viernes, 4 de diciembre de 2009

Cactus y sapos en el océano de mi garganta


¡Oh! no te olvidaré... ¡Oh! no te olvidaré...
-Gritaba la loca Marlén.

Como una súplica entras en mi ojo, como rayo asustado de sol eso también entra en mi garganta, pintando con su semen mi profundidad y la cicatriz. El polvo del cuervo quemado se levanta entre el humo de la cucaracha y los cactus; y son los sapos los que suben luego entre mi piel y mis huesos destrozando la oscuridad de mis manos, en mi interior descompuesto crecen como la sangre que es chupada y escupida con el veneno de la víbora. Nacen nuevamente el cactus y los sapos en mi boca, mientras el mal olor de la cama se extiende por el sucio suelo de carne marrón, provocando el camino de mi lengua entre el pálido polvo de la mesa y la lluvia muerta que hace daño. ¡Tengo cactus! El sapo es una ramera, que grita en mis oídos llenos de mujeres molidas, como el vómito de dios se dibujan entre el vestido y las espinas de mi espalda, que caen entre mi mierda y mi sangre para ser tomadas luego por el viejo que parece un limón seco, como un leve canto demencial.

¿Qué es la gracia? Preguntas sobre la cama vacía.
¿Qué eso que sale de mi entrepierna? Preguntas saliendo de la habitación vacía.
¿Qué es ese perfume dentro de mi piel? Preguntas cayendo por las gradas de la escalera en la casa vacía.

La calavera te ha quitado el vestido, mientras la luz de la niña que besa a Lucifer devora el cuerpo que ya no le pertenece y de él, es la aguja que crece en sus manos , finge ser el susurro de la noche para picarse luego con el falo de un sapo, ¡espinas de cactus en su sexo!
Como una súplica entras en mi otro ojo, con tu lengua y tus dedos pretendes la caridad de mi carne, obsceno como una monja sin piel, que ya su sustancia corresponde a mi lápida blanca, en mis dientes deformes la costra crece como la hierba. ¡Tengo sapos! El cactus es una ramera que ahuyenta al ser sombrío, antes que los pelos de esa mujer suban por mi sangre, que es como el elemento que antes fue mercurio, mientras de mis huellas las mandíbulas asesinan a todos los culos sonrosados y humildes que ellas han perforado.

¿Qué es esa cosa plateada que me perfora el sexo? Preguntas en mi interior.
¿Qué es esa sensación a mitad de mi boca? Preguntas cuando sales de mi interior.
¿Qué es esa cosa roja que sale de mis entrañas? Preguntas luego que el cuchillo de plata respira en el viento de la habitación vacía y te veo caer a mis pies...

Recreado e inspirado en todas las canciones del álbum "Panero", que aún me acompañan, a pesar del pesar.

4 comentarios:

  1. Sabe, sus letras (debería recomendarlo), toman un cuerpo exquisito, con un buen trago de Ron.

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  2. Una vez más un gato cae desde mi tejado.
    GRACIAS estimado Gato Pardo. Por tan hermoso
    halago. Mucho más aún, cuando se compare
    lo que escribo con un buen trago de Ron.
    GRACIAS NUEVAMENTE.

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  3. A los no-roneros las palabras nos transportan a la película Seven. Es este un universo de cuidado donde el sexo mata. Ironicamente... igual que en los demás universos.

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  4. Una vez más, ¡bienvenido! "No-ronero" De lo que se pierde estimado señor.
    No sé entonces de qué universo vengo, lo que sé, es que solamente un muerto sabe de sexo.
    "Como mujer vencida, la vida que despide mal olor".

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