miércoles, 17 de abril de 2013

Te recuerdo muy bien...



Quedarse sordo no es tan malo, en primer lugar dejas de escuchar la vida de los otros.





El problema del mundo.

El problema del mundo es el hombre
que con sus colores degenera mi raza
que es
no un cuerpo de sal y barro
sino uno de hueso con odio.




Te recuerdo muy bien, (By Cohen)
allá por donde las olas eras pocas,
estabas tan quieta que parecías estar muerta,
tus dedos arrugados por el frío y el copo rojo en tu nariz a causa del invierno
¿trajiste algo de carne? -preguntaste
cuando yo me acomodaba sobre algunas maderas que la mar trajo
no respondí
quedaste así
como si estuvieras muerta
con los pies arrugados por el tiempo y algunas costillas marginadas por la creación de ese dios que jamás existió.
Y dices:

Así es como quiero pasar mi vida entera,
como si estuviera muerta.
Entonces me levanto y voy hasta donde tu cuerpo descansa
me recuesto a tu lado y trato de calentar tus uñas
me miras al girar, desde tus ojos hasta mis adentros
no sé qué pretendes
me robas un beso
acaricio luego tus dedos con el odio que se tienen los hombres entre sí
aún cuando se están adorando.

Entonces te oí decir:
Te necesito, no te necesito (By Cohen)

Me levanté del lugar donde me había recostado
tu copo rojo sobre la nariz se había apagado un poco
miro las olas que siempre fueron pocas
miro el horizonte y pienso -Tanta lluvia queda por soportar...

Y vuelves a decir:
Te necesito, no te necesito (By Cohen)

Retrocedo algunos instantes y me hallo nuevamente sobre los maderos que la mar acarreó alguna vez, deduces que estoy a tu lado. Giras la cabeza y me encuentras, vestido con algo de calor, porque el invierno en los meses de marzo suelen ser terribles.
Tus dedos son rocas y tus pies también lo son
me llamas con los ojos
con un gesto en tus pestañas
sin meditarlo me acerco hasta donde tú estás
te miro desde las alturas y algo en mí pretende asesinarte
como enamorándome.

Justo ahí un hombre aparece, trae mallas de pesca y carnada de pollo, su rostro es duro, sus manos son duras, el frío en sus ojos también. Nos mira como quien mira a la nada y sigue su camino. Los hombres pescadores siempre serán inmortales -pienso.
No lo son dice ella, nunca lo fueron...

Te pones en pie, tus piernas son dos almas enteras, tus ojos dos mares verdes y marrones, no hay olas en tus pestañas, sólo gestos enormes, con risas enormes, y besos enormes.

Entonces te fuiste, ¿verdad, cariño? (By Cohen)
y te vi desaparecer entra las olas verdes del campo. Esa fue la última vez que te vi.

Y te fuiste, y nunca más te oí decir: te necesito, no te necesito... 
Te recuerdo muy bien... (By Cohen)

...allá por donde las olas eran pocas.