martes, 31 de diciembre de 2024

Los daños eternos (Segunda parte)


     
"(...) Devuélveme las estrellas de la infancia para que pueda emprender con los pájaros pequeños, 
el camino de regreso al nido donde tú aguardas." 

 Mahmud Darwish



Bondad humana.

Ya no creo en la bondad humana.

Creo, por ejemplo,
en todo eso que hace daño.
Alcohol,
drogas,
buenos amigos
y mujeres,

sobre todo mujeres.

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Y a veces, uno mismo.


Hay algo hermoso en ese polvo blanco.

Tres días sobre el sol
dos botellas de ron
algunas cervezas
vodka
vino
tequila
agua mineral San Mateo y dos trozos de pan de Bimbo con una mantequilla de mierda.

El culo hermoso de una italiana que solamente quería que me la reventara un par de veces se mueve muy, muy cerca a mí, parece un poema desnudo, tirita un poco por el frio y realmente tiene un culo maravilloso.

El sol es de la noche
ahora lo sé
porque brilla como esa última luz que casi todos vemos antes de morir
o esa cosa rara a la que alguna vez
todos llegaremos
justo antes de la media noche.

Suéter de lana de vicuña con caricias de algunos niños que perdieron la magia torpe de acariciar
y llegas tú
débil hoja de otoño con ese suave suéter
y caes donde el mundo verá otro tallo tan fuerte como los dedos de esos muchachitos muy adentro de sus sueños.

Falda de algodón
bragas de algodón
tetas de algodón.

Y tus hojas se quedan
quietas como todas las sombras en la noche
quietas como tus tetas cuando acabas
justo cuando acabas.

Pero nada sucede
ella es tan rubia
y se va con su militar que tiene la piel hermosa
la nariz hermosa
los ojos hermosos
-para ella
claro.

Se va con él y yo me quedo
apretando este culo limeño
dice que se llama Francesca
termina con el novio cada fin de semana y besa como las diosas
me busca cuando quiere calentarse un ratito bajo el sol los tres domingos de la semana.

           Un segundo bajo el sol
              dos segundos bajo el sol
         tres segundos bajo el sol
      y su piel es una moneda tibia
  tan tibia como su voz antes de decirme algo.

Tiene dos tetas que no conocen milagro alguno
tan hermosas son que ya no siento miedo.

Y mi corazón es un vidrio roto
justo a la mitad de sus noches
donde nos invadimos enteros con ese maravilloso sueño blanco...


Perros que duermen por la noche.

He ladrado tantas veces
todas las veces
en tu centro
que es un escorpión
con su cola levantada
o dos
o más
la fobia que nunca desaparece.

¡Oh, libro que dura una frase!

Una pintura que ya casi desaparece
o un busto que muere
en ese museo
allá en las Argentinas.

eres mágica
como ese primer instante del universo
que no se puede explicar
mágica como el sol en este lugar
                  este lugar que por segundos
        olvida que eres una estrella
   o más
muchas más.

He dormido a tu lado
tantas veces
en todos los lugares
en todos
tratando de borrar tu alma,
y esa sombra
que no me sirven para nada.

tengo dos instantes en mi corazón
uno de ellos te dice adiós
el otro
no sabe qué decir todavía.


Comida para negros.

Los restos
-mis restos
alimentan a esos seres inmunes al dolor
a esos seres que no saben rezar
seres inmundos
castigados hasta por la mano de dios.

Y yo soy esa peste dentro de tu cabeza
-mientras les das de comer
que escupe
cada sombra
cada espacio
de esos seres insolentes.


Gato.

Oh, hermoso ser
llenas la casa con tus movimientos suaves
como caricias de humo y nostalgia
colmas con tus trucos este recinto pobre donde mis huesos mueren

elegante y majestuoso
te elevas sobre el aire
como una burbuja
mirándolo todo
encontrando esas cosas que solamente tú conoces
y que presumes
con tu cola ancha
hermoso felino de ojos como el fuego encendido.

Te amé como a nadie y te defraudé como a todas. 


hice de mi voz una mentira abierta
como una herida eterna
junto a tu ronroneo quieto
para que te marches.

Oh, hermoso ser
ojalá aprendas a volver alguna vez.


El verbo.

He comido de tu carnes
cuando eras todo para mí
he devorado hasta tus sombras
todas tus sombras
cuando era todo para ti.

¿Y ahora qué nos queda?
Solo un poco de sal en la nariz.


Lo que hemos hecho.

He visto tantas risas
dientes
ojos
pestañas
ojeras
tetas
y pubis
he visto casi todo
de una mujer o más. 

He acariciado narices
cabellos
orejas
espaldas
pies
pezones
y clítoris
he acariciado casi todo
de una mujer o más.

Y tú
muchacha de los ojos marrones y cansados.

¿Qué hiciste en todo este tiempo que no estuviste conmigo?


Gin tonic.

Haces un ruido como un vals
pero te mantienes fresca y apagada
en tu mirada de gata que nunca olvida

y dices
que me quieres
dentro de toda esta escena de muerte y sangre

y olvidas
que me tienes
dentro de toda esta película de odio y rabia.

A veces te extraño
y los árboles dejan sus hojas
para que en tu tacto esos otoños tristes desaparezcan

otras veces te pienso
para que los inviernos que son eternos mueran algunos segundos
dentro de mi mano.

Haces un ruido como un vals
y cuando logro olvidarte
a veces
solo a veces
como ahora
logras aparecer.

Yo solo quería regalarte el mundo, 
pero el mundo no era mío ni de nadie.

-Otro gin tonic por favor, le pido al camarero.


Los dados eternos.

El poema dura
lo que demoras en regresar
en aparecer escribiendo
en gritarme callada
en silencio.

Si quieres matarme voy a dejarme matar
pero si aún vives allá,
iré a quitarte de mi cabeza.


Mundo feliz.

Tu sombra demorándose en mi habitación
tus caderas en la cocina con el pan
tus piernas cuando la mar queda lejos
tu boca
cuando desaparece el poema...

Quiero vivir en ese mundo que no existe.


Invento del hombre.

Existen ciertas cosas
sustancias que
hacen del hombre algo que yo no sé,
un poco de arena en el corazón o algo de odio
son la misma cosa.

Existen algunas sustancias del hombre que yo no sé
un par de tetas golpeando mi cara
o la concha de esa hija de puta
yo no sé,
aroma a flores o niños jugando
heridas un poco abiertas y tus bragas algo manchadas
yo no sé
es como si me cargara alguien
cigarrillos creciendo desde mis pies
como una mueca en tu sonrisa
yo no sé
un día o dos o junio o algo más
cosas del hombre
que yo no sé.


Los Caínes. 

Hermanos de la muerte
del hueso que muerde en la nuca
justo en la nuca
cuando tu seso es una piedra que se deforma
con la fuerza de nuestro odio. 


Ya no eres tan joven. 

Brillabas
hermosa como un sol
como un sol justo a medio día.
Eras la luz
del mundo la luz
justito a medio día.
Pero los años tristes acaban con todos nosotros
porque juntos los años devoran
esa luz 
y aparecen después
como arrugas
cuando el tiempo habla
tanto,
en nuestras caras.


He tomado drogas.

He tomado drogas
que me hacen hablar
quisiera callarme
pero no puedo.
Hay fantasmas por toda la habitación
unos pocos afilan las navajas
otros colocan una cuerda desde el techo
y algunos frotan sus garras donde antes había un corazón
intentando encontrar algo quizá
que les resulte familiar
algún sentimiento bobo
o el cáncer de una esperanza
con las manos de la muerte.

He tomado drogas
que me hacen gritar
quisiera parar este ruido
pero no quiero.


La derrota.

En el oscuro jardín de tu infierno
es mi voz
la que clama
es mi voz
la que llama
es mi voz
dentro de todas las voces
la que pide
un poco de piedad
donde tú disfrutas verme derrotado.



El colgado.

Me cosí enero en las costillas
para que el tiempo no pase feroz y esté quietecito allí
mezquino regalo de los dioses el tiempo.

Y me dejó sin un costado
como un Cristo que sangra
roto desde mis rodillas
imaginando un mundo feliz
mirando el movimiento de ese mundo en el techo donde cuelga una cuerda invisible
en ese movimiento de reloj
donde me ahorco
cada lunes
cada martes
cada miércoles
a las 3 de la tarde
a las 8 de la noche
y a las 6 de la madrugada.


Los daños eternos.

Oh, hilo de gusano
que brillas sobre tu nido plano desde la mesa
te adentras por mi pico más alto para adueñarte de todas mis honduras.

Oh, seda blanca de gusano
que aprendiste a elevar a los dioses que llevo dentro
hasta derrotarlos, y volverlos a elevar, para derrotarlos nuevamente. 

Oh, polvo de miel y locura cruel de gusano,
haces de mis dientes rocas y de mi lengua un nudo tibio de maldad y miseria,
¿acaso no ves mi felicidad? 

Destruirme ha sido lo más hermoso que pude hacer conmigo, trapear con mi alma sucios suelos hasta eyacular en las fauces del mundo, del lobo.

                         Oh, dama del subidón y del apagón
                   donde solo tu luz importa. 

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