Ya viví, sufrí y amé, y todo ¿para qué?...
...Viví, sufrí y amé, vale y ¿ahora qué?
Vegas
Vegas
Ella siguió poniendo dos cubiertos en la mesa, y conversaba sola, como si nada, sentada a la ventana, esperando alguna sombra y cantando hasta la madrugada; no te vayas, no te vayas*... Desperté con un agudo dolor en la cabeza, enterrado en la cama que sobre el parqué dormía, camuflado entre aquellos almohadones indios, perfumados, nada coloridos. No estaba ella, abrí seguros los ojos inseguros, tampoco, no aparecía ella, me puse en pie, me dirigí al cuarto de baño, nada. Abrí las puertas del balcón por aire, sentí la frescura de la mañana sin brisa, al regresar vi los fetos de hachís que se mezclaban sobre la mesa de noche con otras hierbas, suspiré al verme desnudo y me dirigí a la cocina por algo de beber y no sorprendía ella.
Me vestí, lavé mi rostro, acomodé mis pies dentro de los calzados y salí de la habitación sin puerta, de la casa sin dueña, del recinto sin perro. Al vislumbrar el primer olivo cubierto por los rayos del sol y su verde acogedor, sentí una mano aferrándose a la mía, sin tiempo a nada me abrazó desde atrás, me detuve, cuando percibí aquel suave perfume de la anterior noche.
¿Por qué te marchas?, me levanté y no hubo nadie, ¿por qué huyes?, desperté y... Por qué te vas si puedes quedarte, hoy, ayer, pasado y mañana, me silenció antes de terminar lo que decir quería.
Me destrozan los cantares de los cuchillos en la cabeza dije, y nos dirigimos a la farmacia más cercana, señorita, buenos días, la cabeza está que me explota, ¿está resfriado señor?, señorita, olvide lo de señor, solamente sálveme, que me está matando la cabeza con su dolor. Señor, ¿sufre de migrañas?, señorita por favor, necesito algo contra este maldito dolor, le daré algo contra la migraña, ¿cuántas tomas desea?, ¿cuántas necesito para morirme? La señorita me miró extrañada, mi acompañante volteó la mirada tras sus lentes como para no reír, disimulando así su respeto. Señor, ¿cuántas tomas?, cien por favor, y cien para llevar. Creo que el dolor que tiene no es otra cosa sino resaca se anunció mi acompañante. Señorita, mejor mil, que no llevaré nada a casa.
Ella preparó zumo de naranja para mí, de fresa para ella, sobre la mesa acomodó con sus elegantes delgadas manos el cruasán que había comprado mientras dormía yo, cortó queso del día, almendras, y tinto. Yo como espectador presumía admiración por sus manos, me gustaba verla entretenida en algo tan sublime por la mañana al mismo tiempo que adorables gestos le obsequiaba a su nikon. Se sentó a mi lado luego de colocar una servilleta en mi regazo, levantó el tinto en copa mientras yo la miraba, ella me alzó el tono de los ojos chinitos, levanté mi tinto en copa aletargado, chin chin dijo, golpeando su copa en mi copa, y bebió, y bebí. Sus ojos me bajaron el tono mientras yo subía la voz de mis manos dentro su vestido, ella giró lentamente las piernas en su mismo sitio apuntándome con su sexo, el grito de mis manos crecía mientras sus ojos chinitos grandes se hacían y luego pequeños, se abrían, se cerraban y empezaba nuevamente el mismo acto. Ella se levantó agarrándose de mi cuello, su silla de espaldas cayó, mis manos en sus posaderas en frenesí entraban, ella se montó en mí delicada, sin antes quitar la tela que había tendido en mis muslos minutos antes, es para no perder elegancia al comer susurró antes de bajarle las tiras del vestido.
¿Te marcharás de madrugada como la última vez?, soy un gato mujer, y como gato debo aprender a marcharme. Ella es muy hermosa, no me parecerá extraño que regreses a su lado, mujer, como gato, no podré volver a ella, primero, tendrás que matarme todas las veces que estuve aquí, tratando de olvidarla...
Desde la cama vimos una película que años guardada estaba, a la mitad me dormí, ella a la otra mitad despertó, y estando sumido en las profundidades del colchón, con cámara en mano, me guardó para sus mañanas y despueses. Desperté una hora y algunos minutos tarde, ella recostada a mi lado me miraba, chis dijo ella y flash su nikon, mis ojos se cerraron al unísono, y antes de abrirlos los besos más descontrolados me cayeron torrenciales, y sobre mí colocó su peso entero, al momento que Cohen desde el balcón So long, Marianne bajito cantaba. I forget to pray for the angels and then the angels forget to pray for us. Es mentira pensé... porque no le he rezado a los ángeles, y me estoy acostando con uno en este preciso instante... ¡DIOS ME ENVIDIE!
Yo besé sus tetas que eran medianas cuando con sus manos me hacía tocarlas, luego bajé por la costa entera de su selva podada, giraba ella sobre el colchón, me movía yo dentro de ella como krakenes dentro de túneles sujetos a otros túneles. Más tarde ella con su sabiduría de besos amaba cierto tentáculo del kraken, con virtudes mayores a los milagros de cualquier dios. Subió hasta mi boca después, rogó dos veces, pidió tres veces, gimió una vez, cuando al final de mi prematuro orgasmo, la noche a penas iba por su mitad, y desde el balcón la luna más horrible del año nos iluminaba torpemente, ¡oh suerte defectuosa la de la luna!, que enredados nos veía.
Eres manjar en carne, para los carroñeros como yo, beberás vino de mis labios comentó mientras fue por un tinto, me gusta tu baja espalda, sobre todo los hoyuelos que formados casi al final de tu espina están. Me adoras, así lo niegues. Y es que no lo niego mademoiselle, nadita lo niego, me he aferrado a sus curvas para morirme a la velocidad más injustificada. Quiero beber vino de tus labios atinó luego a decir, cuando me ponía en pie para recoger los restos de otros tintos a lado de los cruasanes restantes y su compañera de viajes, quizá fue para no sentirme tan borracho. El aire frío entraba desde las ventanas del balcón, y cuando vio en mis manos su nikon ella aprovechó en ponerse un liviano suéter lila, regresó con el tibio puchero de siempre, se recostó en la cama con un cojín delante y uno más grande detrás, chis dije y el segundo de mi demora bastó para que ella cubra su rostro con ambas manos.
Adoro cuando me recorres entera con tus manos. Sucede que cuando lo hago, me siento como Bouguereau, me encanta cuando te pones elegante. ¡Bacante hermosa!, dame un poco más de tinto per favore, ¡tu Baco lo implora! Ella tomó de la botella con todo el descaro de no usar copa, y desparramó dentro de mis fauces su vino ensalivado, su lengua difícil, sus dientes morados. Y Cohen con su They fall among the voices and the wine acompañaba desde el balcón.
He hicimos el amor, una vez que sentimos el frío**...
Come over to the window, my little darling, cantó caminando hasta donde estaba Cohen, sus blancas bragas con pecas tatuadas apresuraban destreza, sus tetas fortalecidas con mi tacto se movían por el síntoma de la gravedad, volteó, Come over to the window, my little darling, volvió a cantar y me expulsé de la cama, lento hasta donde ella estaba. I'd like to try to read your palm. junto a Cohen cantaba, no hallarás más que vacíos solamente dije. Well you know that I love to live with you, canté devolviéndole el gesto al unísono con Cohen pero en un inglés tan de mierda como no. Sus ojos se abrieron como cofres de oro llenos en manos de piratas desalmados, lanzándose hacia mí, abrazándome como gato en su bolita de trapo, besándome las manos, la boca, los verbos mientras mis manos escribían tales verbos, en su piel. But you make me forget so very much. Cantó el dios, y tanta razón había...
Desvestí mi falo dentro de ella, culminando un polvo glamoroso, llegando casi casi a las tres de la madrugada, sin frío desde el balcón, húmedos bajo la seca noche, estando débiles, ella aún sobre mí, me besó una vez más, quedando un poco dormida tras lo que fue. Minutos cortos pasaron, la acomodé a un lado, la vestí con las ropas de la cama, se veía tan hermosa envuelta con esas sábanas blancas, su piel poco tostada por el sol, convertía en mágico el lugar, donde el diablo que era yo, seducía cada noche al ángel de los ojos chinitos más dulce de la historia, y el que la abandonaba al amanecer.
Say goodbye to Alexandra leaving. Desde el balcón el dios Cohen murmuraba, Then say goodbye to Alexandra lost. Desde el balcón, el dios Cohen recitaba...
Cuando me perdía por el umbral de la puerta invisible, su voz se oyó, quédate, ... (mi silencio) Quédate y te haré una fotografía de mis ojos y mi sonrisa con mis propias manos, la que tanto quieres... No mientas, dijiste que únicamente la harías cuando estemos muertos y me ames. Ella golpeó la cama en el sitio aún caliente que era mío, ven, tu Bacante lo implora. Los dioses nunca hacemos caso a las plegarias, ven, hay una botella más de vino aquí a mi lado... Está bien, pero aún siendo comprado tan barato, aspiro lo pactado.
Sus manos se hicieron envolturas, sus brazos y piernas collares, su boca típicas caricias de bondad, mientras sus cabellos danzaban al verso final de Cohen, con su I have tried in my way to be free... Sí... he tratado de ser libre con una mujer que no eres tú... Pensé antes de morir...
*Los ojos de la tarde. Daniel F.
**Las inmensas preguntas. (El género bobo) Nacho Vegas.
***Se reservan los derechos de imagen.
Me vestí, lavé mi rostro, acomodé mis pies dentro de los calzados y salí de la habitación sin puerta, de la casa sin dueña, del recinto sin perro. Al vislumbrar el primer olivo cubierto por los rayos del sol y su verde acogedor, sentí una mano aferrándose a la mía, sin tiempo a nada me abrazó desde atrás, me detuve, cuando percibí aquel suave perfume de la anterior noche.
¿Por qué te marchas?, me levanté y no hubo nadie, ¿por qué huyes?, desperté y... Por qué te vas si puedes quedarte, hoy, ayer, pasado y mañana, me silenció antes de terminar lo que decir quería.
Me destrozan los cantares de los cuchillos en la cabeza dije, y nos dirigimos a la farmacia más cercana, señorita, buenos días, la cabeza está que me explota, ¿está resfriado señor?, señorita, olvide lo de señor, solamente sálveme, que me está matando la cabeza con su dolor. Señor, ¿sufre de migrañas?, señorita por favor, necesito algo contra este maldito dolor, le daré algo contra la migraña, ¿cuántas tomas desea?, ¿cuántas necesito para morirme? La señorita me miró extrañada, mi acompañante volteó la mirada tras sus lentes como para no reír, disimulando así su respeto. Señor, ¿cuántas tomas?, cien por favor, y cien para llevar. Creo que el dolor que tiene no es otra cosa sino resaca se anunció mi acompañante. Señorita, mejor mil, que no llevaré nada a casa.
Ella preparó zumo de naranja para mí, de fresa para ella, sobre la mesa acomodó con sus elegantes delgadas manos el cruasán que había comprado mientras dormía yo, cortó queso del día, almendras, y tinto. Yo como espectador presumía admiración por sus manos, me gustaba verla entretenida en algo tan sublime por la mañana al mismo tiempo que adorables gestos le obsequiaba a su nikon. Se sentó a mi lado luego de colocar una servilleta en mi regazo, levantó el tinto en copa mientras yo la miraba, ella me alzó el tono de los ojos chinitos, levanté mi tinto en copa aletargado, chin chin dijo, golpeando su copa en mi copa, y bebió, y bebí. Sus ojos me bajaron el tono mientras yo subía la voz de mis manos dentro su vestido, ella giró lentamente las piernas en su mismo sitio apuntándome con su sexo, el grito de mis manos crecía mientras sus ojos chinitos grandes se hacían y luego pequeños, se abrían, se cerraban y empezaba nuevamente el mismo acto. Ella se levantó agarrándose de mi cuello, su silla de espaldas cayó, mis manos en sus posaderas en frenesí entraban, ella se montó en mí delicada, sin antes quitar la tela que había tendido en mis muslos minutos antes, es para no perder elegancia al comer susurró antes de bajarle las tiras del vestido.
¿Te marcharás de madrugada como la última vez?, soy un gato mujer, y como gato debo aprender a marcharme. Ella es muy hermosa, no me parecerá extraño que regreses a su lado, mujer, como gato, no podré volver a ella, primero, tendrás que matarme todas las veces que estuve aquí, tratando de olvidarla...
Desde la cama vimos una película que años guardada estaba, a la mitad me dormí, ella a la otra mitad despertó, y estando sumido en las profundidades del colchón, con cámara en mano, me guardó para sus mañanas y despueses. Desperté una hora y algunos minutos tarde, ella recostada a mi lado me miraba, chis dijo ella y flash su nikon, mis ojos se cerraron al unísono, y antes de abrirlos los besos más descontrolados me cayeron torrenciales, y sobre mí colocó su peso entero, al momento que Cohen desde el balcón So long, Marianne bajito cantaba. I forget to pray for the angels and then the angels forget to pray for us. Es mentira pensé... porque no le he rezado a los ángeles, y me estoy acostando con uno en este preciso instante... ¡DIOS ME ENVIDIE!
Yo besé sus tetas que eran medianas cuando con sus manos me hacía tocarlas, luego bajé por la costa entera de su selva podada, giraba ella sobre el colchón, me movía yo dentro de ella como krakenes dentro de túneles sujetos a otros túneles. Más tarde ella con su sabiduría de besos amaba cierto tentáculo del kraken, con virtudes mayores a los milagros de cualquier dios. Subió hasta mi boca después, rogó dos veces, pidió tres veces, gimió una vez, cuando al final de mi prematuro orgasmo, la noche a penas iba por su mitad, y desde el balcón la luna más horrible del año nos iluminaba torpemente, ¡oh suerte defectuosa la de la luna!, que enredados nos veía.
Eres manjar en carne, para los carroñeros como yo, beberás vino de mis labios comentó mientras fue por un tinto, me gusta tu baja espalda, sobre todo los hoyuelos que formados casi al final de tu espina están. Me adoras, así lo niegues. Y es que no lo niego mademoiselle, nadita lo niego, me he aferrado a sus curvas para morirme a la velocidad más injustificada. Quiero beber vino de tus labios atinó luego a decir, cuando me ponía en pie para recoger los restos de otros tintos a lado de los cruasanes restantes y su compañera de viajes, quizá fue para no sentirme tan borracho. El aire frío entraba desde las ventanas del balcón, y cuando vio en mis manos su nikon ella aprovechó en ponerse un liviano suéter lila, regresó con el tibio puchero de siempre, se recostó en la cama con un cojín delante y uno más grande detrás, chis dije y el segundo de mi demora bastó para que ella cubra su rostro con ambas manos.
Adoro cuando me recorres entera con tus manos. Sucede que cuando lo hago, me siento como Bouguereau, me encanta cuando te pones elegante. ¡Bacante hermosa!, dame un poco más de tinto per favore, ¡tu Baco lo implora! Ella tomó de la botella con todo el descaro de no usar copa, y desparramó dentro de mis fauces su vino ensalivado, su lengua difícil, sus dientes morados. Y Cohen con su They fall among the voices and the wine acompañaba desde el balcón.
He hicimos el amor, una vez que sentimos el frío**...
Come over to the window, my little darling, cantó caminando hasta donde estaba Cohen, sus blancas bragas con pecas tatuadas apresuraban destreza, sus tetas fortalecidas con mi tacto se movían por el síntoma de la gravedad, volteó, Come over to the window, my little darling, volvió a cantar y me expulsé de la cama, lento hasta donde ella estaba. I'd like to try to read your palm. junto a Cohen cantaba, no hallarás más que vacíos solamente dije. Well you know that I love to live with you, canté devolviéndole el gesto al unísono con Cohen pero en un inglés tan de mierda como no. Sus ojos se abrieron como cofres de oro llenos en manos de piratas desalmados, lanzándose hacia mí, abrazándome como gato en su bolita de trapo, besándome las manos, la boca, los verbos mientras mis manos escribían tales verbos, en su piel. But you make me forget so very much. Cantó el dios, y tanta razón había...
Desvestí mi falo dentro de ella, culminando un polvo glamoroso, llegando casi casi a las tres de la madrugada, sin frío desde el balcón, húmedos bajo la seca noche, estando débiles, ella aún sobre mí, me besó una vez más, quedando un poco dormida tras lo que fue. Minutos cortos pasaron, la acomodé a un lado, la vestí con las ropas de la cama, se veía tan hermosa envuelta con esas sábanas blancas, su piel poco tostada por el sol, convertía en mágico el lugar, donde el diablo que era yo, seducía cada noche al ángel de los ojos chinitos más dulce de la historia, y el que la abandonaba al amanecer.
Say goodbye to Alexandra leaving. Desde el balcón el dios Cohen murmuraba, Then say goodbye to Alexandra lost. Desde el balcón, el dios Cohen recitaba...
Cuando me perdía por el umbral de la puerta invisible, su voz se oyó, quédate, ... (mi silencio) Quédate y te haré una fotografía de mis ojos y mi sonrisa con mis propias manos, la que tanto quieres... No mientas, dijiste que únicamente la harías cuando estemos muertos y me ames. Ella golpeó la cama en el sitio aún caliente que era mío, ven, tu Bacante lo implora. Los dioses nunca hacemos caso a las plegarias, ven, hay una botella más de vino aquí a mi lado... Está bien, pero aún siendo comprado tan barato, aspiro lo pactado.
Sus manos se hicieron envolturas, sus brazos y piernas collares, su boca típicas caricias de bondad, mientras sus cabellos danzaban al verso final de Cohen, con su I have tried in my way to be free... Sí... he tratado de ser libre con una mujer que no eres tú... Pensé antes de morir...
*Los ojos de la tarde. Daniel F.
**Las inmensas preguntas. (El género bobo) Nacho Vegas.
***Se reservan los derechos de imagen.