Un sólo de guitarra puede acompañar tanto, todo, y por qué no, la risa de una mujer.
Conversación.
Vamos padre, dije, hace siglos la vida no tiene ya sabor, y dije también, que la luna, parece una roca que dios ya no quiere morder. Mira el cielo, y cambia mi nombre, quizá así él se de cuenta de todo lo que falta por hacer en este lugar. Y dile, padre, que estamos solos, desamparados, únicamente nos interesa algo delicioso que denominan sexo, que no es amor, sí, padre, dile eso, y también padre, que de los campos brotan hojas grises, como nubes, como sueños que no te dejan volar, así hasta el amanecer.
Vamos padre, dije, la soledad es algo que dejó de ser pasajero, dura años, quizá vidas, y yo no sé por qué, trato de vomitar todo lo que llevo dentro, pero la comida a las justas alcanza, entonces decido que no. Padre, allá donde estás, las estrellas palpitan más de cerca, pero aquí todo cuesta, todo es mugre, nos despojan de lo poco que tenemos, hasta el frío, que es un señor con barba, no justifica razón. Dije también, padre, no queremos que haya paz, sólo no queremos guerras.
Entonces, el cielo habló, de las nubes florecieron relámpagos, que eran como neón de un puticlub, y dije padre, ¿qué es esto?, ¿qué sucede?, vamos, tampoco necesita ser el fin. Sólo queremos que no haya guerras, y nuevamente, el cielo chilló. Para cuando tomé razón la flor se había tornado negra, como la lengua de una mujer que no conoce razón.
Vamos padre, dije, que él no nos olvide, que no deje de lado lo que tanto tiempo costó, o tal vez, deje que la guitarra suene, y el neón se esfume, y la lengua de la mujer se guarde, oh padre, mi falo chilla, ¿pretendes que yo me hunda así?, entonces, dije, padre, no logro despertar. Las niñas corren, con sus sombreros negros y rojos, con sus guantes rojos y negros, con sus tetas, aún de niñas. Y dije, padre, ¿por qué no?, justo cuando mi mente las tocaba. Y habló la luz, que no era de puticlub, de ella caían gotas, parecían lluvia, pero no, era la mueca de algo que mostraba sus dientes. Padre, dile por favor, que aquí todo está de cabeza. Entonces levanté esta canción, rogando que sea el fin, y él me dijo que ya nada puede volver, porque la soledad dura algunas vidas. Vamos padre, vamos, esto no puede ser verdad, sí hijo, es así lo que te ha tocado vivir. Vamos padre, dime que no es verdad, sí hijo, y todavía queda más.
Y qué es, padre, las guerras durarán más todavía. ¿Y las niñas padre?, las niñas también.
Algunas cosas que debemos contar.
Es jueves, y no tengo hambre, parece diciembre, pero no, es abril. Me habían dicho que las hojas por estos meses son amarillas, pero están marrones. Quizá sea mejor así, ya que la vida y la música pasan más lento. Tengo miedo de observar el atardecer, parece un desierto, o una casa. Mientras tú vives por nada, ahora, todavía puedes volver, en el cuarto de estar sigue tu sombrero de paja, y para que no te des cuenta, detuve el reloj, es mejor así, es mejor a que cuando regreses veas el reloj de otro color. ¿Gris?, ¿por qué no?
Algo está claro, mis medias son viejas, mi traje también, me lavo el cabello, camino desnudo, una tostada podrá servir. Entonces una mujer aparece, en la pared como una imagen santa, bienvenida a casa le digo, y sí, es mi esposa. Te veo, tomando tu sombrero de paja, justo cuando el reloj inicia su paso una vez más, haciendo que todo se detenga. Un saxo a lo lejos, iluminando la imagen santa, que es una mujer que pronto se borra, y el sombrero vuelve a estar donde se encontraba al inicio de esta canción. Recuerdo, tus gafas quedaron en la playa donde me regalaste tu virginidad, caminamos horas para encontrarlas, y cuando por fin dieron las diez dijiste, ¿qué importan unas gafas tontas?, vamos cariño, algunas horas de no dormir, dije, y seguimos buscando hasta encontrarlas. Entonces me las pediste y mirando la mar con esa voz dulce las lanzaste, ¡¿qué importan unas gafas bobas?!, si ya no tengo lo que tanto guardaba. Es para ti, pienso, todo esto es para ti, mis medias viejas, mi traje, mi cabello gris, ¿y por qué no?, este jueves de abril.
Whisky con sabor a pera.
Cae la lluvia sobre la ciudad, gota a gota como canciones, mi boca tiembla, tiembla y parece un burdel. El viaje es tenebroso, desde la puerta hasta el salón, ¿dios?, ¿no estás?, sigo andando, espero a por ella, que viene moviendo las caderas como los santos y me dice, ven conmigo. Yo voy, sin omitir sonido. Y la lluvia cae, me quita el abrigo luego de ingresar en esa habitación roja y oscura, trato de sentarme y ella me detiene, cuelga el traje, me abraza desde atrás y me susurra algo, no entiendo, lo dice en un idioma que me recuerda a Tel Aviv, y va girando hasta donde puedo observarla, se mueve, se mueve maravillosamente, se quita el sujetador y me enseña eso que son sus dos rosas, cambio mi nombre como ella lo hace y me susurra una vez más algo que tampoco entiendo, ¿por qué cambias tu nombre?, le pregunto, porque sólo seremos amantes, dice. Entiendo. Mira la lluvia por la ventana, parecen copos de odio, inundando todo sin importar, es ahí que se baja las bragas, y sigue moviéndose de ese modo maravilloso. Veo un pubis que es una flor, una flor negra, hermosa, como ninguna que había visto antes, y se mueve, se mueve maravillosamente.
Se acerca, toca mi falo sobre mi pantalón, hago un ruido que la emociona, la música, la música me estremece más que sus manos. La detengo, ella logra un gesto extraño, y va hasta la mesa donde se hallaban algunas botellas de licor, sirve en una copa dos sustancias con aromas que yo no había percibido antes, me ofrece el vaso, bebo, es pera, pera con algo que no entiendo, y susurra una vez más algo que sigo sin entender. Sí, termino de beber lo que la dama me ofreció, ya desnudos, me ahogo, me ahogo en una emoción absurda, mi falo es un tallo, grueso y fuerte, ella lo toca, y sus ojos son gotas de lluvia inundando todo a su paso. La segunda copa llega, mis dedos tocan sus costillas, contando, como si de una guitarra se tratase, ella enmudece y Tel Aviv aparece nuevamente. Bebo la tercera copa, mis dedos humedecidos en su mitad, nada parece real, ¿es pera?, yes my lord. Entonces, logro entender algo de lo que ella era. Agua de pera con algo de whisky, maravillosamente.
Los días que no pasan.
Un solo de guitarra*
Cuando estaba a punto de cruzar tu acera, ¿muchacho qué puedes hacer? preguntaste. Señalé tu boca, con mi dedo izquierdo, tu risa brotó como la palabra amor en francés, que a veces suena a muerte. Una súplica, antes de cruzar una súplica.
El mismo solo de guitarra*
El viento corregía tus formas en tu vestido floreado, por la primavera pensé. ¿Y si no?, qué importa.
Siento algo de sed, señalo una vez más tu boca, ahora con la diestra, ¿qué ofreces muchacho?, vuelves a preguntar, entonces señalo tu centro, a lo Venus de Milo, sin manos.
Vamos a ver el sol cuando se guarda en abril, y ojo, que quede todo limpio. Dijiste. Entonces retrocedí, porque la luz del sol no es azul, y tu vestido no me muestra tus dientes. Logrando que todo esto exista.
El solo de guitarra llega a su fin*
Días para ser feliz.
Te digo, hermano, yo nací en los días que la felicidad no existía, ni camino a ella. Tú preguntaste, ¿es por mí?, no, te dejo libre hermano, por el viaje de la felicidad, el viaje que yo nunca emprenderé. Tratas de salvarme, sí, como un rey de la mar, con tu barca única, pero sólo logras herirme. En la ventana está mi pequeña dulzura, ella trata de regalarme su mano, ¿existe el dios de la canción?, preguntas. Antes que tú, cariño, antes que tú.
Canta, cariño, canta. Si no eres feliz, canta. Miro, nuevamente por la ventana, estás tú, pero pareces una imagen de nada, ¿es mucho?, lo olvidaré, como se olvidan a los ángeles que jamás quemaron sus alas. Vamos cariño, canta, si no eres feliz canta, quizá logres de esa manera, conseguir algo de dinero, mientras yo, bajo la noche, sigo andando la tristeza que dios me enmendó, como herida única.
¿Quién sobre la luz de un casino?
El as,
tratando de ser muda
como la flor, la flor de la inmundicia. Enorme es tu bondad, como una avalancha. ¿Quién en su sano juicio te querría?, tal vez yo. Que ando poco cuerdo.
Un accidente, el florero roto, la TV encendida, alguien llama. Soy yo, quemándome sobre el fuego, ahogándome bajo la mar, sufriendo en tu cama. ¿Quien en su sano juicio te querría?, quizá yo...
Poema a la vida.
Sí
tú que eras
o tal vez yo
que no fui.
Las flores se forjaron,
una a una,
por el padre
para la hija.
Que era una zorra inmunda
¿y si no?
para el hijo
similar a ella.
Escogiste el fruto
que era odio
del falo por la dama
él
justificándose puro
demostró su hombría
menuda
como el miembro suyo
que no fue
cuando ella era.
Ganas de volar.
Despierto, bajo tu falda, cada noche sin darme tregua, saltando cuerdas imposibles, que giran dentro de mí, hay gitanos y gitanas al rededor nuestro nena, que se limitan a vivir. El tiempo es ahora, mueve tus alas, para que tú, tú sepas volar. Cambia tus alas conmigo, y haz un pequeño regalo que no sea parte del destino, como si perdieras ante la oscuridad, mientras dices que lograrás vencerme. Soy yo, cada vez que tú lo pides. Hay gitanos y gitanas al rededor nuestro nena, que no saben morir.
El poema más largo del mundo.
La vida
¿qué es?
...
A Isabella, cuando deja de ser tan pequeña.
Al verla, sus manos, sus pies, sus pechos.
¡Su boca!
habla
razones imposibles para el mundo, y si fuera verdad todo ello, los libros de historia serían otros.
Al verla, sus pechos, sus pies, sus manos.
¡Sus ojos!
miran
razones imposibles para el mundo, y si fuera mentira todo ello, los cuentos de los hombres serían otros.
Argentina hermosa, ¿por qué me tratas tan mal?
La cura
a tanta carne
y tinto
y tango
es algo más sublime a tus caderas
Caminito
Boedo
tu boca.
mi enfermedad.
La cura
a tanto tinto
y carne
y Gardel
es algo más sublime a tus pechos
sí
tu sexo húmedo.
La canción de un impostor.
No existen los milagros, porque no creo en la bondad humana, y si la bondad no es humana tampoco es de dios. Si decides amarme con tus manos, tarde será, cuando te des cuenta de mi alma. Que es negra, como el ébano, como el ébano más puro que tu piel imita.
Canto,
cada noche en el bar de la misericordia, que no es santa como la virgen, ni virgen, porque es puta la mujer que yo amo y puta, la santa que duerme a mis pies.
Existe un lugar...
Existe un lugar, donde los hombres son lluvia, y los ojos
de una mujer crean historias imposibles. Existe un lugar, donde la vida no
existe, sólo una flor, que es como lanzarse de espaldas sobre un río. ¿Qué es?,
ese lugar, ¿qué es?, bueno muchacho, es una pequeña partícula de nada… ¡Un giro
del destino!, yo no sé.
Existe un lugar, donde los hombres son lluvia, y las
manos de una mujer logran orgasmos imposibles, existe un lugar, y qué sé yo, si
es en este mundo.
El despertador espanta mis sueños, para que yo, apertura
los ojos y lave mi rostro y me vista de payaso y decida moverme a un trabajo
que hace de mí un ser mediocre. Con el sueldo pago mis comidas, mis viajes,
algunas películas nada modernas, quizá un hotel donde dormir con la novia que
jamás será mi esposa. Al atardecer llego a casa, casi es de noche, me despojo
de mi traje de payaso y pongo algo de música. Cohen canta mientras ceno algo
sustancioso. Al día siguiente, la misma rutina…
Existe un lugar, donde los hombres son lluvia, y los
labios de una mujer inventan cuentos inimaginables. Existe un lugar, donde la
muerte es algo pasajero, como una flor, y es como imaginar un ojo de vidrio,
¿qué es?, ese espacio, ¿qué es?, bueno muchacho, es una esquina donde no existe
nada,… ¡una blasfemia del mundo!, yo no sé.
Existe un lugar, donde los hombres son lluvia, entonces
grito, no por favor si no por piedad, muéstrame ese lugar.
Basado en una fotografía donde las aves vuelan con el
hombre. Sin ser hermanos.
Fin.
Sí
aún cuando todo parece culminar
llega
una mujer
como si anduviera desnuda
susurrando esa canción
la que canta Cohen
y sí
parece el fin
pero sólo es una mujer.