jueves, 20 de octubre de 2011

Mariposas



Esas mariposas son hermosas, sí... son hermosas porque se devoran entre ellas...



En la cama recostado estoy, mientras cuelga la jeringa de mi brazo, se aferra al hoyo formado mientras en mi cabeza el regreso se hace eterno, hay resaca y ya no escucho, hay baba que ya no saboreo. En mis dientes hay restos de algo que parece alimento, algo que insinúa el olor a mierda de la mañana, y ya es de mañana, el día entra por la ventana haciendo de mis ojos dos trapos sucios que se cierran con legañas y hongos. Toca la puerta un hombre que dice ser mi padre, odio su voz y odio sus pasos y odio el recinto que compartimos, rompe la puerta el mismo hombre que es escoltado por otros dos, me sacan de los brazos y parece que estoy volando, hace frío y mi estómago es una piedra, una piedra dura y gigante, un perro pasa a mi lado y es lo último que mi seso guarda, hace mucho más frío y algo cae sobre mi cuerpo, son millones de caricias que parecen minúsculos besos, es algo hermoso y plateado que intenta abrigarme, hace mucho más frío, y mis huesos son heridas en mi carne y la noche un clavo sobre mi piel, un maldito clavo sobre mi piel.

De pronto un fuerte ruido me levanta, los faros se hacen soles estremecedores, una pálida y sombría figura intenta hablarme en un idioma que no entiendo claramente, habla y yo no quiero ni pretendo entender, voces como ecos que se confunden en las quebradas de mis oídos me desorientan aún más y me entretengo en lo oscuro de la muerte, en lo oscuro de la muerte me entretengo...

Por fin despiertas dice una voz desconocida
Sólo hay silencio en mí.
¿Estás bien?, ¿te duele algo? la misma voz.
Pero sólo hay silencio en mí.

Miles de botones regados por todo el suelo, la habitación parece una tortuga, allá en una esquina está la cruz con un pájaro ensangrentado, alza vuelo y yo me hundo en lo vasto de su mierda, hay botones tirados por lo ancho de mis pies y por la habitación, siento cosquillas al caminar y algo se prende en el techo y me entretiene, entra en mi boca un gusano que se hace manjar, mi lengua es una puta pordiosera, mi lengua es el abismo donde duermen todas las putas pordioseras...

Muchacho, ¿hay hambre? dice la voz desconocida
Mi silencio.
Aquí tienes fresas frescas y zumo de algo que parece naranja.
Giro mi cuello un poco y ahí estaba la que hablaba mucho.
-¿Qué eres?
Te ayudé la otra noche, llevas siete días durmiendo
-¡¿QUÉ MIERDA ERES?!

Camino sobre un charco donde también hay lodo, no me hundo a pesar de haber dejado la tierra, paso tras paso me alejo de la orilla y algo cae desde el cielo, es una flor que recojo con mi mano derecha, al momento que logro levantarla se hace humo, siento el hachís en las narices y mi vena puja, mi cabeza estalla y mis sesos revolotean como mariposas, en ese momento algo desde la orilla me llama, giro la cabeza y es un muchacho idéntico a mí, señala una piedra blanca que luego intenta meter en mi nariz, grito porque tanta felicidad espanta, chillo como un animal que está siendo acariciado en un camal donde la felicidad espanta.

La voz tararea una canción muy suave, me entristece porque no soy hombre que haya pedido nacer y la música en sus fauces hacen de mí un ser sumamente miserable, ¿por qué te entrometes tanto mujer?, la voz sigue tarareando dulcemente la misma canción, ¿sabes que la muerte está esperando a por mí?, y tararea y tararea, hay algo extraño en mis tripas y mis piernas tiritan, me encojo en esa cama blanca hasta que mis ojos escupen agua de mar, ella acaricia mi frente y juega con mi pelo, sé que es una dama porque conozco las caricias de un hombre y no es igual, ella sigue jugando con mi pelo hasta que mi mente se duerme recordando ese perfume de sol y de tarde y de risa.

Despierto y veo en la habitación a una muchacha dormida, está en el sofá de al lado, quito esas mangueritas que colgaban de mis brazos, me pongo en pie y por fin el suelo se enamora de mis pies, doy algunos pasos hasta que mi cuerpo entero se enamora del suelo, la muchacha por el ruido se despierta, me sujeta con la prisa del viento por la tarde, intenta calmarme y llama a alguien, dos señores me suben a la cama para tranquilizarme, veo sombras y demonios y niños que han muerto mucho antes que yo, ratones me tiran tierra y animales extraños crecen desde el suelo amenazándome con sus dietes y sus garras.

-¿Qué es lo que sucede?, pregunto
-¿Qué carajo sucede?
DÍGANME!

Y la voz dulce y suave dice como quien no quiere decir nada:

Sólo estás muriendo, tranquilo que sólo estás muriendo...

3 comentarios:

  1. "..Que maneras más curiosas
    de recordar tiene uno,
    que maneras más curiosas:
    hoy recuerdo mariposas
    que ayer sólo fueron humo.."

    Para que pensar en morir.. cuando se vive. Digo yo..


    Otro.. aja, de aquellos.

    ResponderEliminar
  2. Las muertes, la ausencia de hadas, raptos, alas rotas, nubes de fuego ¿De qué color es la muerte?

    ResponderEliminar