viernes, 22 de enero de 2010

Veintidós (Instante diez)


Porque también de sus manos aprendí a beber su forma, sus gestos y su amargura.


En cofre de verbos y escritores la guardo, la guardo como al mayor de los tesoros, bajo mis manos como llaves, bajo mis huesos como fortaleza, la guardo para no dejarle marchar, porque también las hadas más bellas saben marcharse. En cofre de hojas escritas y poemarios completos la escondo, la escondo como al mayor de los rubíes, bajo mis húmeros como frazada, bajo mis pies como soporte, la escondo para no dejarle escapar, porque también las más hermosas aves aprendieron a escaparse. Ella, que como la flor de azalea se comporta, a placer por el viento se mueve, y el viento, que en este momento mis caricias son, la mecen a su gusto, porque de ella son mis manos y también de ella son mis pasos. En cofre de libros y relatos la tengo, la tengo como al mayor de los regalos, bajo mi piel como lienzo, bajo mis tiesos ojos como faroles, la tengo para no dejarle ir, porque también princesas como ella apetecen alejarse.

Dedicado al eco del bandoneón, que como sutiles olas en el mar, en mis oídos resuenan.

A Cambalache, for sentimental reasons.

lunes, 18 de enero de 2010

El viejo viaje del viejo


C
atorce mil años busqué la roca desmejorada, cuando el polvo aún no existía, tengo los callos en los pies, las llagas en los pies, las espinas en los pies. Y de nada me ha servido haber hallado el vacío entre tus dos rotundas quebradas. Desde siempre me enterré en los abismos interminables, buscando el perfume que la flor había perdido. Lo sé, busqué en el norte el sur y sólo encontré una lesión mayor a mi verdad tan pobre. Esta vez no esconderé el colchón y, sobre la cocaína tenderé mi piel y tu piel; mis ojos, y tus ojos también. Porque sobre esa mancha blanca cometí los viajes más cercanos a la muerte, donde muere uno, donde nace uno, y quiere uno seguir muriendo y naciendo, y todo a la vez.
Catorce mil años caminé por los valles vacíos de la angustia, donde la tristeza mayor era seguir viviendo. Mula de carga que sobre sus lomos tenía el peso del oro blanco, caminando entre la maleza, entre el barro y la lluvia; perdiendo las huellas, la senda, y una vez más, la vida. Lo sé, he perdido el detalle que es vivir en soledad, el detalle que es comer carne cocida, el detalle que es beber a penas mi saliva. Lo sé, busqué el sur en el norte y sólo encontré tu espacio tan mojado, como la sangre y la voz, como cuando se corta la piel con la hoz hasta que todo se convierta en grito, hasta que todo se desvanezca y vuelva a crecer. Frente a frente grita mi español favorito, mientras en mi último viaje, el mas viejo de mi viejo existir, voy sugiriendo el sustento blanco a mi ser, a mi justicia inexplicable, luego de catorce mil años más, volveré a despertar.

Inspirado en un viaje al norte mi ciudad, donde todo vale mucho, y donde poco siempre es suficiente.

domingo, 17 de enero de 2010

Al norte del norte


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.."Y a las personas no hay quien las entienda, será que a lo mejor les resulto tan extraño sí,
como ellos los son para mí"...

Enrique Bunbury

Desde el norte ha llegado otro norte, donde los indiecitos de mierda huelen terriblemente mal, lugar donde los pies campesinos son indiferentes al calzado, lugar donde la carne es caviar y los perros escuálidos guardianes de la pobreza. El sol las espaldas quema, las frutas se desintegran en el suelo extendiendo sus gusanos sobre la tierra, así hasta que todo se convierta en hierba.
El agua pesada del río que baja por una quebrada no mantiene peces y son los sapos los que han construido un nido casi al borde del camuflaje, alimento de la víbora y del absurdo del hombre, alimento del borde, de la fijación al sin sentido, algo que se mece sobre lo plano de una espalda oscura. Desde el norte ha llegado otro norte, donde los caminos son senderos inquebrantables, como sus leyes, como esas leyes que se funden con sangre, con asesinato, así hasta que todo se convierta en vida, otra vez.

Inspirado en una tarde de enero, donde el sol quemaba más de la cuenta, y los indiecitos apestaban más de la cuenta también, un lugar al norte del norte.

domingo, 3 de enero de 2010

Aleteos de mariposas


E
lla se toca con mis manos cuando en el pensamiento se dibujan mil ideas del pasado. Ya no sé si recuerdo el sabor de sus besos, o es que ella me besó menos de la cuenta. Quizá en el verbo más ajustado a la palabra encuentre un detalle de irreverencia, quizá en una prima, el amor de sus pechos me regalen la ofrenda del número par.
La deseo como se desean algunas cosas, y es mi sexo el que penetrar su alma quiere, y llegar al goce máximo de los pubis, cuando en el brote de la locura los cabellos se hacen lazos y las espaldas acordeones. Sí, aún recuerdo esas cabalgatas sobre mi cama, cuando yo era un jinete infinito de orgasmos y ella, la recepcionista de todos mis sacrificios.
Culpables las canciones sin dueño que me cantabas, el tequila tan barato de tu excelente bar desafinado y un par de liendres de hachís. Tal vez todo junto hagan un tú y un yo desnudos, como en la tina la sangre y el agua se unen nosotros fundimos pieles, sexos, fluidos, calaveras y todo. Porque todo al final siempre resulta tan poco, y poco, siempre suele ser bastante. Dice la poesía más vulgar de todas, que la carne del niño muerto es la mejor de todas las carnes y, mejor aún si ese niño es el que te escribe asesinatos en cada espacio de tus caderas, como cuando peina la tierra el buey cansado, de la misma manera he dejado mi semilla en tu interior.
Ella se toca con mis manos cuando sobre la cama su entrepierna clama mi nombre, grita antes de correrse, exhala humo de hachís y sonríe asquerosamente. Ella, también come del niño muerto entre los aleteos de aquellas escorias de colores, chabacanos seres de forma irrazonable, síndromes de la causa injusta del gusano y mi falo.

viernes, 1 de enero de 2010

El primer grito


..."Se la solía ver, con un trozo de pizarra gris colgándole del cinturón,
aveces había algo que decir"...

Nacho Vegas

Ha caído un dios desde las entrañas del cielo, uno que se decía inmortal, ha caído y no tiene temor de parecer mortal. Sabemos todos, los que hemos llegado desde lejos, que la distancia siempre es mayor cuando se está sentado. Ha caído otro dios, desde las alturas del universo, uno que se juraba único, ha caído y no tiene temor de fingirse celestial. Sabemos todos, los que hemos ido a ningún lugar, que el recorrido siempre es mayor, cuando se está muerto.
Hombres que conocen a otros hombres en profundidades sexuales, saben pues que el amor verdadero es aquel que se tiene entre dos dioses. Vulgares hombres que a su sexo se someten, no hay más que desgracia en sus fluidos interminables. Sí, los dioses también lo supieron desde el principio, desde la costilla y el polvo, desde que tú eras una nada y yo lo era todo.

Ha caído otro dios, desde mi cama ha caído, aferrado a una idea no mayor a la de ustedes; señores, que han caminado a pesar de no tener pies, sepultan el esfuerzo en una vana sonrisa, ¿acaso no saben que nosotros también cojeamos aún teniendo pies? Imbéciles que asemejan su nostalgia a la de las putas, que como ganchos de metal cierran la boca del infeliz. Ya no sé si todo esto es un sueño lejano o solamente me lo contaron, tan sólo sé, que tu sexo ya no es mío, y el mío quedará enterrado en tu boca, así como lo fue desde el principio...