tu lengua

oh mágica extranjera

dentro de tu voz
dentro de todo eso que es tu voz molesta con este mundo insostenible
dormí un rato, luego de eyacular dentro de ti y tú acabar inundando mis sábanas siempre blancas como tu piel, con tu mar imposible que nace de ese último rincón.


A ella con los pechos fríos.

…Porque en tu cuerpo donde solo hay partes desérticas
algunas veces
nieva.


A tu espalda.

Quietos muertos,
                       devoro     
         como un niño devora un dulce

justo,
justo ahí donde tu espalda
y todas las espaldas
terminan.



¿Qué es esa luz que logro ver?
Te quito poco a poco esas prendas de mujer.
¿Qué es esta luz
al final de ese túnel?

Es el diablo que ha muerto.


Beber hasta morir.

Quiero destruirme contra esa pared 
hasta perder el último diente.
¿Qué esperas para empujarme?

Como índices que sangran
tus lenguas ensucian
una
      y otra
  y otra vez

mi lengua quieta.

Como gaviotas que caen
agonizan
y mueren en su orilla.

Me gusta morder tus pezones

es como si me pegara alguien

en mi hígado

en mis riñones

en mi estómago

en todo esto

que a veces soy yo,

a veces.

Me detengo en mis adentros

como si el mundo ya no girara

o algo en él dejara de existir

solo para decirte

¡Hey rubia!

Aquí estoy, pero estoy vivo.


Adoro. Relato de una noche con una muchacha algo extraña.

Sangre de lima recorriendo tus muñecas
como jugos vaginales de tu centro
acabando justo en mi boca.


Tienes gotas de sal en la lengua que nunca duerme
como tequila en los bordes de tus tetas...






Me destruí
desde la nariz
hasta lo más hondo de mi alma
y me dolía esta parte boba que solo me estorbaba
latido tras latido solo estorbaba ya que solamente se limita a sangrar, ya no entiende de cariño.


He visto el tono rosa en tus pezones
es algo que me gusta y no me gusta
porque el azúcar es marrón  por naturaleza,


hay calles que no recuerdo, asumo que tampoco tú 
mientras beso tu lengua de rato en rato.
-Tengo ginebra y algo de vino barato en mis sangre, dices, susurrando dentro de mi boca.
¡Ahhhhh! Exclamas, mientras levantas y estiras los brazos,
siento que el pavimento se levanta...
Estoy caliente
ha de ser eso. Entonces dejas de besarme, pero tengo tu baba aún en mi lengua que ya no te entretiene.


Hay dos hombres morenos y una muchacha algo extraña en la mesa de ese bar, es muy hermosa además, los tres me invitan a pasar un momento azul con ellos que luego se hace verde
sin ginebra todavía.

-¿A quien le importa?
¿A quién le importa si ya no hace frío? Dice ella. Entonces me agarra del brazo y me lleva con ella dejando a los dos hombres morenos en la mesa. Salimos del bar luego del ginebra, ella me besaba de rato en rato como se besan los perros en las calles, con mucha ternura. Me mira y sus ojos son dos soles amarillos. Me gustan tus ojos, me dice. Pero tengo mucho vino barato en la sangre. Y me vuelve a besar. Vamos a casa, culmina.


La mentira eterna.

La libertad no existe, pero es maravillosa. Pienso en todos los gatos muertos del mundo y... 
¡Dios mío de mi vida! ¡Cuántas vidas perdidas! Existen casas con habitaciones de zoológico para gente como nosotros, donde perdemos la razón poco a poco, o te ayudan a perderla algunos cuantos. Pienso en Leopoldo María Panero, en Artaud, y cuánta razón tenían esos pobres hombres. Tanta razón.


Solamente es una cuestión de dinero.

La vida es eso, y ya.