martes, 30 de noviembre de 2010

Amor en tiempos de pólvora (Acto seguido & Nikon)



Ya viví, sufrí y amé, y todo ¿para qué?...
...Viví, sufrí y amé, vale y ¿ahora qué?

Vegas



Ella siguió poniendo dos cubiertos en la mesa, y conversaba sola, como si nada, sentada a la ventana, esperando alguna sombra y cantando hasta la madrugada; no te vayas, no te vayas*... Desperté con un agudo dolor en la cabeza, enterrado en la cama que sobre el parqué dormía, camuflado entre aquellos almohadones indios, perfumados, nada coloridos. No estaba ella, abrí seguros los ojos inseguros, tampoco, no aparecía ella, me puse en pie, me dirigí al cuarto de baño, nada. Abrí las puertas del balcón por aire, sentí la frescura de la mañana sin brisa, al regresar vi los fetos de hachís que se mezclaban sobre la mesa de noche con otras hierbas, suspiré al verme desnudo y me dirigí a la cocina por algo de beber y no sorprendía ella.

Me vestí, lavé mi rostro, acomodé mis pies dentro de los calzados y salí de la habitación sin puerta, de la casa sin dueña, del recinto sin perro. Al vislumbrar el primer olivo cubierto por los rayos del sol y su verde acogedor, sentí una mano aferrándose a la mía, sin tiempo a nada me abrazó desde atrás, me detuve, cuando percibí aquel suave perfume de la anterior noche.


¿Por qué te marchas?, me levanté y no hubo nadie, ¿por qué huyes?, desperté y... Por qué te vas si puedes quedarte, hoy, ayer, pasado y mañana, me silenció antes de terminar lo que decir quería.

Me destrozan los cantares de los cuchillos en la cabeza dije, y nos dirigimos a la farmacia más cercana, señorita, buenos días, la cabeza está que me explota, ¿está resfriado señor?, señorita, olvide lo de señor, solamente sálveme, que me está matando la cabeza con su dolor. Señor, ¿sufre de migrañas?, señorita por favor, necesito algo contra este maldito dolor, le daré algo contra la migraña, ¿cuántas tomas desea?, ¿cuántas necesito para morirme? La señorita me miró extrañada, mi acompañante volteó la mirada tras sus lentes como para no reír, disimulando así su respeto. Señor, ¿cuántas tomas?, cien por favor, y cien para llevar. Creo que el dolor que tiene no es otra cosa sino resaca se anunció mi acompañante. Señorita, mejor mil, que no llevaré nada a casa.


Ella preparó zumo de naranja para mí, de fresa para ella, sobre la mesa acomodó con sus elegantes delgadas manos el cruasán que había comprado mientras dormía yo, cortó queso del día, almendras, y tinto. Yo como espectador presumía admiración por sus manos, me gustaba verla entretenida en algo tan sublime por la mañana al mismo tiempo que adorables gestos le obsequiaba a su nikon. Se sentó a mi lado luego de colocar una servilleta en mi regazo, levantó el tinto en copa mientras yo la miraba, ella me alzó el tono de los ojos chinitos, levanté mi tinto en copa aletargado, chin chin dijo, golpeando su copa en mi copa, y bebió, y bebí. Sus ojos me bajaron el tono mientras yo subía la voz de mis manos dentro su vestido, ella giró lentamente las piernas en su mismo sitio apuntándome con su sexo, el grito de mis manos crecía mientras sus ojos chinitos grandes se hacían y luego pequeños, se abrían, se cerraban y empezaba nuevamente el mismo acto. Ella se levantó agarrándose de mi cuello, su silla de espaldas cayó, mis manos en sus posaderas en frenesí entraban, ella se montó en mí delicada, sin antes quitar la tela que había tendido en mis muslos minutos antes, es para no perder elegancia al comer susurró antes de bajarle las tiras del vestido.


¿Te marcharás de madrugada como la última vez?, soy un gato mujer, y como gato debo aprender a marcharme. Ella es muy hermosa, no me parecerá extraño que regreses a su lado, mujer, como gato, no podré volver a ella, primero, tendrás que matarme todas las veces que estuve aquí, tratando de olvidarla...

Desde la cama vimos una película que años guardada estaba, a la mitad me dormí, ella a la otra mitad despertó, y estando sumido en las profundidades del colchón, con cámara en mano, me guardó para sus mañanas y despueses. Desperté una hora y algunos minutos tarde, ella recostada a mi lado me miraba, chis dijo ella y flash su nikon, mis ojos se cerraron al unísono, y antes de abrirlos los besos más descontrolados me cayeron torrenciales, y sobre mí colocó su peso entero, al momento que Cohen desde el balcón So long, Marianne bajito cantaba. I forget to pray for the angels and then the angels forget to pray for us. Es mentira pensé... porque no le he rezado a los ángeles, y me estoy acostando con uno en este preciso instante... ¡DIOS ME ENVIDIE!

Yo besé sus tetas que eran medianas cuando con sus manos me hacía tocarlas, luego bajé por la costa entera de su selva podada, giraba ella sobre el colchón, me movía yo dentro de ella como krakenes dentro de túneles sujetos a otros túneles. Más tarde ella con su sabiduría de besos amaba cierto tentáculo del kraken, con virtudes mayores a los milagros de cualquier dios. Subió hasta mi boca después, rogó dos veces, pidió tres veces, gimió una vez, cuando al final de mi prematuro orgasmo, la noche a penas iba por su mitad, y desde el balcón la luna más horrible del año nos iluminaba torpemente, ¡oh suerte defectuosa la de la luna!, que enredados nos veía.

Eres manjar en carne, para los carroñeros como yo, beberás vino de mis labios comentó mientras fue por un tinto, me gusta tu baja espalda, sobre todo los hoyuelos que formados casi al final de tu espina están. Me adoras, así lo niegues. Y es que no lo niego mademoiselle, nadita lo niego, me he aferrado a sus curvas para morirme a la velocidad más injustificada. Quiero beber vino de tus labios atinó luego a decir, cuando me ponía en pie para recoger los restos de otros tintos a lado de los cruasanes restantes y su compañera de viajes, quizá fue para no sentirme tan borracho. El aire frío entraba desde las ventanas del balcón, y cuando vio en mis manos su nikon ella aprovechó en ponerse un liviano suéter lila, regresó con el tibio puchero de siempre, se recostó en la cama con un cojín delante y uno más grande detrás, chis dije y el segundo de mi demora bastó para que ella cubra su rostro con ambas manos.


Adoro cuando me recorres entera con tus manos. Sucede que cuando lo hago, me siento como Bouguereau, me encanta cuando te pones elegante. ¡Bacante hermosa!, dame un poco más de tinto per favore, ¡tu Baco lo implora! Ella tomó de la botella con todo el descaro de no usar copa, y desparramó dentro de mis fauces su vino ensalivado, su lengua difícil, sus dientes morados. Y Cohen con su They fall among the voices and the wine acompañaba desde el balcón.



He hicimos el amor, una vez que sentimos el frío**...

Come over to the window, my little darling, cantó caminando hasta donde estaba Cohen, sus blancas bragas con pecas tatuadas apresuraban destreza, sus tetas fortalecidas con mi tacto se movían por el síntoma de la gravedad, volteó, Come over to the window, my little darling, volvió a cantar y me expulsé de la cama, lento hasta donde ella estaba. I'd like to try to read your palm. junto a Cohen cantaba, no hallarás más que vacíos solamente dije. Well you know that I love to live with you, canté devolviéndole el gesto al unísono con Cohen pero en un inglés tan de mierda como no. Sus ojos se abrieron como cofres de oro llenos en manos de piratas desalmados, lanzándose hacia mí, abrazándome como gato en su bolita de trapo, besándome las manos, la boca, los verbos mientras mis manos escribían tales verbos, en su piel. But you make me forget so very much. Cantó el dios, y tanta razón había...



Desvestí mi falo dentro de ella, culminando un polvo glamoroso, llegando casi casi a las tres de la madrugada, sin frío desde el balcón, húmedos bajo la seca noche, estando débiles, ella aún sobre mí, me besó una vez más, quedando un poco dormida tras lo que fue. Minutos cortos pasaron, la acomodé a un lado, la vestí con las ropas de la cama, se veía tan hermosa envuelta con esas sábanas blancas, su piel poco tostada por el sol, convertía en mágico el lugar, donde el diablo que era yo, seducía cada noche al ángel de los ojos chinitos más dulce de la historia, y el que la abandonaba al amanecer.

Say goodbye to Alexandra leaving. Desde el balcón el dios Cohen murmuraba, Then say goodbye to Alexandra lost. Desde el balcón, el dios Cohen recitaba...

Cuando me perdía por el umbral de la puerta invisible, su voz se oyó, quédate, ... (mi silencio) Quédate y te haré una fotografía de mis ojos y mi sonrisa con mis propias manos, la que tanto quieres... No mientas, dijiste que únicamente la harías cuando estemos muertos y me ames. Ella golpeó la cama en el sitio aún caliente que era mío, ven, tu Bacante lo implora. Los dioses nunca hacemos caso a las plegarias, ven, hay una botella más de vino aquí a mi lado... Está bien, pero aún siendo comprado tan barato, aspiro lo pactado.


Sus manos se hicieron envolturas, sus brazos y piernas collares, su boca típicas caricias de bondad, mientras sus cabellos danzaban al verso final de Cohen, con su I have tried in my way to be free... Sí... he tratado de ser libre con una mujer que no eres tú... Pensé antes de morir...

*Los ojos de la tarde. Daniel F.
**Las inmensas preguntas. (El género bobo) Nacho Vegas.
***Se reservan los derechos de imagen.

martes, 23 de noviembre de 2010

Amor en tiempos de pólvora


Soy como tú estás, soy como te sientas, soy Satanás, soy la Cenicienta, soy una vara, soy un tirano,

soy malo malo...


Pereza



Un día quieres dejar el mundo entero por mí, la misma noche te aburres y no soy para ti, como quisiera tenerlo tan claro, como lo tienes tú.* Porque quedan solamente, los recuerdos machos sin hembra, que entre ellos no se fecundarán mas, aquellos placeres momentáneos de la mente, ni sabrá ya mi mano qué es tu mano, ni mi boca qué es tu paladar. Era la noche del fin del mundo, un noviembre triste de muchos que ya, se habían propagado. Yo prendía sobre una cama la pipa tres de hachís, ella escribía tres líneas sobre una negra mesa, sus manos tétricas y huesudas me rozaban los nudillos cada diez minutos, y reía, reía como nunca antes vi reír yo a una mujer.

Horas antes nos presentamos, ya que nos conocíamos en palabras de otros, mientras fuimos por café, jugo de fresa y tal vez una película moderna, nos pusimos al tanto ya en palabras personales y nuestras. Ella reía, reía y reía, y nunca yo había visto reír a una mujer como ella lo hacía. El café terminó, la fresa, la moderna película y también su risa, estábamos ahora en una habitación tétrica, que no era huesuda como sus manos, sino más bien oscura, oscura como sus ojos. Ella esnifó las tres líneas que escribió y yo fumé la tercera pipa sobre la cama. Se acercó, acarició mis nudillos una vez más, sonrió, sus ojos negros y chinitos lo eran todo, me besó, sus ojos chinitos y negros todo lo eran.

Cuando por fin despertamos nos unía un asqueroso dolor de cabeza, ella quería estar desnuda y yo ponerle las ropas, yo apetecía lavarme el rostro y ella acariciar mi barba, la pipa sobre la mesa saludó las tardes malas de un sábado cualquiera, su ropa interior negra me sedujo hasta el cuarto de baño, donde me comí con ella un polvo acogedor que luego vomitamos, porque terminamos abrazando el lavabo ella y el váter yo.

¿La amabas?, sí, como se aman ciertas cosas.
¿La odias?, sí, como se odian ciertas cosas.

Luego de sentir el agua fría y tibia su boca, salimos disparados hasta la cama, donde ella no se negó cuando le puse el sujetador, al instante que sus tetas se despedían de modo pequeño, sutiles tetas las de ella en mi mano, sin ruido, sin bulla las acariciaba, mientras ella reía, juro por dios que no existe que ella reía y reía, como yo nunca antes vi a una mujer reír. Tengo dos besos en casa, tal vez un abrazo, dos tazas de café y un sueño de cuatro horas. Te acompaño le dije, y me tomó por los nudillos, acariciando mi barba.

¿Morirías por ella?, no, porque no se puede morir dos veces.
¿Estás muerto entonces?, no, porque no se puede morir dos veces.

Caminamos calles que no conocíamos, recordando cómo llegar a casa, ella tomaba mi brazo, yo tomaba sus besos, y dentro de todo el abrumador presagio de un polvo futuro, me consumía aún la idea fúnebre de aquella dama que me juró con la boca un cielo sin ser dios. ¡Rayos!, ¿qué pasa?, creo que estoy muriendo. Dijiste que no se podía morir dos veces. Quizá mentí un poco...

Al entrar en la habitación nos miraron los cuadros más tristes del mundo, y la cama, la feliz cama nos veía ahí parados, ella de mi brazo, yo de su boca. Nos besamos golpeando algunos muebles, caímos en el lecho, sus pequeñas tetas dentro del sujetador tiritaban inquietas, y mi boca en su boca, y sus brazos aferrados a mi cuello, su pelo, sus ojos chinitos, ¡mi pipa!, ¡coño!, olvidé mi pipa en aquella habitación...

Era ya el tercer polvo que nos ofrecimos, me abrazó algunos minutos, me miraba, acariciaba mi barba, y reía, reía y reía, mientras yo, adorando su risa festejaba en sus pezones, tibias caricias con mi índice. Luego se levantó dando un brinco, la cama en el suelo y yo sobre ella, mirábamos como se iba por aquel espacio donde no había puerta, ¡qué culo!, ¡qué flaquita tan rica!, ¡qué ojos chinitos y negros más bellos! Regresó minutos luego con dos tazas de café, una por mano, y desnuda ella bebía su café, y desnudo yo, bebía su café, recostados ambos, pensando en cómo rayos pudo habernos pasado todo aquello, sin predecirlo, sin quererlo, sin conocernos. ¡Coño!, ¿qué pasa?, ¡mi pipa!

El café acabó, el aroma persistía aún en el ambiente, la cama deshojada, ella desnuda, ¡riquísima!, y desnudo yo, respirando de su café, que luego se hizo un beso, el beso sin risa con sabor a café más largo de la tarde, y también culminó la tarde, la noche presente se hizo, ella aún desnuda, yo con la abierta camisa y el falo colgando fui por agua a la cocina.

¿Piensas en ella en este instaste?, en todos los instantes pienso en ella.
¿Hasta cuando hicimos el amor?, quizá mentí un poco...

Casi golpeaba en el reloj la hora once, dos botellas de vino a un lado de la cama destripadas de su uva estaban, nosotros bebimos de esos entreveros, y luego de habernos revolcado en la bañera dos veces, nos quedamos profundamente dormidos por cuatro horas. Cuando abrí los ojos sentí un peso seco encima de mí, era ella, y su cabello oscuro cubría mi piel, sus pies en mis pies, su mano en mi mano, su risa en mi pecho. ¿Quieres más vino?, un poco tal vez. Ella se levantó con el rostro somnoliento, caminó hasta el estante pequeño de su habitación torpe y delicadamente, tomó una botella de vino blanco, la descorchó, me miró y luego se acercó moviendo esas curvas directas de su delgadez, y sus tetas, ¡qué tetas!, pequeñas en mis manos, medianas en las de ella.

¿Tendremos otro momento como este?, tendremos años como este momento.
¿Estás mintiendo?, sí, quizá lo esté haciendo un poco.

Ella se puso en pie nuevamente con un puchero lento, con los ojos tristes, y negros, fue hacia un cajón cualquiera, sacó de él un pequeño paquete que abrió suavemente, ¡bendiciones! dijo acomodándose el cabello hacia atrás, se quedó parada unos segundos... ¡MIERDA!, ¿qué pasa?, ¡TU PIPA!, y reí, juro por dios que reí y reí.


*Como lo tienes tú. Bunbury & Pereza. Versión Malatesta.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Veintidós (Dedicatoria)


Vámonos...

Enrique Bunbury



Cruz commissa.

De boca,
fue tal beso
como crucificado
en el Gólgota.

De mano,
fue tal caricia
como clavado
en la cruz.

De risa,
fue tal calvario
como resucitado
en el ataúd.



Adiós siempre será un saludo.

Adiós,
saludó su boca,
adiós,
me dejó su beso.

Adiós,
habló su ropa,
adiós,
me abrigó su copa.

Adiós...
siempre será un saludo, le dije.


A Cambalache, for sentimental reasons.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Tres de romanos


Evidentemente soy un hombre débil. He probado a recurrir a la Biblia, a los filósofos, a los poetas, pero para mí, no sé por qué, ninguno ha dado en el blanco. Hablan de algo completamente distinto, por eso dejé de leer hace ya mucho. Hallé cierta ayuda en la bebida, en el juego y el sexo, en este sentido me he portado como cualquier hombre de la comunidad, la ciudad, la nación. Con la diferencia única de que a mí no me interesaba triunfar. No quería familia, hogar, trabajo respetable, etc... Y así veía yo. Ni intelectual ni artista, sin las auxiliadoras raíces del hombre normal...


Bukowsky



X

La rosa
frenética esmeralda de la espina
que en mis dedos sus puntas afina
y sangro loco
y morir es poco.

La risa
infelicidad desmedida
que en mis centros clava sus heridas
como llaga dentro de la vida
y vivo loco
y morir es poco.



XIV


Frígida mujer
que besos manda
desde su túnel
a la sien.

Frígida mujer
que por su gatillo
grita leve
hasta el seso.

Frígida mujer
que reptil parece
por piedad...

¡Matadme!



XIX


El esmeril
ante el diamante decae
eréctil
como mazo
en la cabeza del que golpea

-y envilecer quiero
tu cuerpo
por mi arrogāre.


De Poemas Romanos.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los caminos ocultos



LI


MENTIRA. Si lo hacía de engaños,
y nada más. Ya está. De otro modo,
también tú vas a ver
cuánto va a dolerme el haber sido así.

Mentira. Calla.
Ya está bien.
Como otras veces tú me haces esto mismo
porque yo también he sido así.

A mí, que había tanto atisbado si de veras
llorabas,
ya que otras veces sólo te quedaste
en tus dulces pucheros,
a mí, que ni soñé que lo creyeses,
me ganaron tus lágrimas.
Ya está.

Mas ya lo sabes: todo fue mentira.
Y si sigues llorando, bueno, pues!
Otra vez ni he de verte cuando juegues.

César Vallejo.


El andar.

El hombre llano, sin preámbulo a nada, consume de su heroína, silente como el humo. Camina haciendo sonar sus tacones, un golpe seco cada tres pasos, y cojea y tropieza y cae, oh torpe andar del hombre que consume heroína.


I


La cumbre,
desolada como la noche
que vislumbro con reojo
de una puerta cerrada.
No soy ya,
la exclamación de eso
que se enrosca como dedo en tu pubis
oh pubis maltratado,
angustiado
que verdoso destila
húmedos compatriotas del vello.

Agoté
febril lo hirviente
de mi semen a otro semen
blanquecinos títeres del movimiento
sin aroma como frazada
que pende de una boca
rápido
como el niño que un día nace
y al segundo perece.

De Poemas Romanos.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Resurrección


Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?

Nietzsche,
La gaya ciencia, sección 125




La madrugada del fin del mundo.

Corrí, corrí porque a pasos agigantados, la tenue verdad, la que se distinguía frágil, como un moribundo a punto de morir, se me esfumaba. Sí, galopé, para lograr la erudición con algo obscuro; ¡oh desenfrenada noche, oh claustro de mi fobia, oh caviar artificial!, que dentro de su calma más grotesca, el radiante sueño se hace menos cruel que la insolencia. Quise rebuscar dentro de un huevo plastificado, la idea de un profundo asesinarme, grano a grano, consumí de sus semillas, grano a grano, las despojé de mi cuero minutos tarde, al simular un yo sin ti no puedo más, al dibujar en el llano de mi verde cama un no me sueltes nunca, quizá también, antes de culminar el primer tramo, un moriré sin ti, lo estoy haciendo nena, dejarme no pretendas.

Ella consumía de mis abrazos, como tierno un niño, acurrucado en su madre, ella bebía de mis temblores, fieros temblores, de mis fríos, de mis sudores. Me dijo que me quería, y cuando en el eco le amé, calló, en silencio me miraba sin mirarme, su lástima hacia mí, era terroríficamente notoria, en mi cráneo millares de puntas sentí, como bandadas de aves que chillaban, perforando con sus picos mis ideas, como a una roca la diamantina; sentí así, los venenos más negros de la pestilente humanidad, dejándome sus yo internos, y cuando por fin seduje a la muerte, y cuando ya casi, cuando casi tenía a esa blanquecina sombra vestida de noche rozándome, se esfumó como humo del tabaco, cuando el fuego logra su querer absoluto en el pulmón del hombre. Sí, de igual modo se fue.

Logré perpetrar mi propio daño, contra mí, embravecido como escorpión, clavando mi propia espina en mi dorsal, rehuyendo a la rosa blanca, al pavor de la triste rosa blanca sobre el mármol. Caminé, luego de correr caminé, retomando el espacio reducido a nada, de mi andar macabro, de mi llorar, de mi llorar poco audaz.

No pretendo morir más, ni busco consuelo en las tetas, ni en mi verga, porque ya todo se ha consumado, el fin de los finales, el the end más prolongado de toda la imaginación, se ha cantado, el Ave Fénix, una vez más, habrá volado.





Imagen de catnez.com 'Ave Fénix'




Como las dos torres de la nueva roca caigo
mis muros en el aire se entretienen
mis soportes ultrajados se destrozan
y me desmorono ante los ojos de la humanidad maldita.

Con los pies rezando
ofrendas de pasos al tiempo otorgo
y es el tiempo que no sabe detener su espacio
como las promesas del dios al hombre.

El frío clava sus espadas en mis huesos
se retuercen dentro mío
gritan, que deje de temblar
pero tiemblo
tiemblo ante la faz de la tierra.

Como las dos torres de la tierra me rindo
mis sólidas bases se hacen agua
mis rodillas desintegran su rudeza
y recaigo en la angustia de la nada
ante un mirar de la humanidad maldita.

Sábado once de septiembre del dosmildiez.
De "El amor como las dos torres gemelas en Nueva York".


Verso al Fénix.

De mis cenizas, nacerán plegarias ostentosas, que versos son, de las glorias no angustiosas. Mecerán en mi plenitud algunos años de más, notorias en la piel no arrugada por el tiempo, brillaré, dentro de un saco de tormentos, y victorioso alzaré, repleta de vino tinto mi copa, que pedirá ella, se riegue en su boca.

De mis cenizas, verterán oraciones gloriosas, como festín de festines, entre bailes con dioses, caminaré entre los vivos, que ya muerto, habré de resurgir, como la uva, dentro de una botella, haciéndose así, el genio más inmortal,de la mar y su querella.



*Porque always lloraré a la Cambalache, over the rainbow, como tiburones del Caribe, que no consiguieron devorarle en vida, mi goleta, mi bandera, sus tibias en mi calavera, y todo al fondo del mar...

*No fue bueno, pero fue lo mejor. 'El tiempo de las cerezas' *Versión Malatesta.