Porque también de sus manos aprendí a beber su forma, sus gestos y su amargura.
En cofre de verbos y escritores la guardo, la guardo como al mayor de los tesoros, bajo mis manos como llaves, bajo mis huesos como fortaleza, la guardo para no dejarle marchar, porque también las hadas más bellas saben marcharse. En cofre de hojas escritas y poemarios completos la escondo, la escondo como al mayor de los rubíes, bajo mis húmeros como frazada, bajo mis pies como soporte, la escondo para no dejarle escapar, porque también las más hermosas aves aprendieron a escaparse. Ella, que como la flor de azalea se comporta, a placer por el viento se mueve, y el viento, que en este momento mis caricias son, la mecen a su gusto, porque de ella son mis manos y también de ella son mis pasos. En cofre de libros y relatos la tengo, la tengo como al mayor de los regalos, bajo mi piel como lienzo, bajo mis tiesos ojos como faroles, la tengo para no dejarle ir, porque también princesas como ella apetecen alejarse.
Dedicado al eco del bandoneón, que como sutiles olas en el mar, en mis oídos resuenan.
A Cambalache, for sentimental reasons.
Dedicado al eco del bandoneón, que como sutiles olas en el mar, en mis oídos resuenan.
A Cambalache, for sentimental reasons.