sábado, 2 de marzo de 2019

Dos cuentos a un amigo y algunos poemas



"Lo divino mira a Dios, lo humano mira al hombre. Mi causa no es divina ni humana, no es ni lo verdadero, ni lo bueno, ni lo justo, ni lo libre, es lo mío, no es general, sino única, como yo soy único. 
Nada está por encima de mí."
["El único y su propiedad”, Introducción, de Max Stirner]


El diablo es sabio por diablo.

"Si quieres hacer bien las cosas debes empezar desde abajo." Nos decía ese hombre que lo había perdido todo tantas veces, tontas veces, todas las veces. Sentado en la cabecera de la mesa donde era el mismísimo rey del mundo, con su copa de whisky a un lado, claro, le escuchaba yo, un adolescente imbécil que creía que se lo merecía todo. 

Con una novia que sabía preparar la cama de una manera que ni los hoteles de cinco estrellas superarían, algo bonita y perfecta nariz de carácter jodido pero no. Con una traición o dos como amigo que aguantaba todas mis borracheras cuando no queríamos estar tan borrachos y, con las pocas amantes que un muchacho imbécil que creía que lo merecía todo podría tener, ellas que me chuparon la pinga de maneras que hasta ahora no logro olvidar. La verdad no estaba tan jodido, por las tardes mientras abría una cerveza intentaba ser un poco menos infeliz y a veces lo conseguía.

A veces pienso que la noche es parte de un chiste cruel, como la vida o ese susurro de los muertos que nos persiguen, por ratos te dan tregua pero por otros no, de todos modos luego de llevarme a caminar con ellos siempre me mostraban el camino hasta tu casa.

Apenas quiero levantarme de esta cama tan incómoda pero me levanto, acomodo mis húmeros y me pongo las rodillas a la mala como ese hermoso Santiaguino, un café o menos, a veces alguna cerveza o dos o tres e incontables pajas. Apenas estoy regresando de aquel lugar de donde hasta las ballenas más viejas no intentaban volver, ¿qué más daba si allá se estaba más o menos bien?

Hoy me cuidan dos ángeles que todavía no me asesinan, siento el sol más amarillo por las noches que a medio día, ya no fumo por principios ajenos y empecé a dejar las malas costumbres que tomé de la buena vida porque maltrataban mucho. Me empezó a gustar un poco la mar mientras tuviera los pies cubiertos, es algo que no soporto, arena seca luego de mojarte los pies con agua y sal es como cerveza al tiempo en esta ciudad de mierda que se llevó hasta la letra f de mi teclado. Sí, estoy regresando de ese camino de elefantes que no tiene vuelta, bajo el sol de tu pelo moreno y tus piernas azules y esos esqueletos de gigantes.

Creo que me siento un poco triste, por ratos me gustaría gritar como Al Pacino en el Padrino III, en absoluto silencio sobre esas frías escaleras casi rodando sin vida y con el corazón atascado en la garganta, viendo caer derrotada a la mujer que más amaba en este mundo de sangre, baba y semen, sí, quizá también estoy un poco deprimido, ¡mierda! ¿me traes una cerveza?

Tus sujetadores son como flores en mis índices luego de cogerte tres veces, como tus rodillas que rojas iluminaban mis espacios desde allá abajo,
entonces empezabas a llorar
...
pienso que ya no podías más con todo eso, lo noté muy lento luego de ver tu cara de puta cuando te corrías sobre mí

definitivamente iré al sótano por otra cerveza en esta casa de mierda, es mi manera de empezar.



Se llamaba Soledá.

Y se llamaba Soledá
con su tristeza en la O
esa felicidá de la gente en las fiestas y la noche.

Y si la risa era jajaja
la pena volvía no no no.

Y se llamaba como tú
con todas tus amigas juntas
porque hasta en un cactus las espinas
aparecen por acompañar solamente
no para embellecer más su flor. Solo quería decirte eso, hija de puta. Le dije a la hija de puta que me rompió el corazón una sola vez luego que yo rompiera el suyo todas nuestras veces, así como ese culo tan hermoso y apretado dentro de sus blue jeans o bajo sus vestidos de flores en esos veranos limeños que hasta ahora no he vuelto a querer en nadie. Solo quería decirte eso, hija de puta, le dije a esa muchacha que adoré con locura tantas veces, tontas veces, todas las veces. Llevabas aún el pelo corto, las piernas largas, un poco de tristeza en los ojos y toda la felicidá del mundo entre los dientes.

A veces pienso en tu larga sonrisa como tu soledá larga que a veces también regresa, y aunque ya no me suicido por ti me jode que primero llegue a mi mente eso y luego tu culo apretado y hermoso. Dejé de preparar tereré, eso fue un gran comienzo, mientras escucho a un perro ladrar bebo un poco de mate caliente y sigo escribiendo. 

¡Mierda!, hace tanto frío que podría tomar un poquitito de whiskey, miro la botella un rato mientras Hubert Sumlin canta Sometimes I´m right y me meto en lo más hondo de esa botella, me gusta nadar ahí, siento como si me cargara alguien. 

Ojalá, 
y cuando las palomas se vayan de esta plaza entre azul y moreno y amarillo y blanco donde con sus viejas bancas y sus broncas y sus meadas y sus perros y sus borrachos, el sol aún se agacha tranquilo.
Una rubia pasea moviendo las caderas al son del frío en esta ciudad de mierda que nunca duerme, me dices que el mundo es cada vez más raro, que Chabela lo dice, y dices también que las ilusiones y el amor son conversaciones entre el sol y el cielo entero que ya no suceden.

Intento hacerte caso pero no, estoy demasiado drogado o asustado que es lo mismo, y me das tanto miedo, miedo de muerte, miedo físico, sí, todos los miedos. Decido marcharme mientras suena el blues del Bosón de Higgs, y aunque extrañaré tus toallas siempre tibias y tus pies siempre fríos, pienso que fuimos igual de fuertes que esas torres gemelas allá en Nueva York. Así lo dijo ese asturiano que tanto adoramos después del tiempo de las cerezas en ese septiembre del 2006. Por eso me marcho, con mi yo, con mi mí, conmigo, así me marcho de todo esto que eras tú.

Entonces el mundo se detuvo, todo ese tráfico que es la vida se detuvo, todo parecía una casa con sus familiares adentro, al borde de una mesa donde una ensalada de fideos, un buen corte de carne y una botella de vino tinto iluminaban las tetas de aquella prima que hacía del mundo algo tan perfecto que se detuvo completamente. El pan es maravilloso, pensé.

Yo aprendí a amarla con locura mientras ella solo se desenamoraba de mí, entonces llegó la torpe tarde y la sangre y su baba y mi semen y algunas pipas de hachís, con sus medias siempre puestas porque sus pies eran más fríos que los míos, sí, llegó esa tarde donde te pusiste medio Pedro y me negaste casi dos veces mientras yo metía la mano en el escote de esa hermosa prima de piel tostada por el sol, sí, al día siguiente ya nada importaba y el mundo volvió a girar. Aprendí a olvidarte en cada lengua y toqué cada clítoris que pude y empecé a beber café y dejé el hachís por cosas más fuertes y, el mundo siguió girando como giraba tu lengua alrededor de mi falo para calmarme. Pienso de qué color será el interior de tus ojos, en mi mente meto mis pulgares en la órbita de tus iris solo para saberlo, pero mi eyacular es tan intenso que olvido que mis rodillas no son tan fuertes. Me gustas hoy más que ayer, te digo, pero tú sabes que nunca te quise como a ella.

Tengo el cuerpo hecho mierda, la cara gastada, carajo, esta cerveza se calienta un poco más rápido que la anterior. Ya no me gusta dormir contigo, quieres que te coma la concha mientras tú intentas dormir. Tengo las puntas de los dedos algo cansados, te digo, y me gustaría que me comas el falo de esa manera que solo saben hacerlo los  hombres, que me descoloques las rodillas hasta que los dedos de mis pies se desvanezcan, quitarme los húmeros para quedarme a tu lado por siempre. Demoro un minuto y ya estás dormida, no es hermoso verte dormir, eres como una canción mal hecha, tú sabes; una buena letra, un buen sonido, y esa mierda que cuenta Joaquín que nadie sabe qué es pero que es lo único que importa.

Me gusta mucho el café y este día de mierda donde nada sucede no tanto, te digo mientras intruduzco mis dedos en tu concha,

y te mojas
                 y te mojas

     pero no despiertas.



Hoy no me gustaría salir de la cama.

Te gustaba mucho mi pinga curvada
quedabas sorda de tanto chuparla
y cuando por fin te rompía desde adentro
tus gritos eran tan torpes que yo no sabía
tu pelo corto y tu culo redondo me llevaron a ti
tú menor que yo y yo más imbécil que tú
recuerdo esa tarde que llegamos a casa,
trepamos en mi cama
me colocaste un preservativo que llevaba siempre en la billetera y luego de chupármela un rato te montaste en todo eso que era mi ser entero y te la metiste entre tus piernas,
volviste a chupármela de un modo que yo aún no conocía y te la metiste nuevamente en tu concha caliente, luego me besabas con tu sal y tus profundidades y tus secretos
me ahogabas de una manera tan sublime que a veces me dejo caer recordando eso
tú siempre mojada como un avión bajo la lluvia
yo más imbécil que tú
y nos cansábamos y no
y nos apagábamos y no
y nos íbamos y no
hasta desaparecer cada uno en una dirección

tal vez nos volvamos a cruzar algún día, pero no ahora.


El tiempo de las cerezas nunca llega a noviembre.

Catorce de febrero
noche lluviosa
una fiesta desenfrenada en esa ciudad de mierda
me fui y luego me llamaste por teléfono
dos palabras tuyas y estaba frente a ti
un taxi
un bar
dos whiskys y mi cama
tú de interiores negros y yo de desnudo soberbio pero blanco como esa cosa que metía dentro de mí
entre tu "esto no está bien" y mi falo rozando tu concha
tus tetas de goma se dejaban manosear por ese quemarse rápido de mis manos
te movías de una manera que yo ya no podía, quería correrme en todas tus bocas juntas
pero tu lengua fue tan amorosa
se quedó en mi mitad todo lo que un sueño dura
y te giraste para dejarme ver tu espalda iluminada en ese apagarse de mi habitación
y desde ahí
suplicabas que te llame por su nombre
-sí
ella será siempre a la que más quisimos, dijiste-
y acabé dentro de ti.



Me volvería a equivocar otra vez.

Me gustaba ver las horas pasar mientras te miraba
tú eras hermosa
ahí abajo
bella y radiante entre mis piernas con tu lengua mutilando mis sobras y todas las sombras de mi falo
y tus ojos en mis ojos
como pidiendo un poco de caridad
como suplicando una buena calificación o misericordia.


Yo que hice sangrar tu concha virgen en el único baño de tu casa cuando tu hermana dormía
tú que intentabas bajar tus interiores grises para que mi falo entero rompa esa pared de un solo romperse
y cuando escuchamos eso que escuchamos
paramos todo eso que todavía no manejábamos tan bien
yo iba a mil y tú ya regresabas
entonces guardé mi falo dentro de mi pantalón mientras tú me pedías que siga
y yo seguía pero no
y tú regresabas pero no
y nos apagamos.

Me gustaba ver las horas pasar mientras me mirabas...


Algodón.

La primera falda que quité fue la tuya, yo te miraba desde tu sofá
tú desde tus escaleras la levantabas muy despacio mientras tu madre preparaba la cena apurada
con esos ojos de puta y la cara de arrecha lograste en mí una erección en cinco segundos
me acerqué y me dejaste meter mis dedos en tu concha
estabas húmeda como una flor de inverno
cerraste los ojos y te doblaste
segundos después recapacitaste
tu madre hacía la cena muy cerca
yo lamí mis dedos y tus ojos se rompieron de una manera única
hoy te romperé el culo, dije con los ojos sin decirte nada
y tú me miraste como ya sabiendo que te iba a romper el culo.

Cenamos al rato y tu madre subió como siempre a su habitación
una película que no recuerdo en la tele y mis dedos entre tu concha y tu ano
tú arrodillada en el sofá me dabas la espalda para que yo te coja desde atrás
una mano mía tocaba tu concha y la otra seguía entretenida en ese hueco apretado
tú rota como una flor de verano caíste al suelo
esperando que meta todo eso que era mi juventud entera dentro de ese espacio tan ajustado
y sucedió
tú sufrías entre tu me gusta y me duele
entre tu no pares y no sigas
yo empujando entre mi baba y mi locura
entre lo marrón y lo ajustado
siete segundos después exploté a mitad de camino
tú quedaste rota doce segundos mientras yo intentaba detener ese temblor raro de tus piernas
luego te colgaste de mí y me besaste entre tu baba y mi baba
sal rota con sabor a pies y fruta
estabas loca
yo un poco sordo,
pienso que tu madre supo todo lo que hicimos esa noche en esa sala que tantas veces nos vio apagarnos, a veces hasta pienso que ella se tocaba mientras nosotros comprendíamos que la juventud era descarada, así como ella nos lo decía siempre que nos preparaba la cena para irse corriendo a su habitación. ¡Infección de mierda al día siguiente!



Caricia para un muerto.

Tu boca es una cruz
un largo sentimiento de tristeza
y cuando cae la lluvia
el suelo es una mueca tuya.

Lluvia insignificante
como todas esas madres que me abandonaron,


hay un puente y pienso saltarlo
brilla más que un sol o dos

lleva una luz que se apaga justo en mi garganta
es un gran puente
y cuando lo salto
se apaga justo en mi garganta.

Escucho tu voz
cuando dentro de ti
despierto como un muerto

frío
tan frío
que soy esa mueca dentro de ti.


Pajarillo azul.

Tengo un muerto dentro de mí que no puedo matar
intento
intento pero no puedo

pienso que es más fuerte que yo
sí, es más fuerte que yo

¡inmortal e inmoral!

Hay un muerto dentro de mí que no puedo asesinar

le lanzo veneno
mujeres que no se pueden contar
historias oscuras y algo de cocaína


le llenan de caricias todas esas brujas que se apropiaron de mi alma


es un muerto con forma de mujer o algún animal parecido

un muerto que no quiere morir

y está dentro de mi alma

justo ahí
en esa esquina que no importa
en ese lugar casi muerto

duerme y comparte sus pesadillas conmigo
despierta y no quiere morir
ojalá se quede quieto mucho tiempo
como ausente
para que así deje de hacer falta.