Con la boca, sin decir nada.
Semejante es a la dulzura de la uva, que verde divide su color con el tinto, que en la boca crece y se mece, que subyuga a placer mi clemencia. Se ha vestido en parte con piel de un dios inexistente, que parece que está, que no se ve, que se siente y no es viento; se ha vestido con piel de un dios imaginario, que se sabe puede estar, que se sabe no responde. Similar es al sonido de un piano, que suave se me escapa de las manos, que en las cuestas perece y se mece, que destruye mi agonía, que a placer me toma, y me deja.
Se levantó antes que la madrugada la despierte, se levantó haciendo gestos con las manos, tomó de mi boca un trago, parecía un beso, luego otro trago, parecía un beso, y así hasta embriagarnos. Se despertó antes que el sol la piel le arañe, se levantó y la cama la extrañaba, tomó de mi mano una caricia, parecía un beso, luego otra caricia, parecía un beso, y así hasta tentarnos.
Amanecía el domingo en vísperas del sábado, amanecía y no corría, esperaba ya agitado, vestía algo que me pertenecía, en la toalla ya húmeda, yo me escondía. Aclaraba el domingo en la panza del sábado, sin sol y no gemía, aguardaba ya entusiasmado, llevaba algo que me atraía, en su boca ya húmeda yo me escondía.
Hay noches tan grandes y gloriosas como un cielo eterno, que imaginado corre, que alucinado espera. Ella que nada me debía me dejó su vida, en besos y caricias, en labios y saliva. Hay noches, tan largas y cortas, tan frías, que aparecen con calor, que se marchan, que no se olvidan.
Inspirado en 'La noche más hermosa del mundo'. -Fragmentos.
A Cambalache, for sentimental reasons.
Se levantó antes que la madrugada la despierte, se levantó haciendo gestos con las manos, tomó de mi boca un trago, parecía un beso, luego otro trago, parecía un beso, y así hasta embriagarnos. Se despertó antes que el sol la piel le arañe, se levantó y la cama la extrañaba, tomó de mi mano una caricia, parecía un beso, luego otra caricia, parecía un beso, y así hasta tentarnos.
Amanecía el domingo en vísperas del sábado, amanecía y no corría, esperaba ya agitado, vestía algo que me pertenecía, en la toalla ya húmeda, yo me escondía. Aclaraba el domingo en la panza del sábado, sin sol y no gemía, aguardaba ya entusiasmado, llevaba algo que me atraía, en su boca ya húmeda yo me escondía.
Hay noches tan grandes y gloriosas como un cielo eterno, que imaginado corre, que alucinado espera. Ella que nada me debía me dejó su vida, en besos y caricias, en labios y saliva. Hay noches, tan largas y cortas, tan frías, que aparecen con calor, que se marchan, que no se olvidan.
Inspirado en 'La noche más hermosa del mundo'. -Fragmentos.
A Cambalache, for sentimental reasons.
Precioso!
ResponderEliminarGracias Silvi. GRACIAS.
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