martes, 30 de julio de 2019




A Yusami.

Eres la hermosa flor de la agonía
de la dulce y tenue agonía

hermoso manjar con dulces aún mejores escondidos dentro
oh vino perfecto de la vida
divina es la luz en tus esquinas

oh brisa polar de calor y sal
como azúcar y sal en nuestras gargantas luego de besarnos para siempre

oh único universo en mi universo y en este choque de nosotros, Ella

oh risa de magia y dolor
donde tus ojos ya no se rompen de tan solo mirarnos

te amo,
y no puedo evitarlo
jamás voy a evitarlo.



viernes, 5 de julio de 2019

Black is the color of my true love's hair




"No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!"

Charles Bukowski



La máquina de hacer tristeza.

Baba de mar en la orilla que nunca duerme
sujetadores negros y blancos
e interiores rojos como tu sombra que en mi lengua apagas.

Lengua y baba en la orilla que nunca duerme
como líneas de medio día o de escarcha y de luz o de trapos que se queman.

Te quito la Stella que tienes a la mitad
tu mueca parece una sonrisa que espanta
al rato tu sexo húmedo se marchita mientras yo
me hundo como un gusano en el sabor amargo de tu garganta.

Hay heridas en mi nariz, me dices,
mientras cae sangre de la mía.

Mis dedos están humedecidos por tu culpa
hay restos de baba y sal en mis esquinas que nunca duermen
y tu sabor es como la mar que se apaga
en tu boca mojada con todo mi miembro dentro.



Las torres gemelas.

Las rodillas me pesan
todo me pesan
tanto me pesan
vivo paseando esta incertidumbre que me pesa en las rodillas
en las rodillas donde todo me pesa,

y todo, todo en mis rodillas todas,
como un pajarillo azul o dos,
intentando morir en ese lugar para quedarse ahí.

Me pesan
estas dos torres que ya casi no me sirven
ni me miran
ni me hablan
antes tal vez lo hacían,


pero hoy
escribiendo este olvido
me pesa más que nunca esto que me pesa y se ha acomodado tiernamente en mis rodillas
hasta tumbarlas
una después otra
llenando todos tus espacios de escombros, con mis muertos y sus miserias.



Viaje a ninguna parte.

Empacaste tan rápido que dejaste ciertas cosas aquí;
sombras de tu pelo en las almohadas
retales de tu olor en mis perfumes
y algunos pasos deformes sobre este piso de parqué y soledá.

¿¡Y qué sé yo a dónde fuiste!?
Empacaste tus perfumes y ya,
dejando tu aroma de muerte en este lugar de angustia y penumbra.

¿¡Y qué sé yo dónde te rindes para dormir!?
Mientras yo me derroto cada noche en este rincón por culpa de algunos inventos humanos.

¿¡Y qué sé yo de cualquier tipo que ha de ser feliz en tu rincón!?

...

(Me gusta morderte la boca luego de beber un poco de vino. -Me dices. Es como sangrar por la nariz sin darse cuenta)

...

Sí, de raras maneras hemos sido, de todas maneras fuimos, pero no.


Y me dejaste aquí, derrotado como un muerto
mientras tú, allá, feliz como un sol.

Entonces me pongo de rodillas nuevamente
sobre la sombra de tus medias mal dobladas y rotas, como las rasgaduras y anginas típicas de tu corazón malo.

Me quedaré con los accidentes en tus caderas de curvas moderadas -me digo.
Secas, tibias o mojadas,


es verdad, hace tanto frío aquí que tus dedos allá donde te encuentres se pondrá azules.



A la dama Blanca.

Oh magia negra regresando del silencio en el dulce mundo de tu canto
y sobre tu navaja inquieta tirita el frío que nos mira
es algo así como el amor
o animales oscuros bajando de los árboles para follar
con muertos que viven dentro de nuestras narices,

porque hasta los malos manantiales llegan a buenos ríos.


-Horas antes en la calle-

(Un anciano deforme me sonríe
le extiendo unas monedas con la mano que uso para masturbarme)

Tengo tanto frío
hace tanto frío
que algo en mi corazón quiere estallar
mientras vomito cada cinco minutos mi alma por partes.


     Sí

te necesito

pero ya no te necesito.

Dios escapó del infierno
escribe oraciones que se adentran en este respirar lento 
en todo esto que es mi respirar lento

       lento...

hasta dolerme rápido.

Sí, nena,

te digo

mientras mi voz se queda entre tus piernas y mis dedos hacen un dibujo raro dentro de tu boca

sí, nena

te vuelvo a decir

cuando mis verbos se destruyen en tu lengua.

Sí, nena
mi piel es un esperpento que ya no duerme
que nunca duerme.

Ajusto mis dedos dentro de tu sexo
y tus pesadillas vomitan pesadillas que tuviste cuando no dormías conmigo
me abrazan a mitad de la noche
luego de haber inhalado tanta mierda
solo para ver si me derrotaste.



A esa muchacha de pechos grandes. 

Me gusta tocarte justo ahí
es como conocer el cielo en esas dos nubes de aire caliente
me gusta ver cómo quiebras tus rodillas hasta caer frente a mí
para que hagas justo ahí con la boca
lo que a ti tanto te gusta.



A Ivonne.

He visto tumbas más felices que tu alma
durante ese segundo que duras en mi calle

y te marchas
y ya no te quedas
y algo en mis adentros ya no sufre

como un evento mágico
del cual ya olvidaste el truco.




Una gata blanca igual a un gato negro;
hilo dental sabor a menta, hisopos de algodón, Oral-B blanqueador y rayos de sol entrando por la ventana del cuarto de baño lastimando nuestros ojos de resaca y mala noche y drogas y sexo y torpes conversaciones. Todavía te recuerdo, únicamente con tus bragas celestes bañadas de sal y tristeza, y tu bermejo pelo mal peinado, danzando sobre la cama blanca mientras yo te miraba desde abajo; la marioneta sexual más hermosa del mundo.

Te pareces tanto a mí, decía esa gata 
con sus grandes ojos y sus largas patas.

Y ese alcohol contra la rabia en mi boca que mezclabas con tu lengua
y esa crema de manos o aceite de chocolate para la piel que era nuestra piel,

tan igual a mí

con tu bebo porque debo
ser feliz hasta que duela el último hueso
y olvidar incluso ese futuro que no tuvimos nunca, repetías siempre en mi oído entre ronroneos para no decirme te quiero,

tan igual a mí

con tu risa escandalosa y tu boca besándolo todo

de alma extranjera en cualquier país que a fin de cuentas era mi país
con ese me he perdido dentro de tu palma, solo cuando estaba llena de coca,

tan igual a mí

cuando nos desconocíamos en todas esas camas y desiertos y ruinas y algo más,
amarrados como gemelos hasta quitarnos el aire,
tan igual a mí

con tu pelo bermellón de una estrella que ya se ha ido y sus ojos besando la tierra mojada.



Tan igual a mí

como verbos que todavía no aprendemos a decir
con paisajes que ya no existen

sí, un poco iguales

en tu baile que me pierdo
en tus curvas que me pierdo
en tu boca que me pierdo
y me pierdo
me pierdo
dentro de todo tu sexo empapado.

Hubieron épocas más hermosas que nosotros -pienso

sabes que las hubieron, me dices,

pero tú

hiciste de este espantapájaros un muñeco sin luz natural

y la risa que olvidé me llevó a lugares de donde no convenía regresar
y las palabras que inventé te dijeron que esto no duraría para siempre
entre tus besos y mis mentiras, tu a veces te quiero y mi intento de ya no quererte nos embriagamos cada noche que fueron pocas las noches...

En estos momentos tú duermes bajo el frío calor de un buen esposo mientras yo
todo yo
quemado como un pajarillo en la hoguera,

me despierto
en esta tu cama mojada
mojada con tanto frío.


Jueves cualquiera de un mes malo de un año aún peor, llego al bar de siempre donde noté que la muchacha, (casi) más hermosa del mundo estaba en la barra que también era mi barra
con esa rubicorta cabellera y esas tetas pequeñas de sombras rosadas y esas gafas de marco rojo y esas manos alargadas,

ni el sol tiene ojeras tan cansadas, me dije.

me mira
y le miro

dos y tres y cuatro veces

pero llevo menos de media copa

y esa extraña alergia en mi corazón se duerme con ese poco de arena que tomé antes de llegar,
le invito un mojito a cuatro bancas de distancia y,

me mira
y le miro
me hace ese gesto de salud

dos y tres y cuatro veces

pero llevo menos de media copa y un poco de alergia en el corazón

a las tres copas ella me habla de algunos lugares que ya conoció y que mis ojos son lindos
a las tres horas me la come contándome que las mujeres en su país son buenas en ello mientras no deja de mirar mis ojos
a los tres días me dedicó cada martes y jueves y lunes y domingo, pero no ese domingo 
follando como animales tantas veces hasta que duela caminar.



A Margot.

Mientras él tocaba tus tetas en el cuarto de arriba
yo bautizaba el sofá de tu casa de campo con alguna prima nada mía 

dejé que pasara aún sabiendo que tus piernas imploraban por mis manos

y tu boca

esa boca color caramelo

rogaba por mi índice

ese índice que rezó bajo el umbral de tus piernas pocos cortos minutos,
mientras hacíamos una cruz con nuestras lenguas,
en esa habitación 

donde yo torpemente intentaba quitar esa mancha de grasa en tu vestido, logrando que todos, incluido tu casi novio se incomoden porque nosotros en solitario allá arriba nos tomábamos nuestro tiempo. Tú me miraste con esos ojos morenos y desconocidos mientras los míos solo querían mirar el interior de tu escote donde escondías apretadas esas grandes tetas, y cuando levantaste ese vestido corto algo en mi interior empezó a emocionarse, eras piel y azúcar para mi alma muerta, te lancé un piropo donde eras la mujer más hermosa del mundo y tú, me diste permiso con la mirada para que yo con toda la prisa de un loco me derrumbe delante de ti, princesa de los sudores de verano, me caiga doblando las rodillas frente a ti, princesa de los perfumes de Givenchy, entonces me abrazo a tus piernas, donde tú no pedías que me detenga y yo solo pretendía empezar a devorarte todo desde ahí. Subí poco a poco por ese camino imposible de tu ropa hasta tu boca, donde con tu baba mutilando mi lengua me pedías que ya no me detenga, torpes y calientes. 
Con tus manos tocabas todos mis espacios mientras yo, con las mías intentaba abrir esos tus pantalones cortos muy cortos de mezclilla, jadeaste un poco para ayudarme a bajar por tus hermosas piernas de café esos tus pantalones cortos tan cortos, atascándose a la mitad de tus piernas donde ya no le dimos importancia, me mostraste tu sexo hirviendo detrás de esas bragas blancas, expulsando una sensación caliente de aire. Te muerdo justo ahí y tú debilitas tus rodillas, hay sal ahí donde tu magia ocurre, babeas desde ese lugar un truco de hechicería con sabor a sal, flores y algodón. En tu boca reconocí tu sabor a vodka, baba y zumo de naranja. Mis dedos apretaban dulcemente ese espacio pequeño en tu sexo donde tu vida no significa nada, estabas tan mojada que solo recordar ese momento me pone sumamente cachondo, hoy después de tantos años. Sí, toda tu baba y el alcohol del vodka y la sal de ese rincón donde el algodón se moja con tu debilidad hicieron de mí un animal salvaje entre tu boca, tu escote desordenado de donde mal escapan tus tetas y esa concha tan caliente y húmeda que tienes. Entonces alguien empezó a subir las escaleras cuando casi casi me escondía dentro de ti, alguien empezó a subir y el milagro de la humanidad resumida en un poco de locura se apagó, acomodaste rápidamente tus ropas mientras yo me paraba firmemente, con olor a limón en los dedos y un poco de tu baba en mi lengua. Era tu casi novio, aún jadeante tú lo miraste sin mirarlo mientras yo, como el peor hijo de puta que ibas a conocer le sonreí. él bajó primero diciendo que todos nos esperaban para brindar y que la mancha en tu vestido ya no importaba, te quedaste un poco más para limpiarte la boca, tu rubor y tus ropas, acomodaste mejor tus tetas a lo que protesté con un beso que te elevó a los cielos y que si aterrizabas era solo para ponerte de rodillas frente a mí y hacerme eso que tanto te gusta con la boca, pero yo solamente pude besarte de una manera sobrenatural y dulce, y jadeabas tan despacio y rico que tu calor se quedaba entre mis labios. Meses después me enteré que habrías preferido lo segundo. Pienso que él nunca esperó eso de ti por lo que jamás habría pensado nada parecido a lo ocurrido... Bajamos poco después a la primera planta donde todos aguardaban por nosotros, la mancha aún en tu vestido y nuestros sexos húmedos y agitados, sin saber que empezaría uno de los mejores romances de nuestras vidas pero que duraría muy poco.



A un retazo de papel.

Cuando abres tus alas

alas de ángeles inmorales

entre la boca y la nariz

quedan tus encantos infinitos que duran pocos segundos,
como luces de neón en las ciudades que se acaban.



Ángeles y gatos.

He visto ángeles morir
justo en mi garganta
como gatos morir

entre mis garras.

Y cambiaría

todo ese acto inmundo que es la belleza

por ese instante de esperma derramándose en tu pelo.



12 gatos y medio.

Una rumana
porcelana de gato y cabellera leona

me cuenta de los que viven doce gatos y medio

mientras yo

queriendo quitarle a un gato que jode en mi ventana

todas sus vidas
o tres
qué más da.


La quiero en mi cama
con las ideas abiertas
y las piernas bien cerradas
conmigo apretándome ahí.

Una rumana con sombra de muerto
me contaba
que la vida dura doce gatos y medio
mientras yo

queriendo matar a un gato tres veces
¡tres!
o dos

para quedarme con su silencio.

Quiero su pelo nada moreno
su cara  blanca


y ese culo
sobre mi cama

un culo que tal vez valgan todos esos gatos de mierda en mi ventana.


Conocí a una rumana que me contó de los que vivían doce gatos y medio
ella no es un vampiro

es una muchacha con un culo riquísimo
sin ideas en las tetas
con las bragas siempre negras
los pezones rosa
y la concha tan húmeda que este gato de mierda en mi ventana dejó de joder,



A tu prima.

Caí

en tus profundidades todas

me escondí
en tus rincones todos

y logré hacer un lugar
dentro de tu pelo corto
con mis ideas quitándote los vestidos
en ese tatuaje que tu cuello tantas veces adoró.

Caminé
tu borrachera de whisky
tu boca intentando no besarme

y mi cama cayendo a pedazos cuando te giraba sobre ella para cogerte mejor

y tu culo era una flor apagada
y tus tetas nada modernas flores nuevas
y tu concha

mojada como esa mar que no tocamos nunca,
apretaba un mundo en solitario,

y salado es tu momento en tu mitad

cuando mi novia dormía

en la cama de al lado.



Larala lala. (Tarareando una canción de Tom Waits)

Los demonios han salido a la ciudad
con sus trajes elegantes y coches último modelo.

Llevan coca en la nariz
tanta coca en la nariz
que al verlos pienso
que no hay gente buena en esta ciudad.

Larala lala
Larala lala.

Los ángeles habrán muerto para la madrugada
porque llevan tanta coca en la nariz
que al verlos pienso
que  los dioses que no existen se equivocan
porque no hay gente buena en esta ciudad.

Bebo un poco de licor de alguna botella barata
el tabaco se acabó
alguna extranjera sonríe amablemente
y todos en esta ciudad han muerto,

sucede que llevo mucha coca en la nariz
tanta coca en mi nariz.

Larala lala
Larala lalala...



Runrún.

Hay dos mujeres con mi nombre
las dos
han olvidado los suyos.

Y las recuerdo como ángeles subiendo por mis sombras,
hasta caer

en este pozo

que todavía no termino de construir, 
dentro de mi corazón,
a punta de felicidad y cocaína,

hasta que por fin,

me olviden esas dos mujeres que llevan el mismo nombre.



Blanca.

...Blanca llega hasta mi mente
jura que ella es diferente
y es hermosa hasta en su forma de mentir.*

Cuando toco tu piel con la punta de mi nariz
abres un universo  que se acaba dentro de mi corazón
                                
                             y agitado
                                            muy agitado

como un caballo luego de una carrera que jamás ganó
solo quiero apagarme.



Dulces de algodón.

¡Oh blanco esperpento de la nada!
que guarda ese miedo salvaje
ese brutal golpe contra la pared
como un infinito que cabe apenas en un tatuaje.

¡Oh blancura del diablo o poema del infierno!

Que arde
arde y quema tanto,
todo dentro de este lugar
este quieto lugar que es mi nariz.

Mis huesos mueren cuando llegan a tocar tu piel

y dime Vallejo

¿Qué hago con este fémur que no arranca?

dime Bukowski

¿qué hago con este estómago que me llora?


Porque frágil es la duda que cabe dentro de tu nariz,

como una lengua blanca se adentra
y se hace dueña de lo poco que queda dentro de mí
con esa oración me refiero a mi alma.



Oh blanco esperpento de la nada
magia sin truco de pesadillas breves.

¡Oh, frágil instante!
como patada de caballo
entre mis ojos.

¡Oh blancura del diablo!

Justo entre mis ojos.

Y dime Bukowski... -Intenté decir.

Mejor dime si alguna vez lograste ver un corazón herido en el fondo de esa botella de ginebra, me dices recostada en mi pecho.

Solo estoy sangrando de una manera que nadie comprende, te digo oliendo tu pelo.

Eres como el sol escondiéndose en horizontal, te digo nuevamente, solo para volver al principio.



jueves, 11 de abril de 2019

Time





"Alguna gente no enloquece nunca. Qué vida verdaderamente horrible deben tener".

Charles Bukowski


Tanto y tan poco.

Existen mujeres que se apoderan de tu alma

de tal manera que
cuando te la devuelven,

sigues estando vacío.



La última noche.

Despierto vomitando algo marrón y amarillo y amargo y quizá algo de sangre, me duelen los huesos uno después del otro y mi cabeza es una bomba a punto de estallar, hay demasiadas pesadillas por recordar y una mujer semidesnuda sobre el suelo de mi habitación, lleva las bragas en las rodillas y el sujetador colgando de un brazo, tiene un poco de sangre en la nariz y manchas horribles en las piernas. Por ratos llega a mi mente un hombre que intenta meterle el puño en la concha a esa muchacha pero ella se queja demasiado y le pide que no lo intenta más, pero él sigue con más fuerza, luego se detiene un momento e intenta hacer lo mismo desde atrás. Recuerdo que estoy moliendo un poco de esa roca moribunda y blanca que consigue casi siempre ese golpe de felicidad y angustia y paranoia y magia y todo eso junto que es todo eso que no entiendo y tampoco quiero pero me gusta. Estoy cayendo de una torre tan alta como la punta de tu nariz, le digo a la hermosa muchacha mientras ese hombre  le introduce el puño por el culo hasta medio antebrazo, ella exclama un grito aterrador y espantoso que yo me rompo luego de ingerir esas seis líneas que escribí en la mesa para los tres, hay demasiado ron y tequila en mis venas que recordar todo lo demás es tan innecesario como terrible. Mi corazón era otra bomba a punto de estallar y mi paranoia me lleva al cuarto de baño; diarrea, arcadas, más diarrea y devuelvo todo lo que no he comido en la semana, baba roja y marrón y algo coagulado que me sorprende tanto hasta asustarme, expulso hasta lo que ya no se puede y vuelvo a la habitación donde el hombre aquel folla desesperadamente a esa radiante chica, yo me limito a observar y a escribir dos líneas más para recomponerme. Dos horas después de tanta mierda y sustancias humanas me duermo como duermen algunos muertos que todavía no mueren, mientras ella sigue quieta a mitad de la habitación, muda como la noche en ese espacio del suelo.

Hola, le digo a la muchacha más hermosa que he visto en mi vida, cerca a la barra en el bar de siempre, me gustas tanto que sería imposible disimular, imagino que no te gustan los tipos feos pero conmigo tendrás que hacer una excepción. Extranjera ella, se limita a sonreír. Luego de dos mojitos y algunas bromas ella se derretía por mí, pero yo ya me había idiotizado por ella; hermosa desde los dientes hasta su risa, y sus rodillas eran ideales para ponerla en cuatro sobre mi cama, el pelo bravo y suelto entre ondas y colores amarillos, el culo aparentemente bien formado dentro de ese vestido verde de puntos blancos. Algunos tequilas y  mojitos después me dice que quiere ir conmigo a donde sea, yo le prometo hasta las cosas que no puedo cumplir y decido ir a casa con ella, antes de salir alguien que no recuerdo del todo me toma por la espalda y brinda con nosotros, tiene la barba negra, espesa y tosca, nos invita una copa con una sustancia marrón que daba ganas de vomitar tan solo olerla, las trufas mágicas que comí dos horas antes hicieron que cayera todo de golpe en ese preciso instante, algo raro había en su bebida pero pecábamos de amables, el techo entero cayó sobre mi mente, se hizo una broma absurda mi alma entera y me derrumbé como se derrumban los amores de verano. Llegamos a casa entre esa violencia del polvo blanco y los efímeros rasguños de las trufas que mezcladas con alcohol me convirtieron en un trozo de mierda tiesa y seca como un puto espantapájaros. Ella quiere acostarse en la cama pero no puede hacerlo sola, temblando y tambaleando me mira con los ojos más lindos del mundo como pidiendo ayuda o que la rescate de ese lugar que yo consideraba el más seguro del mundo; mi habitación en mi propia casa. El hombre de barba espesa, tosca y negra me hace a un lado y le ayuda a recostarse, su vestido verde de puntos blancos es tan hermoso que ver las manos asquerosas de ese imbécil quitándole y no, con torpeza y violencia todo eso que yo quería besar con ternura hasta que el sol vuelva a nacer, me causó  cierta repulsión. Entonces me siento y escribo este poema de mierda que ya no me gusta pero sigo consumiendo, Nick Cave suena en el aire mientras empiezo a convulsionar luego de haber ingerido esas seis líneas de magia que puse sobre la mesa para los tres. Bajo para no regresar nunca más a esa habitación del diablo, justo antes de perderles de vista vi como él le colocaba la polla en la boca a ese ángel de sol y lluvia, entre su no quiero y su déjame por favor, llegaron las arcadas y mi vómito con coágulos y mi baba y el alcohol. Yo permití que todo sucediera y seguí bajando hasta el cuarto de baño. Cuando despierto por fin de todo eso subo a la habitación y ahí seguían ellos, no recuerdo cuánto tiempo pasó pero ella está disfrutando de todo mientras yo veo la piedra de magia que ese amigo mío que tanto quiero me invitó, raspo un poco y escribo dos líneas hasta olvidarme de todo, incluso de mí. Al despertar veo a ese ángel en el suelo, semidesnuda y olvidada. Luego de un  buen rato ella despierta y empieza a vestirse torpemente entre un odio y asco que no olvidará, yo intento preparar algo de comer o de beber pero no puedo ni hacer un café, luego de dos vasos con agua ella se marcha siendo la mujer más hermosa del mundo y yo la veo marchar como el demonio  de mierda más oscuro de todos.

Hola, me responde la muchacha más hermosa del mundo, envuelta en un elegante vestido verde de puntos blancos, cabello entre castaño y rubio, acento español como los dioses y las manos tan delicadas que daba pena querer o pensar solo tocarlas, ella ríe de mis bromas antes del segundo mojito, acaricia mis manos como pidiendo permiso para entrar en mi alma, en esta ciudad hasta los ángeles más puros solo sirven para follar y olvidar. Yo bebo el segundo mojito completamente enamorado de su risa, ella lo sabe perfectamente y sus manos están aferradas a la mía, acomoda su rostro en mi hombro entre su reír lento y apresurado cada cierto rato, luego me mira con esos ojos color pasto y miel haciendo de mis rodillas torpes figuras de papel para recortar. Presumo de su belleza ante mis amigos, grito que es la mujer más hermosa de todo el mundo, levanto mi copa y de la nada aparece un tipo extraño, de barba muy negra y ojos extraños, nos ofrece irnos con él  hasta su hostel, "que la vida es hermosa y entre los tres sería más hermosa todavía", pero ella era única y yo estaba dispuesto a matar por ella, alejo al tipo y llevo a mi Helena, a mi Afrodita, a mi Sirena varada a otro rincón donde mis manos agarraron fuertemente su cintura, y ella se sentía la mujer más segura del mundo porque le ofrecí cosas que no habría podido cumplir nunca. Bebimos luego algunos tequilas porque la felicidad sin tequila no está completa, ella me hizo ver que el mundo era pequeñito dentro de sus ojos, que quería estar de rodillas sobre mi cama para que yo descubra el mar entero desde su espalda, abrirme las puertas de sus tetas de azúcar blanca para que sus pezones como botones se junten con la punta de mi lengua. Solamente para demostrarnos que juntos podríamos inventar un instante mejor, ella se me pegó como nunca nadie se me había pegado, agarró mis mejillas y me besó tan despacio con esa suavidad y ese demorarse de su lengua en mi lengua que lograron en mis pies un hormigueo raro, ¿mariposas en los pies? pensé, y luego ella me sonreía, abría los ojos y lograba que mi corazón deje su órbita para convertirse en un mundo raro que sonaba igual a esa canción de José Alfredo.

Me encantan tus zapatos, le digo, y tu cuello cuando se junta con tu pelo y tus dientes hasta tu risa y tus rodillas, me gustan tus piernas y los movimientos de tu vestido y también cómo tocas mis manos, haces que mis dedos duden de todo y mi sombra me cargue, ella me vuelve a besar y sonríe del modo más maravilloso que no podría describir nunca, venir a encontrar a la mujer más hermosa del mundo en esta ciudad de mierda que nunca duerme, y ella, decía lo mismo, venir desde el otro lado del charco para terminar besando de la manera más sublime al feo más feo del mundo.

Me gustas tanto, le decía, y ella me volvía a besar, me gustas tanto le decía, y recordaba todo eso  que le hice mientras ella se iba por el umbral de la puerta que jamás volverá a cruzar.

Tengo espacio entre mis costillas para tu corazón, me dijo, pero quiero que me lleves a donde tú vayas, hoy, ayer, mañana y siempre... ¿Estás loco?, me preguntó, un poquito, le dije con los dedos, haciendo un espacio pequeñito entre mi índice y mi pulgar. Que yo también voy un poco loca, me dice, y quiero bailar hoy, ayer, mañana y siempre contigo. Éramos magia pura y sombras. Yo había dejado ese polvo blanco hace muchos meses, no quería volver a joder nada en mi vida, nunca más. Luego de algunos mojitos y algunos tequilas algo en mi cuerpo hace que me sienta raro, voy al baño del bar y me cruzo con ese amigo que tanto quiero, me hace un gesto con la nariz y yo niego con la cabeza, ¡ven mierda!, me dice, y me jala hasta el baño donde me empuja con fuerza al interior y cierra la puerta, saca un poco de coca y las llaves de su casa, me ofrece ese un toque, yo no quiero pero sigo mirando con tanta angustia ese polvo hermoso, de verdad no quiero, le vuelvo a decir, pero él me quiere, así que me ofrece más cantidad, yo le pido la llave y me doy cuatro toques tan grandes que mi corazón regresó a su mismo lugar, se agitó mi calma, creció espuma dentro de mi pecho y al salir el mundo era otro, la mujer más hermosa del planeta dejó de ser tan hermosa, ella me preguntaba cada cierto momento a dónde me había marchado, que mi alegría había dejado su alegría, que me siente, que beba un poco de agua, que cuidaría de mí y que ella me prepararía algo de comer a la mañana, que me besará de maneras maravillosas y desayunaremos juntos, abrazados y desnudos pero muy abrigados porque en esta ciudad de mierda que nunca duerme hace mucho frío

Veo desaparecer parte del brazo de ese sucio hombre en la mujer más impoluta del mundo y mi alma se rompe en mil pedazos, no podré reconstruirte nunca, le susurro, ella se irá sin mí como yo nunca antes me he ido, y sé que jamás volveré a cruzarme con ella, ella que me ofreció cosas que posiblemente cumpliría, rota a la mitad como toda mi alma junta se irá, a ese lugar de donde yo no podré salir nunca.

Hola guapo, me dice la mujer más hermosa del mundo. Generalmente no me gustan los tipos feos, pero contigo haré una excepción.


A Ingrid Toro-J. for sentimental reasons.



El viajante.

He tomado un viaje con los ojos vendados
de cansado y bobo, sin rumbo y con mucha torpeza
mi trabajo es tan bueno que lo detesto
soy como una estrella
siempre llego tarde
está cerrado el bar de la esquina pero te gusta jugar a ser mi guitarra,
me corto los brazos para poder pintar tu vestido roto por la mitad

pan y carne
fantasmas bajo la cama
mujeres adictas al sexo y sustancias hermosas que inventaron los hombres

¿a dónde mierda he llegado?



Ojos azules como la noche.

Me gustan tus rodillas adornando el suelo
mientras mi falo es una flor gigante
goteando como un muerto dentro de tu boca
mientras mis manos
como tentáculos interrumpen tus adentros
tus bragas negras caen
como pétalo de una flor que se muere
tu sujetador también cae
como soldado que ya muerto aún no toca el suelo.

Me gustan tus pezones
como un pálido rosado sobre la noche de mis dedos
dulces como recuerdos de mi puta niñez
sabor a mango, fresa y nubes de algodón

me gustan tus dedos dentro de mi ano
es como despertar luego de la pesadilla
o despertar tal vez
con una espina entre mis índices


me gusta esa bebida fría que tanto preparas
en noches como esta donde nadie duerme
me gusta


y cuando todo el paisaje está pintado de azul con ese repugnante amarillo matutino
los telones se abrazan
el teatro se acaba y la fantasía se duerme
alguien monta todo ese circo que es la vida, lo sube en un coche y regresa a su ciudad
pero en este instante tus rodillas seguirán  aferradas al suelo.

Me gusta tu culo encendido
bajo mis palmas dentro de tu falda larga
te conocí esta noche y todas las noches
el ron es blanco por naturaleza, me dices
y me dejas tocar tu sexo húmedo mientras tu lengua muerde mi lengua
hasta que pides enojada que moje con ese odio de mis adentros tus honduras todas
solo para calmar tu rara sed y puedas recoger tus rodillas enrojecidas del parqué recién encerado, para luego irnos a dormir por separado porque mañana no puedes perder ese vuelo de regreso a tu ciudad.



Los demonios cayeron del cielo.

Tus tetas, en mis palmas de medio día.
¡Oh frágil luz de la vida!
dentro de tu iris impongo
esta pesadilla con mi pulgar
y algo blanquecino brota
como un charco
de algo que no quiero tocar
¡peste inmunda tu mitad mojada!
tu espina floja
tus dedos necios
algo en tu lengua me gusta
y ahora
que mi falo sabe de ese espacio ajustado entre tus dientes
he preferido olvidarte
dejando tu peste y esa humedad dentro de tus ojos.

Y metí mi mano en ese pantalón lento de tus caderas
que se escondieron ahí como negros que le temen a la luz 
y tu chompa nada moderna
y tus besos mediocres
y tus palmas sobre mis palmas
y tu sexo tan junto a mi sexo
separados por ese pantalón breve.

Recuerdo las noches
los días y todas esas tardes
cuando con mis manos
me apoderaba de todo eso que era tan tuyo
de todo eso que era solo tuyo,
y la luz en tu mitad
esa luz descarada de tu mitad
alumbraba lo más profundo de mi lengua
lo más recóndito de mi lengua
en donde las heridas duermen
como pesadillas que tus índices destrozan en mi sien.

¡Oh maldad de tus ojos tostados!
del sueño que asusta.

¡Oh esperma recorriendo tus profundidades!
a veces los miedos más grandes son pocos segundos derramándose dentro de ti,
hasta limpiarte.

Entonces tu boca come mi falo entero
cubierto por piel sin sentimiento
cubierto por casi nada
con sabor a espanto y soledad
sin caucho o melancolía,
y tus cabellos
y tu espalda
y toda tu espina
rendida ante mi grandeza
agotada ante todo esto que es mi grandeza.

Oh rayos de sol,
rayos de sol en la ventana
que se confunden con la noche
con tus ojos modernos
con esa espina en tu dorsal
rayos de sol en toda mi ventana
rayos de sol sobre mi gato,

rayos de sol sobre estas líneas que brillarán en un momento dentro de mi nariz deforme.



Monomanía. 


A veces cuando te quiero empiezo a olvidarte

olvidarte como olvidamos aquellas camas donde tantas veces cogimos
olvidar ese viaje que nunca empezamos donde tontas veces hicimos el amor.

Sacar de mi mente todas las noches que besé tu cuerpo,
quitándote las ropas cada mañana para correrme
en todo eso perfecto con piel y huesos que eras tú,

olvidar,

todas las veces que te mentí
cuando decía que eras la mujer más hermosa del mundo
y si lo eras pues no debí creérmelo tanto.

A veces cuando te quiero,
ya no te quiero,
y a veces,

sólo a veces,

cuando intento olvidarte,
no logro olvidarte,

y llegan a mi cabeza todos los centímetros que recorrimos juntos,
a pie o en coche, volando o arrastrándonos, hasta por debajo del agua
bajo ese sol insolente que quemó tu piel de chocolate blanco,
o sobre esa lluvia de coco que tantas veces peinó tu pelo desordenado,
mientras yo me escondía en el triángulo húmedo de tus piernas.

A veces cuando te quiero ya no te quiero

y es tanto,
que olvido todas las veces que te besé
en calles que recuerdo muy poco.

A veces cuando te olvido,

te quiero,

de tal manera que no puedo sacarte de mi mente,
aún cuando ya te he olvidado.

Y llegan esos recuerdos pequeños que dejaste en mi cama y en todas las camas,
tus plumas de puta junto a mis pies mientras comías de mala manera mi falo,
a  veces cuando te olvido ya no puedo olvidarte
porque empiezo a quererte con esa locura que hacía de nosotros dos niños de treinta años,

intentando recuperar esa felicidad que habíamos dejado atrás de nosotros,

donde alguien nos esperaba,
donde alguien ya nos adoraba con locura.

Mientras olvido todo nuestro pasado,
pocas veces te olvido

y llegas a mi mente,

caminando desnuda esa isla en ese lugar de mierda que tanto odiaba

donde te quité esas prendas de lana y algodón y seda

y donde el frío, hacía de nuestras sombras
animales quemándose entre sí,
como dos felinos luego de follar,

peleando entre zarpazos de sangre y baba para conseguir un poco de calor
o ese hotel tan fino que vio desde la recepción hasta la puerta de nuestra habitación como iba quitándote las ropas, y al llegar por fin te arrodillé y agarrando tu cabeza con violencia hice que me chuparas la pinga, tu baba era única como esa lengua roja como mi pelo, es verdad, aún recuerdo como tomabas con tu diestra mi falo y me chupabas los huevos hasta dolerme

ahora ya no recuerdo quién eras o quién era yo
solo tengo en la memoria tu baba y tu boca comiéndome de mala manera la polla para conseguir así un poco de cariño.



Al vientre de Beatrice.

Tallé mi nombre dentro de esa quietud en tu rara pintura

cuando tus hermanas no sabían regresar temprano
y tu madre
         adorando mi espacio todavía
  
nos dejaba un poco de paz en tu cocina
en tu sofá
en tu baño
en la sala de estar y en todo eso que era tu habitación de rabia y óleos y aromas y veranos
de aceites y carboncillos y poemas que tristemente te escribí
cicatrices que no curamos en nuestras bocas de crueles desengaños

crueles como esas pinturas que tanto adoraste
decoradas con ese rojo sangre y negro malo

o esos toques azules de tus reses muertas,

me enamoré de esa pornografía barata de mis mañanas

de esos besos que antojada me robabas

mientras mi falo

cada tarde cuando no estabas

se apoderaba de esa muchacha de piel tostada
que era otra pintura

otro paisaje

un aceite que se quemó en mi habitación donde me dejaste algunos dibujos

en esa habitación donde te traicioné tantas veces

todas las veces
cuando no adoraba a nadie todavía.

Tallé mi sombra

en tu vientre plano y dorado y pequeño

sobre todo pequeño

y mira ahora

tanto años después
sigo recordándolo todavía.



Hay futuros peores.

Cambiamos los poemas por los relojes de pulsera

y las palabras por un paso de cebra

el espacio muere cuando un taxista avanza
y las mujeres llevan tacones hasta olvidar sus huellas

dejamos en la nevera romances pasajeros

enfriándose para que dejen de doler

como los besos que hasta ahora no podrás olvidar pero que ya olvidaste


cambiamos los vaqueros por pantalones de vestir y los vestidos ya no danzan con el viento

las alarmas son asesinas y las bocinas también

puedo jurar que te quitan el alma,

y somos muertos andantes

gigantes cansados

quizá algún muchacho tenga un poco de alegría para regalar

pero hace falta dinero y un poco de coca

para enfermarte de amor o viajar.

Pero olvidarte para recordar

alguna vez

quizá

que todo esto fue real,

tus manos junto a mis manos
hasta dolerme.



Con los ojos bien abiertos.

Muerto
o casi
en mi oscura habitación
rota como todas esas mujeres que siempre se largaron de aquí,
veo ángeles pasar
algunos tienen olor a gasolina
a tristeza quemada
o llagas en la nariz.

Y digo
basta
y grito
¡BASTA!

Pero no
hay algo en esos ángeles
algo que se queda conmigo
cuando todas esas mujeres se han ido.

Y justifico cada línea de este libro que ya no soy
de esta cosa
de trapo viejo
de ventana rota
con trajes de enfermera
secándose justo en mi nariz.

En ese momento lo ángeles desaparecen
no hay magia en mi acto inútil
tengo los ojos tan abiertos como el sol
tan abiertos
que llega ese entero instante tuyo
y me apago.


Hay algo que te tengo que contar.
Arranqué mi lengua
para poder susurrarte esto de cerca
nunca llegaré a quererte, te digo
luego
te marchas.



Paranoia.

Tus fantasmas me siguen
hacen de mis miedos gigantes dentro de tu palma
y te ríes
de lo que has logrado en mi figura
en mis huesos
en este dormir de mis rodillas.

Tus muertos
cuando en mis mejillas nacen me siguen
logran revivir
todo eso que tú eres
y festejas
y te ríes
cuando tus orgasmos terminan en mis rodillas.


sábado, 2 de marzo de 2019

Dos cuentos a un amigo y algunos poemas



"Lo divino mira a Dios, lo humano mira al hombre. Mi causa no es divina ni humana, no es ni lo verdadero, ni lo bueno, ni lo justo, ni lo libre, es lo mío, no es general, sino única, como yo soy único. 
Nada está por encima de mí."
["El único y su propiedad”, Introducción, de Max Stirner]


El diablo es sabio por diablo.

"Si quieres hacer bien las cosas debes empezar desde abajo." Nos decía ese hombre que lo había perdido todo tantas veces, tontas veces, todas las veces. Sentado en la cabecera de la mesa donde era el mismísimo rey del mundo, con su copa de whisky a un lado, claro, le escuchaba yo, un adolescente imbécil que creía que se lo merecía todo. 

Con una novia que sabía preparar la cama de una manera que ni los hoteles de cinco estrellas superarían, algo bonita y perfecta nariz de carácter jodido pero no. Con una traición o dos como amigo que aguantaba todas mis borracheras cuando no queríamos estar tan borrachos y, con las pocas amantes que un muchacho imbécil que creía que lo merecía todo podría tener, ellas que me chuparon la pinga de maneras que hasta ahora no logro olvidar. La verdad no estaba tan jodido, por las tardes mientras abría una cerveza intentaba ser un poco menos infeliz y a veces lo conseguía.

A veces pienso que la noche es parte de un chiste cruel, como la vida o ese susurro de los muertos que nos persiguen, por ratos te dan tregua pero por otros no, de todos modos luego de llevarme a caminar con ellos siempre me mostraban el camino hasta tu casa.

Apenas quiero levantarme de esta cama tan incómoda pero me levanto, acomodo mis húmeros y me pongo las rodillas a la mala como ese hermoso Santiaguino, un café o menos, a veces alguna cerveza o dos o tres e incontables pajas. Apenas estoy regresando de aquel lugar de donde hasta las ballenas más viejas no intentaban volver, ¿qué más daba si allá se estaba más o menos bien?

Hoy me cuidan dos ángeles que todavía no me asesinan, siento el sol más amarillo por las noches que a medio día, ya no fumo por principios ajenos y empecé a dejar las malas costumbres que tomé de la buena vida porque maltrataban mucho. Me empezó a gustar un poco la mar mientras tuviera los pies cubiertos, es algo que no soporto, arena seca luego de mojarte los pies con agua y sal es como cerveza al tiempo en esta ciudad de mierda que se llevó hasta la letra f de mi teclado. Sí, estoy regresando de ese camino de elefantes que no tiene vuelta, bajo el sol de tu pelo moreno y tus piernas azules y esos esqueletos de gigantes.

Creo que me siento un poco triste, por ratos me gustaría gritar como Al Pacino en el Padrino III, en absoluto silencio sobre esas frías escaleras casi rodando sin vida y con el corazón atascado en la garganta, viendo caer derrotada a la mujer que más amaba en este mundo de sangre, baba y semen, sí, quizá también estoy un poco deprimido, ¡mierda! ¿me traes una cerveza?

Tus sujetadores son como flores en mis índices luego de cogerte tres veces, como tus rodillas que rojas iluminaban mis espacios desde allá abajo,
entonces empezabas a llorar
...
pienso que ya no podías más con todo eso, lo noté muy lento luego de ver tu cara de puta cuando te corrías sobre mí

definitivamente iré al sótano por otra cerveza en esta casa de mierda, es mi manera de empezar.



Se llamaba Soledá.

Y se llamaba Soledá
con su tristeza en la O
esa felicidá de la gente en las fiestas y la noche.

Y si la risa era jajaja
la pena volvía no no no.

Y se llamaba como tú
con todas tus amigas juntas
porque hasta en un cactus las espinas
aparecen por acompañar solamente
no para embellecer más su flor. Solo quería decirte eso, hija de puta. Le dije a la hija de puta que me rompió el corazón una sola vez luego que yo rompiera el suyo todas nuestras veces, así como ese culo tan hermoso y apretado dentro de sus blue jeans o bajo sus vestidos de flores en esos veranos limeños que hasta ahora no he vuelto a querer en nadie. Solo quería decirte eso, hija de puta, le dije a esa muchacha que adoré con locura tantas veces, tontas veces, todas las veces. Llevabas aún el pelo corto, las piernas largas, un poco de tristeza en los ojos y toda la felicidá del mundo entre los dientes.

A veces pienso en tu larga sonrisa como tu soledá larga que a veces también regresa, y aunque ya no me suicido por ti me jode que primero llegue a mi mente eso y luego tu culo apretado y hermoso. Dejé de preparar tereré, eso fue un gran comienzo, mientras escucho a un perro ladrar bebo un poco de mate caliente y sigo escribiendo. 

¡Mierda!, hace tanto frío que podría tomar un poquitito de whiskey, miro la botella un rato mientras Hubert Sumlin canta Sometimes I´m right y me meto en lo más hondo de esa botella, me gusta nadar ahí, siento como si me cargara alguien. 

Ojalá, 
y cuando las palomas se vayan de esta plaza entre azul y moreno y amarillo y blanco donde con sus viejas bancas y sus broncas y sus meadas y sus perros y sus borrachos, el sol aún se agacha tranquilo.
Una rubia pasea moviendo las caderas al son del frío en esta ciudad de mierda que nunca duerme, me dices que el mundo es cada vez más raro, que Chabela lo dice, y dices también que las ilusiones y el amor son conversaciones entre el sol y el cielo entero que ya no suceden.

Intento hacerte caso pero no, estoy demasiado drogado o asustado que es lo mismo, y me das tanto miedo, miedo de muerte, miedo físico, sí, todos los miedos. Decido marcharme mientras suena el blues del Bosón de Higgs, y aunque extrañaré tus toallas siempre tibias y tus pies siempre fríos, pienso que fuimos igual de fuertes que esas torres gemelas allá en Nueva York. Así lo dijo ese asturiano que tanto adoramos después del tiempo de las cerezas en ese septiembre del 2006. Por eso me marcho, con mi yo, con mi mí, conmigo, así me marcho de todo esto que eras tú.

Entonces el mundo se detuvo, todo ese tráfico que es la vida se detuvo, todo parecía una casa con sus familiares adentro, al borde de una mesa donde una ensalada de fideos, un buen corte de carne y una botella de vino tinto iluminaban las tetas de aquella prima que hacía del mundo algo tan perfecto que se detuvo completamente. El pan es maravilloso, pensé.

Yo aprendí a amarla con locura mientras ella solo se desenamoraba de mí, entonces llegó la torpe tarde y la sangre y su baba y mi semen y algunas pipas de hachís, con sus medias siempre puestas porque sus pies eran más fríos que los míos, sí, llegó esa tarde donde te pusiste medio Pedro y me negaste casi dos veces mientras yo metía la mano en el escote de esa hermosa prima de piel tostada por el sol, sí, al día siguiente ya nada importaba y el mundo volvió a girar. Aprendí a olvidarte en cada lengua y toqué cada clítoris que pude y empecé a beber café y dejé el hachís por cosas más fuertes y, el mundo siguió girando como giraba tu lengua alrededor de mi falo para calmarme. Pienso de qué color será el interior de tus ojos, en mi mente meto mis pulgares en la órbita de tus iris solo para saberlo, pero mi eyacular es tan intenso que olvido que mis rodillas no son tan fuertes. Me gustas hoy más que ayer, te digo, pero tú sabes que nunca te quise como a ella.

Tengo el cuerpo hecho mierda, la cara gastada, carajo, esta cerveza se calienta un poco más rápido que la anterior. Ya no me gusta dormir contigo, quieres que te coma la concha mientras tú intentas dormir. Tengo las puntas de los dedos algo cansados, te digo, y me gustaría que me comas el falo de esa manera que solo saben hacerlo los  hombres, que me descoloques las rodillas hasta que los dedos de mis pies se desvanezcan, quitarme los húmeros para quedarme a tu lado por siempre. Demoro un minuto y ya estás dormida, no es hermoso verte dormir, eres como una canción mal hecha, tú sabes; una buena letra, un buen sonido, y esa mierda que cuenta Joaquín que nadie sabe qué es pero que es lo único que importa.

Me gusta mucho el café y este día de mierda donde nada sucede no tanto, te digo mientras intruduzco mis dedos en tu concha,

y te mojas
                 y te mojas

     pero no despiertas.



Hoy no me gustaría salir de la cama.

Te gustaba mucho mi pinga curvada
quedabas sorda de tanto chuparla
y cuando por fin te rompía desde adentro
tus gritos eran tan torpes que yo no sabía
tu pelo corto y tu culo redondo me llevaron a ti
tú menor que yo y yo más imbécil que tú
recuerdo esa tarde que llegamos a casa,
trepamos en mi cama
me colocaste un preservativo que llevaba siempre en la billetera y luego de chupármela un rato te montaste en todo eso que era mi ser entero y te la metiste entre tus piernas,
volviste a chupármela de un modo que yo aún no conocía y te la metiste nuevamente en tu concha caliente, luego me besabas con tu sal y tus profundidades y tus secretos
me ahogabas de una manera tan sublime que a veces me dejo caer recordando eso
tú siempre mojada como un avión bajo la lluvia
yo más imbécil que tú
y nos cansábamos y no
y nos apagábamos y no
y nos íbamos y no
hasta desaparecer cada uno en una dirección

tal vez nos volvamos a cruzar algún día, pero no ahora.


El tiempo de las cerezas nunca llega a noviembre.

Catorce de febrero
noche lluviosa
una fiesta desenfrenada en esa ciudad de mierda
me fui y luego me llamaste por teléfono
dos palabras tuyas y estaba frente a ti
un taxi
un bar
dos whiskys y mi cama
tú de interiores negros y yo de desnudo soberbio pero blanco como esa cosa que metía dentro de mí
entre tu "esto no está bien" y mi falo rozando tu concha
tus tetas de goma se dejaban manosear por ese quemarse rápido de mis manos
te movías de una manera que yo ya no podía, quería correrme en todas tus bocas juntas
pero tu lengua fue tan amorosa
se quedó en mi mitad todo lo que un sueño dura
y te giraste para dejarme ver tu espalda iluminada en ese apagarse de mi habitación
y desde ahí
suplicabas que te llame por su nombre
-sí
ella será siempre a la que más quisimos, dijiste-
y acabé dentro de ti.



Me volvería a equivocar otra vez.

Me gustaba ver las horas pasar mientras te miraba
tú eras hermosa
ahí abajo
bella y radiante entre mis piernas con tu lengua mutilando mis sobras y todas las sombras de mi falo
y tus ojos en mis ojos
como pidiendo un poco de caridad
como suplicando una buena calificación o misericordia.


Yo que hice sangrar tu concha virgen en el único baño de tu casa cuando tu hermana dormía
tú que intentabas bajar tus interiores grises para que mi falo entero rompa esa pared de un solo romperse
y cuando escuchamos eso que escuchamos
paramos todo eso que todavía no manejábamos tan bien
yo iba a mil y tú ya regresabas
entonces guardé mi falo dentro de mi pantalón mientras tú me pedías que siga
y yo seguía pero no
y tú regresabas pero no
y nos apagamos.

Me gustaba ver las horas pasar mientras me mirabas...


Algodón.

La primera falda que quité fue la tuya, yo te miraba desde tu sofá
tú desde tus escaleras la levantabas muy despacio mientras tu madre preparaba la cena apurada
con esos ojos de puta y la cara de arrecha lograste en mí una erección en cinco segundos
me acerqué y me dejaste meter mis dedos en tu concha
estabas húmeda como una flor de inverno
cerraste los ojos y te doblaste
segundos después recapacitaste
tu madre hacía la cena muy cerca
yo lamí mis dedos y tus ojos se rompieron de una manera única
hoy te romperé el culo, dije con los ojos sin decirte nada
y tú me miraste como ya sabiendo que te iba a romper el culo.

Cenamos al rato y tu madre subió como siempre a su habitación
una película que no recuerdo en la tele y mis dedos entre tu concha y tu ano
tú arrodillada en el sofá me dabas la espalda para que yo te coja desde atrás
una mano mía tocaba tu concha y la otra seguía entretenida en ese hueco apretado
tú rota como una flor de verano caíste al suelo
esperando que meta todo eso que era mi juventud entera dentro de ese espacio tan ajustado
y sucedió
tú sufrías entre tu me gusta y me duele
entre tu no pares y no sigas
yo empujando entre mi baba y mi locura
entre lo marrón y lo ajustado
siete segundos después exploté a mitad de camino
tú quedaste rota doce segundos mientras yo intentaba detener ese temblor raro de tus piernas
luego te colgaste de mí y me besaste entre tu baba y mi baba
sal rota con sabor a pies y fruta
estabas loca
yo un poco sordo,
pienso que tu madre supo todo lo que hicimos esa noche en esa sala que tantas veces nos vio apagarnos, a veces hasta pienso que ella se tocaba mientras nosotros comprendíamos que la juventud era descarada, así como ella nos lo decía siempre que nos preparaba la cena para irse corriendo a su habitación. ¡Infección de mierda al día siguiente!



Caricia para un muerto.

Tu boca es una cruz
un largo sentimiento de tristeza
y cuando cae la lluvia
el suelo es una mueca tuya.

Lluvia insignificante
como todas esas madres que me abandonaron,


hay un puente y pienso saltarlo
brilla más que un sol o dos

lleva una luz que se apaga justo en mi garganta
es un gran puente
y cuando lo salto
se apaga justo en mi garganta.

Escucho tu voz
cuando dentro de ti
despierto como un muerto

frío
tan frío
que soy esa mueca dentro de ti.


Pajarillo azul.

Tengo un muerto dentro de mí que no puedo matar
intento
intento pero no puedo

pienso que es más fuerte que yo
sí, es más fuerte que yo

¡inmortal e inmoral!

Hay un muerto dentro de mí que no puedo asesinar

le lanzo veneno
mujeres que no se pueden contar
historias oscuras y algo de cocaína


le llenan de caricias todas esas brujas que se apropiaron de mi alma


es un muerto con forma de mujer o algún animal parecido

un muerto que no quiere morir

y está dentro de mi alma

justo ahí
en esa esquina que no importa
en ese lugar casi muerto

duerme y comparte sus pesadillas conmigo
despierta y no quiere morir
ojalá se quede quieto mucho tiempo
como ausente
para que así deje de hacer falta.