jueves, 7 de agosto de 2014

La marcha de los muertos



Mañana podemos quedar bajo el puente
o junto al mar que se extiende hacia el infinito.

Nacho Vegas




Relato corto.


Imagino un lugar mejor, donde no exista la alegría, ni la risa boba de alguien, ni el consuelo, ni tu nombre, nada. Un lugar donde las personas no existan y los muertos hablen entre ellos hasta decir basta, un lugar donde fumar cigarrillos enferme la ciudad y no el alma, sin luz ni estadísticas, un lugar donde correr sea un deporte absurdo y volar algo sutil. No pretendo acabar con el mundo, solamente pretendo acabar conmigo, y colocar después un ramo de flores hermosas sobre mis huesos, leer un poema mediocre escrito con unas lágrimas encima, y decir por fin, que ya nada existe, que todo se ha esfumado, sí, me gustaría estar en un lugar mejor, donde dios no cobre regalías, un lugar donde los enfermos mueran por convicción propia. Sí, me gustaría estar en un lugar donde los perros no adornen el jardín, que los niños sean seres infinitos, y que el bar de la esquina siempre esté abierto. Siempre.

Estoy cerrando las cortinas en la casa que no es mía, estoy cerrando mis latidos en el corazón que tampoco es mío. -El mundo debería acabarse. Me dijo una muchacha desde los ojos más hermosos que nunca he visto. -Sí... posiblemente así se convierta en un lugar mejor. Continuó hasta apagarse.




Relato corto número dos.

Hay nostalgias pasajeras, y nosotros creemos en los cables colgando desde el techo, o la tina llena de agua y sangre, con iglesias en cada parque y pobres en todas ellas. Porque dios ya no está en la casa, ni sus perros tampoco. No conviene escribir verbos que vuelven como espinas, o cargar cruces que solamente espantan a los pájaros. Tengo una púa clavada en mi costilla, es una necesidad para saber que todavía existo, como Cristo, que también lo necesitó. Y dios no está en la casa, quizá juega en el jardín, pero en la casa no está. He conocido a seres más reales que yo, corriendo en la gran ciudad, comiendo cosas dulces, o mujeres abiertas dentro de una vitrina. Sí, todo el espectáculo del mundo se limita a una ventana pequeña. Y dios ya no está en la casa. 

Me gustas cuando estás desnuda le digo a la mujer de mis pesadillas, me gustas cuando estás desnuda por la habitación. Entonces veo como acomoda la cuerda desde el techo mientras yo tiño de rojo la tina, -es algo etéreo me dice, entonces acomoda ese extraño collar en su pescuezo mientras sonríe dulcemente, -tengo la boca llena de estupideces me dice, y todas terminan contigo. La veo única, desnuda, quieta y callada, entonces vuelve a decir, -aleluya... porque dios ya no está en la casa, vamos, que sólo es otra aventura...



00:00

Los ojos de la tarde
o un gato
en la ventana
esperando que el sol hable
o se quede en silencio.


Y son las doce con trece.

En la pupila
guardo tu tacto
ebrio
y fugaz
como un verbo imposible
o jugar a la nada
en la nada
-que es un beso tuyo
franco
e inútil.

Quiero
decir que la soledad apesta a flores rojas
y desde la mesa donde se muestran todas ellas
mi peste es otra flor entre mis piernas
entonces
es nada
soy nada
-y soy un beso tuyo.

¡Mierda!

¡MIERDA!

En mi tacto guardo
tu pupila
profunda como la voz
y el eco
justo en el índice
donde hago tacto
dentro de tu ojo
encabronado
encabronada
¡mierda!
¡MIERDA!
tu cabeza cae sobre la madera
y mi odio es una flor
que hace de tu sombra una nada
y eres nada
y soy nada
-en un beso tuyo
justo antes de poder cerrar tu ojo restante
para que duermas
en paz
como la flor
entre mis piernas.


Catorce con diez para la seis.

Tu sexo besó al viento
hasta convertirse en un punto exacto
porque mi dedo también es un punto exacto
cuando se despide de tu sombra
escribiendo
que todo lo que existió antes ya no existe;
mañana
creación
dios
amor

nada

es como estar en mi habitación vacía.

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