viernes, 5 de julio de 2019

Black is the color of my true love's hair




"No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!"

Charles Bukowski



La máquina de hacer tristeza.

Baba de mar en la orilla que nunca duerme
sujetadores negros y blancos
e interiores rojos como tu sombra que en mi lengua apagas.

Lengua y baba en la orilla que nunca duerme
como líneas de medio día o de escarcha y de luz o de trapos que se queman.

Te quito la Stella que tienes a la mitad
tu mueca parece una sonrisa que espanta
al rato tu sexo húmedo se marchita mientras yo
me hundo como un gusano en el sabor amargo de tu garganta.

Hay heridas en mi nariz, me dices,
mientras cae sangre de la mía.

Mis dedos están humedecidos por tu culpa
hay restos de baba y sal en mis esquinas que nunca duermen
y tu sabor es como la mar que se apaga
en tu boca mojada con todo mi miembro dentro.



Las torres gemelas.

Las rodillas me pesan
todo me pesan
tanto me pesan
vivo paseando esta incertidumbre que me pesa en las rodillas
en las rodillas donde todo me pesa,

y todo, todo en mis rodillas todas,
como un pajarillo azul o dos,
intentando morir en ese lugar para quedarse ahí.

Me pesan
estas dos torres que ya casi no me sirven
ni me miran
ni me hablan
antes tal vez lo hacían,


pero hoy
escribiendo este olvido
me pesa más que nunca esto que me pesa y se ha acomodado tiernamente en mis rodillas
hasta tumbarlas
una después otra
llenando todos tus espacios de escombros, con mis muertos y sus miserias.



Viaje a ninguna parte.

Empacaste tan rápido que dejaste ciertas cosas aquí;
sombras de tu pelo en las almohadas
retales de tu olor en mis perfumes
y algunos pasos deformes sobre este piso de parqué y soledá.

¿¡Y qué sé yo a dónde fuiste!?
Empacaste tus perfumes y ya,
dejando tu aroma de muerte en este lugar de angustia y penumbra.

¿¡Y qué sé yo dónde te rindes para dormir!?
Mientras yo me derroto cada noche en este rincón por culpa de algunos inventos humanos.

¿¡Y qué sé yo de cualquier tipo que ha de ser feliz en tu rincón!?

...

(Me gusta morderte la boca luego de beber un poco de vino. -Me dices. Es como sangrar por la nariz sin darse cuenta)

...

Sí, de raras maneras hemos sido, de todas maneras fuimos, pero no.


Y me dejaste aquí, derrotado como un muerto
mientras tú, allá, feliz como un sol.

Entonces me pongo de rodillas nuevamente
sobre la sombra de tus medias mal dobladas y rotas, como las rasgaduras y anginas típicas de tu corazón malo.

Me quedaré con los accidentes en tus caderas de curvas moderadas -me digo.
Secas, tibias o mojadas,


es verdad, hace tanto frío aquí que tus dedos allá donde te encuentres se pondrá azules.



A la dama Blanca.

Oh magia negra regresando del silencio en el dulce mundo de tu canto
y sobre tu navaja inquieta tirita el frío que nos mira
es algo así como el amor
o animales oscuros bajando de los árboles para follar
con muertos que viven dentro de nuestras narices,

porque hasta los malos manantiales llegan a buenos ríos.


-Horas antes en la calle-

(Un anciano deforme me sonríe
le extiendo unas monedas con la mano que uso para masturbarme)

Tengo tanto frío
hace tanto frío
que algo en mi corazón quiere estallar
mientras vomito cada cinco minutos mi alma por partes.


     Sí

te necesito

pero ya no te necesito.

Dios escapó del infierno
escribe oraciones que se adentran en este respirar lento 
en todo esto que es mi respirar lento

       lento...

hasta dolerme rápido.

Sí, nena,

te digo

mientras mi voz se queda entre tus piernas y mis dedos hacen un dibujo raro dentro de tu boca

sí, nena

te vuelvo a decir

cuando mis verbos se destruyen en tu lengua.

Sí, nena
mi piel es un esperpento que ya no duerme
que nunca duerme.

Ajusto mis dedos dentro de tu sexo
y tus pesadillas vomitan pesadillas que tuviste cuando no dormías conmigo
me abrazan a mitad de la noche
luego de haber inhalado tanta mierda
solo para ver si me derrotaste.



A esa muchacha de pechos grandes. 

Me gusta tocarte justo ahí
es como conocer el cielo en esas dos nubes de aire caliente
me gusta ver cómo quiebras tus rodillas hasta caer frente a mí
para que hagas justo ahí con la boca
lo que a ti tanto te gusta.



A Ivonne.

He visto tumbas más felices que tu alma
durante ese segundo que duras en mi calle

y te marchas
y ya no te quedas
y algo en mis adentros ya no sufre

como un evento mágico
del cual ya olvidaste el truco.




Una gata blanca igual a un gato negro;
hilo dental sabor a menta, hisopos de algodón, Oral-B blanqueador y rayos de sol entrando por la ventana del cuarto de baño lastimando nuestros ojos de resaca y mala noche y drogas y sexo y torpes conversaciones. Todavía te recuerdo, únicamente con tus bragas celestes bañadas de sal y tristeza, y tu bermejo pelo mal peinado, danzando sobre la cama blanca mientras yo te miraba desde abajo; la marioneta sexual más hermosa del mundo.

Te pareces tanto a mí, decía esa gata 
con sus grandes ojos y sus largas patas.

Y ese alcohol contra la rabia en mi boca que mezclabas con tu lengua
y esa crema de manos o aceite de chocolate para la piel que era nuestra piel,

tan igual a mí

con tu bebo porque debo
ser feliz hasta que duela el último hueso
y olvidar incluso ese futuro que no tuvimos nunca, repetías siempre en mi oído entre ronroneos para no decirme te quiero,

tan igual a mí

con tu risa escandalosa y tu boca besándolo todo

de alma extranjera en cualquier país que a fin de cuentas era mi país
con ese me he perdido dentro de tu palma, solo cuando estaba llena de coca,

tan igual a mí

cuando nos desconocíamos en todas esas camas y desiertos y ruinas y algo más,
amarrados como gemelos hasta quitarnos el aire,
tan igual a mí

con tu pelo bermellón de una estrella que ya se ha ido y sus ojos besando la tierra mojada.



Tan igual a mí

como verbos que todavía no aprendemos a decir
con paisajes que ya no existen

sí, un poco iguales

en tu baile que me pierdo
en tus curvas que me pierdo
en tu boca que me pierdo
y me pierdo
me pierdo
dentro de todo tu sexo empapado.

Hubieron épocas más hermosas que nosotros -pienso

sabes que las hubieron, me dices,

pero tú

hiciste de este espantapájaros un muñeco sin luz natural

y la risa que olvidé me llevó a lugares de donde no convenía regresar
y las palabras que inventé te dijeron que esto no duraría para siempre
entre tus besos y mis mentiras, tu a veces te quiero y mi intento de ya no quererte nos embriagamos cada noche que fueron pocas las noches...

En estos momentos tú duermes bajo el frío calor de un buen esposo mientras yo
todo yo
quemado como un pajarillo en la hoguera,

me despierto
en esta tu cama mojada
mojada con tanto frío.


Jueves cualquiera de un mes malo de un año aún peor, llego al bar de siempre donde noté que la muchacha, (casi) más hermosa del mundo estaba en la barra que también era mi barra
con esa rubicorta cabellera y esas tetas pequeñas de sombras rosadas y esas gafas de marco rojo y esas manos alargadas,

ni el sol tiene ojeras tan cansadas, me dije.

me mira
y le miro

dos y tres y cuatro veces

pero llevo menos de media copa

y esa extraña alergia en mi corazón se duerme con ese poco de arena que tomé antes de llegar,
le invito un mojito a cuatro bancas de distancia y,

me mira
y le miro
me hace ese gesto de salud

dos y tres y cuatro veces

pero llevo menos de media copa y un poco de alergia en el corazón

a las tres copas ella me habla de algunos lugares que ya conoció y que mis ojos son lindos
a las tres horas me la come contándome que las mujeres en su país son buenas en ello mientras no deja de mirar mis ojos
a los tres días me dedicó cada martes y jueves y lunes y domingo, pero no ese domingo 
follando como animales tantas veces hasta que duela caminar.



A Margot.

Mientras él tocaba tus tetas en el cuarto de arriba
yo bautizaba el sofá de tu casa de campo con alguna prima nada mía 

dejé que pasara aún sabiendo que tus piernas imploraban por mis manos

y tu boca

esa boca color caramelo

rogaba por mi índice

ese índice que rezó bajo el umbral de tus piernas pocos cortos minutos,
mientras hacíamos una cruz con nuestras lenguas,
en esa habitación 

donde yo torpemente intentaba quitar esa mancha de grasa en tu vestido, logrando que todos, incluido tu casi novio se incomoden porque nosotros en solitario allá arriba nos tomábamos nuestro tiempo. Tú me miraste con esos ojos morenos y desconocidos mientras los míos solo querían mirar el interior de tu escote donde escondías apretadas esas grandes tetas, y cuando levantaste ese vestido corto algo en mi interior empezó a emocionarse, eras piel y azúcar para mi alma muerta, te lancé un piropo donde eras la mujer más hermosa del mundo y tú, me diste permiso con la mirada para que yo con toda la prisa de un loco me derrumbe delante de ti, princesa de los sudores de verano, me caiga doblando las rodillas frente a ti, princesa de los perfumes de Givenchy, entonces me abrazo a tus piernas, donde tú no pedías que me detenga y yo solo pretendía empezar a devorarte todo desde ahí. Subí poco a poco por ese camino imposible de tu ropa hasta tu boca, donde con tu baba mutilando mi lengua me pedías que ya no me detenga, torpes y calientes. 
Con tus manos tocabas todos mis espacios mientras yo, con las mías intentaba abrir esos tus pantalones cortos muy cortos de mezclilla, jadeaste un poco para ayudarme a bajar por tus hermosas piernas de café esos tus pantalones cortos tan cortos, atascándose a la mitad de tus piernas donde ya no le dimos importancia, me mostraste tu sexo hirviendo detrás de esas bragas blancas, expulsando una sensación caliente de aire. Te muerdo justo ahí y tú debilitas tus rodillas, hay sal ahí donde tu magia ocurre, babeas desde ese lugar un truco de hechicería con sabor a sal, flores y algodón. En tu boca reconocí tu sabor a vodka, baba y zumo de naranja. Mis dedos apretaban dulcemente ese espacio pequeño en tu sexo donde tu vida no significa nada, estabas tan mojada que solo recordar ese momento me pone sumamente cachondo, hoy después de tantos años. Sí, toda tu baba y el alcohol del vodka y la sal de ese rincón donde el algodón se moja con tu debilidad hicieron de mí un animal salvaje entre tu boca, tu escote desordenado de donde mal escapan tus tetas y esa concha tan caliente y húmeda que tienes. Entonces alguien empezó a subir las escaleras cuando casi casi me escondía dentro de ti, alguien empezó a subir y el milagro de la humanidad resumida en un poco de locura se apagó, acomodaste rápidamente tus ropas mientras yo me paraba firmemente, con olor a limón en los dedos y un poco de tu baba en mi lengua. Era tu casi novio, aún jadeante tú lo miraste sin mirarlo mientras yo, como el peor hijo de puta que ibas a conocer le sonreí. él bajó primero diciendo que todos nos esperaban para brindar y que la mancha en tu vestido ya no importaba, te quedaste un poco más para limpiarte la boca, tu rubor y tus ropas, acomodaste mejor tus tetas a lo que protesté con un beso que te elevó a los cielos y que si aterrizabas era solo para ponerte de rodillas frente a mí y hacerme eso que tanto te gusta con la boca, pero yo solamente pude besarte de una manera sobrenatural y dulce, y jadeabas tan despacio y rico que tu calor se quedaba entre mis labios. Meses después me enteré que habrías preferido lo segundo. Pienso que él nunca esperó eso de ti por lo que jamás habría pensado nada parecido a lo ocurrido... Bajamos poco después a la primera planta donde todos aguardaban por nosotros, la mancha aún en tu vestido y nuestros sexos húmedos y agitados, sin saber que empezaría uno de los mejores romances de nuestras vidas pero que duraría muy poco.



A un retazo de papel.

Cuando abres tus alas

alas de ángeles inmorales

entre la boca y la nariz

quedan tus encantos infinitos que duran pocos segundos,
como luces de neón en las ciudades que se acaban.



Ángeles y gatos.

He visto ángeles morir
justo en mi garganta
como gatos morir

entre mis garras.

Y cambiaría

todo ese acto inmundo que es la belleza

por ese instante de esperma derramándose en tu pelo.



12 gatos y medio.

Una rumana
porcelana de gato y cabellera leona

me cuenta de los que viven doce gatos y medio

mientras yo

queriendo quitarle a un gato que jode en mi ventana

todas sus vidas
o tres
qué más da.


La quiero en mi cama
con las ideas abiertas
y las piernas bien cerradas
conmigo apretándome ahí.

Una rumana con sombra de muerto
me contaba
que la vida dura doce gatos y medio
mientras yo

queriendo matar a un gato tres veces
¡tres!
o dos

para quedarme con su silencio.

Quiero su pelo nada moreno
su cara  blanca


y ese culo
sobre mi cama

un culo que tal vez valgan todos esos gatos de mierda en mi ventana.


Conocí a una rumana que me contó de los que vivían doce gatos y medio
ella no es un vampiro

es una muchacha con un culo riquísimo
sin ideas en las tetas
con las bragas siempre negras
los pezones rosa
y la concha tan húmeda que este gato de mierda en mi ventana dejó de joder,



A tu prima.

Caí

en tus profundidades todas

me escondí
en tus rincones todos

y logré hacer un lugar
dentro de tu pelo corto
con mis ideas quitándote los vestidos
en ese tatuaje que tu cuello tantas veces adoró.

Caminé
tu borrachera de whisky
tu boca intentando no besarme

y mi cama cayendo a pedazos cuando te giraba sobre ella para cogerte mejor

y tu culo era una flor apagada
y tus tetas nada modernas flores nuevas
y tu concha

mojada como esa mar que no tocamos nunca,
apretaba un mundo en solitario,

y salado es tu momento en tu mitad

cuando mi novia dormía

en la cama de al lado.



Larala lala. (Tarareando una canción de Tom Waits)

Los demonios han salido a la ciudad
con sus trajes elegantes y coches último modelo.

Llevan coca en la nariz
tanta coca en la nariz
que al verlos pienso
que no hay gente buena en esta ciudad.

Larala lala
Larala lala.

Los ángeles habrán muerto para la madrugada
porque llevan tanta coca en la nariz
que al verlos pienso
que  los dioses que no existen se equivocan
porque no hay gente buena en esta ciudad.

Bebo un poco de licor de alguna botella barata
el tabaco se acabó
alguna extranjera sonríe amablemente
y todos en esta ciudad han muerto,

sucede que llevo mucha coca en la nariz
tanta coca en mi nariz.

Larala lala
Larala lalala...



Runrún.

Hay dos mujeres con mi nombre
las dos
han olvidado los suyos.

Y las recuerdo como ángeles subiendo por mis sombras,
hasta caer

en este pozo

que todavía no termino de construir, 
dentro de mi corazón,
a punta de felicidad y cocaína,

hasta que por fin,

me olviden esas dos mujeres que llevan el mismo nombre.



Blanca.

...Blanca llega hasta mi mente
jura que ella es diferente
y es hermosa hasta en su forma de mentir.*

Cuando toco tu piel con la punta de mi nariz
abres un universo  que se acaba dentro de mi corazón
                                
                             y agitado
                                            muy agitado

como un caballo luego de una carrera que jamás ganó
solo quiero apagarme.



Dulces de algodón.

¡Oh blanco esperpento de la nada!
que guarda ese miedo salvaje
ese brutal golpe contra la pared
como un infinito que cabe apenas en un tatuaje.

¡Oh blancura del diablo o poema del infierno!

Que arde
arde y quema tanto,
todo dentro de este lugar
este quieto lugar que es mi nariz.

Mis huesos mueren cuando llegan a tocar tu piel

y dime Vallejo

¿Qué hago con este fémur que no arranca?

dime Bukowski

¿qué hago con este estómago que me llora?


Porque frágil es la duda que cabe dentro de tu nariz,

como una lengua blanca se adentra
y se hace dueña de lo poco que queda dentro de mí
con esa oración me refiero a mi alma.



Oh blanco esperpento de la nada
magia sin truco de pesadillas breves.

¡Oh, frágil instante!
como patada de caballo
entre mis ojos.

¡Oh blancura del diablo!

Justo entre mis ojos.

Y dime Bukowski... -Intenté decir.

Mejor dime si alguna vez lograste ver un corazón herido en el fondo de esa botella de ginebra, me dices recostada en mi pecho.

Solo estoy sangrando de una manera que nadie comprende, te digo oliendo tu pelo.

Eres como el sol escondiéndose en horizontal, te digo nuevamente, solo para volver al principio.



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