sábado, 13 de junio de 2015

Chelsea Hotel & Artaud

                                                                                      


Te necesito, no te necesito...

Leonard Cohen-Chelsea Hotel


Y más tarde, los hippies, tuvieron una visión mucho más grande para sí mismos. Sabes, creo que al principio vieron que realmente podrían ser escritores y estrellas del pop famosas e importantes figuras culturales. Luego me mudé al hotel Chelsea. Eso fue muy divertido. Todo el mundo estaba allí. Nico y Ginsberg pasaban mucho por allí. Estaban Harry Smith, Janis Joplin. Es la única vez que he sido tan indiscreto, donde realmente le dije a un periodista algo similar a que lo había escrito sobre Janis Joplin. Ya sabes, el diablo me hizo hacerlo. No sé por qué fui tan poco galante. A ella no le habría importado, no. Es a mi madre a quien le habría molestado. Rufus Wainwright hace un maravilloso trabajo con ella.

Del documental "I'm your men", de Leonard Cohen. Canción para Janis Joplin.


La pesadilla.

Como un cuervo da forma la pesadilla
y es una sustancia el miedo
oh miedo
a la noche y sus demonios.

Como un diablo da forma la pesadilla
y es una idea el miedo
oh miedo
a la hermana mala del sueño.


La mirada en el balcón.

Medio día de un día cualquiera,
cualquiera podría morir en un día como este
¡mierda!
ojalá no sea yo.

Aparqué entero el cuerpo en una parte de la callecita Ravel
moría por un sorbo de agua
el verano asesinaba como todas las guerras juntas
miré el reloj que jugaba en mi muñeca izquierda
las doce con seis
-Mal signo, pensé.

Yo sentía que habían pasado miles de horas. 
Al dejar de mirar el reloj una voz calmó mi sed
tan fresca era la voz
tan húmeda era la voz
tan fuera del mundo era esa voz.

-¡Hey Romeo! dijo la voz.
 Levanté la mirada para saber de donde provenía esa brisa de verano
ahí estaba postrada en el balcón de una casita blanca con hermosos acabados en madera la virgen de los ángeles.
-¿Habrá cargado en sus manos un ramo de flores mi Romeo? se preguntó la muchacha.
Yo seguía mirando desde abajo las piernas que su vestido floreado dejaban escapar, desde las piernas hasta los ojos, desde las piernas hasta los cabellos, desde las piernas hasta las ideas. Con un lápiz en la mano, y en mi muñeca izquierda un reloj anciano que mi padre dejó.
Señorita, vengo buscando la cuadra dos de Ravel, busco a un tal Antonin, que me daría una entrevista un poco rígida, que me contaría una versión apurada de su vida para que yo, la juntase en unas cuantas líneas y tal vez así, logre hacerlo inmortal.
-Inmoral terminarás haciéndolo mi Romeo, si te apresuras a escucharlo. Comentó desde el cielo la muchacha.

Sucede que no tengo la dirección exacta, olvidé mi agenda en casa, ando un tanto despistado.
Y sus piernas se hacían rubores míos, y sus piernas se convertían en deseos míos, y sus piernas eran banderas izadas hasta las faldas de dios.

-Romeo, aquí vive ese tal Antonin, está desquiciado, fuma poco, bebe mucho, habla nada, ¿qué voz será su voz?, si tan joven es tu andar, entra de una vez que está esperando a por ti en el patio.
Al entrar un asqueroso aroma de jazmines inundó mi alma.
El seso se me hizo una cucaracha
¡maldita sea!

Pasé el enrejado perfecto, flores por doquier y plantas por doquier y bustos por doquier. 
Alcé la vista hasta el balcón y ya no estaba la muchacha, crucé el camino de piedras hasta la entrada, ahí esperaba una señora que parecía ser la sirvienta.
Buenas tardes, el señor Antonin está en la parte de atrás, en el jardín, parece que está dormido, por favor, si lo está, espere a que despierte, odia cuando interrumpen su siesta.
Caminé por una sala adornada con cuadros difíciles, alfombras doradas y rojas y azules y moradas, caminé por un cuarto de espera adornado con pequeños barquitos de madera y un horroroso aroma a jazmines llegó hasta mí. 

¡Maldita sea!
Llegué por fin al patio trasero, ahí dormía el tal Antonin; un cruzado, un majareta algo sentimental, un ebrio seductor, tal vez un poeta acabado.
Coloqué el culo en una banca de madera con bellos retoques, esperé a por él. -Hey Romeo, dijo la voz de hace unos minutos. Giré hasta donde estaba y pude verla mejor. El cabello castaño como la vestimenta del diablo en las madrugadas, la piel blanca como la amapola
las piernas largas
lo había notado ya
¡maldita sea!
pronuncié en voz alta
-¿Qué pasa mi Romeo? 
Hay un hedor que me espanta.

Noté así que el aroma aquel provenía de la muchacha
y noté también que el tal Antonin, se levantaba.
¡Arañas de mierda! -gritó.
Levantarme así, con tanta vulgaridad no es perdonable.
-Señor buenas tardes, vengo por la entrevista.
Oh sí sí
claro que sí muchacho, pero dame una copa de tinto primero
o un electroshock.


Jazmín.

Blanco hilo de gusano,
perfumado baja la cuesta de la espalda
como una enredadera un pubis
donde los dedos pierden fortaleza
mi nariz es una ballena varada
mi lengua tu espada.

Blanco hijo de gusano,
caes sobre enero como una mantis
despidiendo así la magia de la hoja
sangra tu muñeca que es roja
sonríe, sonríe, la muñeca sonríe.

Tu nariz es un nevado,
tu lengua mi espada.

Blanco nido de gusano,
cama del tiempo sin funda
que adormecido festeja
mientras sonríe aún la muñeca
muerdo tu espada
tu nariz sangra
el blanco hilo de gusano.

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