miércoles, 26 de febrero de 2014

Los bailes eternos



El beso no es un lugar para la lengua
por razones humanas 
comprendemos
todo ese odio
entre esas armas simples
-como deudas eternas,
o frágiles rosas ya secas
dentro de uno
sólo para mojarse.




Pan para las aves.

Dios no está en la casa, desde que te marchaste con esas formas en tu vestido, dios no está en la casa, porque la cocina es una tumba de fresas y harina. No, dios no está en la casa, ni en la cama donde tantas veces me quitaste la vida, ni en el salón donde muchas veces me la regresaste. Nada que venga de dios quedó en esta casa, porque a tus manos se aferraron todas esas cosas, con sus voces y sus miradas y sus todos, cuando en tu eco te fuiste por esa ventana, donde raras aves posaban algunas tardes por un poco de pan que les lanzabas con tus alas.


Todo el mundo en calma.

Como un burdel
dulce
y gris
es la voz de todo ese sexo tuyo
que se abre
y se sonroja
y se hace mar
y sal
y todo
bajo mi lengua
cuando se abre
lenta como la media noche
así
en su brisa más pura
y dulce
y gris
y dulce

sí...

-¿Entonces, qué pasa con el sexo?, chillas.

Yo a un lado de la cama como un animal herido
me quiebro un poco más
desde las costillas hasta las sombras
me quiebro

-¿Harás de mí esa figura que tanto adora tu sexo?, chillas nuevamente.

Yo me levanto como un dios
y ya dentro de todo eso que es tu mar
sal y arena a la vez
exploto como todos los verbos juntos
y luego en tu boca
al salirme de todo eso que son tus adentros
para que devores
como tu sed misma
así
educada
y no
apresurada
y no
y todo lo demás junto
y no...

Entonces caigo
y vuelvo a ser el mismo animal herido del principio
sintiendo
luego de toda esa furia
y ese odio
y esa grotesca forma de acariciar tu cuerpo
y ese gemir gigante
y ese explotar en tus bocas
la calma
esa calma única
sí,
sí...



La ventana.

Justo debajo
ahí
justito ahí
envuelta en esa piel de seda
y bruma
y llanto
y algo de semen
debajo
de ese cuadro inmóvil
de vidrio y aire
tu figura duerme
envuelta en una idea mía
que es
llanto y bruma
con gotas de semen
que explotan en mi puño
hasta callarme.