miércoles, 28 de diciembre de 2011
Púrpura
Como todas las carnes juntas que al caer de mis fauces
-que son muchas
se tornan especiales en el suelo.
Y todo es púrpura
como tu risa cuando es retocada con mi puño
y todo es púrpura en ti
hasta tu sombra
cuando eres retocada con mi puño.
Hace diez años que no quiero ser hombre
cuando el puño de aquel viejo entra en mi culo
y hace de todo esto que me rodea una farsa
hay un niño que me llama papá
hay un perro que ladra en el corredor
hay un jardín por regar cada tarde del segundo día
y hay un viejo que introduce su puño en mi culo
y todo se hace púrpura
tan púrpura que prefiero encerrarme bajo las sábanas
tan púrpura que aborrezco tu piel y la acaricio hasta que se haga negra.
Hace diez años que pretendo ser otro
y tú me amas como todo el odio del mundo
y yo amo a mi mujer
con un puño similar al tuyo
hasta que olvida que vive
y en el suelo
como todas las carnes juntas
se hace especial.
domingo, 18 de diciembre de 2011
En tus rodillas
To be by your side
Nick Cave
Desde la rosa clamo tu nombre
que como una piedra se hace
cuando todo se conjuga en un solo muerto.
Ahí en tu cintura me abrazo
imagino ser un niño que quiere nuevamente
entrar en un vientre.
Tú me miras con esos ojos mudos
tan tuyos como la sombra de la noche más oscura
te levantas y haces de tus manos dos bastones
tropiezas porque aún no conoces mi habitación totalmente
regresas y con las mismas manos haces de mi cuerpo todo eso que perdiste desde hace ya tanto, me miras otra vez con los mismos ojos mudos
y yo me pongo a llorar sin que lo notes.
Desde la piedra clamo tu nombre
que como una rosa se hace
y ahí en tu cintura
me desmorono hasta perderme en tus rodillas.
Aquí bajo la sombra.
Yo
con estas manos que veréis como malditas
arranqué de vuestra cara ambos ojos
como si de una fruta se tratara al ser jalada de un árbol
el odio era eterno
y mi alma se hizo un pozo
no salí hasta darme cuenta de la aberración que cometí
Edipo que no fui sino que hice
y mi alma se hizo un pozo eterno como mi odio.
Yo
con estas manos que veréis como malditas
estropeé vuestra linda mirada
sin darme tregua de un lamento o dos
justifiqué mi rabia con sus pétalos
despojando de sus órbitas ambas miradas
una a una
en mis manos quedaron los iris sin arcos
en mis malditas manos quedaron todo eso
que yo adoraba con la boca.
Yo
con estas manos que veréis como malditas
acaricié su cuerpo luego de la sangre y de los gritos
ella tiritaba como un mendigo a mitad de la calle
me limité a besarle el alma
sufrí desde los huesos
lloré algo que era rojo como la sangre
y ella no podía mirarme
y ella no podía mirarme...
Yo
que con estas manos adorné vuestra figura tantas veces
he quitado de ti lo más preciado
eso que le dio significado a toda belleza.
...Y aquí... desde la piedra rosa clamo tu nombre
antes de quitar esta maldición de mi cuerpo...
Y aquí... mientras no me miras, corto esta maldición de mi carne
y tú
mientras lloras en silencio como un mudo
te limitas a limpiar esto rojo que derramo desde los brazos
hasta tus rodillas...
que como una piedra se hace
cuando todo se conjuga en un solo muerto.
Ahí en tu cintura me abrazo
imagino ser un niño que quiere nuevamente
entrar en un vientre.
Tú me miras con esos ojos mudos
tan tuyos como la sombra de la noche más oscura
te levantas y haces de tus manos dos bastones
tropiezas porque aún no conoces mi habitación totalmente
regresas y con las mismas manos haces de mi cuerpo todo eso que perdiste desde hace ya tanto, me miras otra vez con los mismos ojos mudos
y yo me pongo a llorar sin que lo notes.
Desde la piedra clamo tu nombre
que como una rosa se hace
y ahí en tu cintura
me desmorono hasta perderme en tus rodillas.
Aquí bajo la sombra.
Yo
con estas manos que veréis como malditas
arranqué de vuestra cara ambos ojos
como si de una fruta se tratara al ser jalada de un árbol
el odio era eterno
y mi alma se hizo un pozo
no salí hasta darme cuenta de la aberración que cometí
Edipo que no fui sino que hice
y mi alma se hizo un pozo eterno como mi odio.
Yo
con estas manos que veréis como malditas
estropeé vuestra linda mirada
sin darme tregua de un lamento o dos
justifiqué mi rabia con sus pétalos
despojando de sus órbitas ambas miradas
una a una
en mis manos quedaron los iris sin arcos
en mis malditas manos quedaron todo eso
que yo adoraba con la boca.
Yo
con estas manos que veréis como malditas
acaricié su cuerpo luego de la sangre y de los gritos
ella tiritaba como un mendigo a mitad de la calle
me limité a besarle el alma
sufrí desde los huesos
lloré algo que era rojo como la sangre
y ella no podía mirarme
y ella no podía mirarme...
Yo
que con estas manos adorné vuestra figura tantas veces
he quitado de ti lo más preciado
eso que le dio significado a toda belleza.
...Y aquí... desde la piedra rosa clamo tu nombre
antes de quitar esta maldición de mi cuerpo...
Y aquí... mientras no me miras, corto esta maldición de mi carne
y tú
mientras lloras en silencio como un mudo
te limitas a limpiar esto rojo que derramo desde los brazos
hasta tus rodillas...
martes, 22 de noviembre de 2011
Carne de vaca
Aquella noche de setiembre, fuiste tan buena para mí... ¡Hasta dolerme!
César Vallejo.
La piedra en su zapato.
Parada sobre el mundo que yo era
y yo era
eso que es el mundo
arrogante y mezquino
pobre y poderoso
parada sobre mí estaba
sobre mí parada
arrogante y mezquina
poderosa y pobre
y yo era
eso que es el mundo.
Carne de vaca.
Hermosa como una flor
con su nudo dentro
desollada y mutilada
como una flor hermosa.
Arriba en la idea
no hay sino dolor y mercancía
y se levanta
y se cae
y la res no se lamenta
se limita a desangrarse por los ojos.
Bella como una flor
con su tristeza dentro
y ya desollada y mutilada
más bella que la flor todavía.
Retrato.
Torpes raíces sobre la piel
que se resecan con el pasar de los días
ya no lloro
ni sonrío
lento idioma sobre las rodillas
y tú tampoco lloras
sólo maldices y te quiebras.
Camino dentro de ti
con un tronco rudo
cuando de mi espantada figura
brotan infinitas espinas
que al clavarse justo allí
sólo padecen y padecen.
Larga es la agonía de mi semblante
cuando de tus dientes crecen palabras
que dicen solamente
te mataré para la tarde
y ya tarde mi estómago
se pudre
se hace lodo y excremento.
El espejo ya no me mira
se ha destrozado en mis puños
porque sólo soy un anciano
y tú con veinte años
eres el retrato de tu madre
que me maldice
y me maldice cuando en ti
mis espinas padecen y padecen.
lunes, 24 de octubre de 2011
Como si fuera un ángel
Fuera de la habitación 502 un pájaro abre sus alas
en el interior un hombre advierte un modo de enterrarse
hay en el suelo restos de la creación
en el techo una corbata que no combina con el fondo
soy hábil para ciertas situaciones -piensa
y aparece la figura de una mujer que finge no mirarlo
el pájaro cierra las alas y con el pico ordena su plumaje
la canción de Frank se pasea con el aire cuando él estropea su peinado con la izquierda
suspira como si una mariposa lo tocase
al momento que rueda la botella de tinto dentro de todo lo que no sucede
puedo detenerme a tiempo -piensa
mientras avanza la dama que no conoce quietud
el encargado toca la habitación 502 y el ave asustada huye
el balcón parece estable pero las persianas no resistirán mi pescuezo -piensa
su palma es un mapa donde las cicatrices disimulan no conocerse
el camino se ha desviado desde hace ya tanto
cuando parecía un pequeño de amplio futuro
los amigos jamás fueron condescendientes
y la carne no era la adecuada
la habitación 502 parece no amoldarse cuando todo está por ocurrir
tengo que frecuentar más el fondo que estoy observando -murmura
poniendo una silla cerca del balcón
cerca a donde el ave de hace momentos estaba ajustando su traje
la corbata ahora se estira sobre la cama
el mundo se mueve en tonos distintos a la belleza -piensa
porque ella está ahí en la puerta
simulando que arrebatarle la piel sería un exceso
todo está muriendo querido -dice la dama
todo está destruido
mira hasta el fondo del abismo y estropea su torpe risa
avanza a zancadas para no tropezar con la botella
va mirando a la hermosa dama que genera un gesto poco bondadoso
quiere detenerlo todo con los dietes
sangra por la boca tonos que se corren del mundo
y justo cuando su pie derecho roza la silla de madera algo cruje
se alza sobre el balcón como un galgo
la dama ya no parece indiferente a él
sólo cruje desde sus adentros como un animal inimaginable
sí...
el muchacho va descendiendo como si fuera un ángel
como si fuera un ángel del señor que aprendió a olvidarlo
poco a poco hasta estallar con los sesos
tendido como la sombra de todos los hombres
queriendo sangrar lo aceptable
y la calle se hace gris con rojo
gris con rojo como el pájaro posado en la ventana.
en el interior un hombre advierte un modo de enterrarse
hay en el suelo restos de la creación
en el techo una corbata que no combina con el fondo
soy hábil para ciertas situaciones -piensa
y aparece la figura de una mujer que finge no mirarlo
el pájaro cierra las alas y con el pico ordena su plumaje
la canción de Frank se pasea con el aire cuando él estropea su peinado con la izquierda
suspira como si una mariposa lo tocase
al momento que rueda la botella de tinto dentro de todo lo que no sucede
puedo detenerme a tiempo -piensa
mientras avanza la dama que no conoce quietud
el encargado toca la habitación 502 y el ave asustada huye
el balcón parece estable pero las persianas no resistirán mi pescuezo -piensa
su palma es un mapa donde las cicatrices disimulan no conocerse
el camino se ha desviado desde hace ya tanto
cuando parecía un pequeño de amplio futuro
los amigos jamás fueron condescendientes
y la carne no era la adecuada
la habitación 502 parece no amoldarse cuando todo está por ocurrir
tengo que frecuentar más el fondo que estoy observando -murmura
poniendo una silla cerca del balcón
cerca a donde el ave de hace momentos estaba ajustando su traje
la corbata ahora se estira sobre la cama
el mundo se mueve en tonos distintos a la belleza -piensa
porque ella está ahí en la puerta
simulando que arrebatarle la piel sería un exceso
todo está muriendo querido -dice la dama
todo está destruido
mira hasta el fondo del abismo y estropea su torpe risa
avanza a zancadas para no tropezar con la botella
va mirando a la hermosa dama que genera un gesto poco bondadoso
quiere detenerlo todo con los dietes
sangra por la boca tonos que se corren del mundo
y justo cuando su pie derecho roza la silla de madera algo cruje
se alza sobre el balcón como un galgo
la dama ya no parece indiferente a él
sólo cruje desde sus adentros como un animal inimaginable
sí...
el muchacho va descendiendo como si fuera un ángel
como si fuera un ángel del señor que aprendió a olvidarlo
poco a poco hasta estallar con los sesos
tendido como la sombra de todos los hombres
queriendo sangrar lo aceptable
y la calle se hace gris con rojo
gris con rojo como el pájaro posado en la ventana.
jueves, 20 de octubre de 2011
Mariposas
Esas mariposas son hermosas, sí... son hermosas porque se devoran entre ellas...
En la cama recostado estoy, mientras cuelga la jeringa de mi brazo, se aferra al hoyo formado mientras en mi cabeza el regreso se hace eterno, hay resaca y ya no escucho, hay baba que ya no saboreo. En mis dientes hay restos de algo que parece alimento, algo que insinúa el olor a mierda de la mañana, y ya es de mañana, el día entra por la ventana haciendo de mis ojos dos trapos sucios que se cierran con legañas y hongos. Toca la puerta un hombre que dice ser mi padre, odio su voz y odio sus pasos y odio el recinto que compartimos, rompe la puerta el mismo hombre que es escoltado por otros dos, me sacan de los brazos y parece que estoy volando, hace frío y mi estómago es una piedra, una piedra dura y gigante, un perro pasa a mi lado y es lo último que mi seso guarda, hace mucho más frío y algo cae sobre mi cuerpo, son millones de caricias que parecen minúsculos besos, es algo hermoso y plateado que intenta abrigarme, hace mucho más frío, y mis huesos son heridas en mi carne y la noche un clavo sobre mi piel, un maldito clavo sobre mi piel.
De pronto un fuerte ruido me levanta, los faros se hacen soles estremecedores, una pálida y sombría figura intenta hablarme en un idioma que no entiendo claramente, habla y yo no quiero ni pretendo entender, voces como ecos que se confunden en las quebradas de mis oídos me desorientan aún más y me entretengo en lo oscuro de la muerte, en lo oscuro de la muerte me entretengo...
Por fin despiertas dice una voz desconocida
Sólo hay silencio en mí.
¿Estás bien?, ¿te duele algo? la misma voz.
Pero sólo hay silencio en mí.
Miles de botones regados por todo el suelo, la habitación parece una tortuga, allá en una esquina está la cruz con un pájaro ensangrentado, alza vuelo y yo me hundo en lo vasto de su mierda, hay botones tirados por lo ancho de mis pies y por la habitación, siento cosquillas al caminar y algo se prende en el techo y me entretiene, entra en mi boca un gusano que se hace manjar, mi lengua es una puta pordiosera, mi lengua es el abismo donde duermen todas las putas pordioseras...
Muchacho, ¿hay hambre? dice la voz desconocida
Mi silencio.
Aquí tienes fresas frescas y zumo de algo que parece naranja.
Giro mi cuello un poco y ahí estaba la que hablaba mucho.
-¿Qué eres?
Te ayudé la otra noche, llevas siete días durmiendo
-¡¿QUÉ MIERDA ERES?!
Camino sobre un charco donde también hay lodo, no me hundo a pesar de haber dejado la tierra, paso tras paso me alejo de la orilla y algo cae desde el cielo, es una flor que recojo con mi mano derecha, al momento que logro levantarla se hace humo, siento el hachís en las narices y mi vena puja, mi cabeza estalla y mis sesos revolotean como mariposas, en ese momento algo desde la orilla me llama, giro la cabeza y es un muchacho idéntico a mí, señala una piedra blanca que luego intenta meter en mi nariz, grito porque tanta felicidad espanta, chillo como un animal que está siendo acariciado en un camal donde la felicidad espanta.
La voz tararea una canción muy suave, me entristece porque no soy hombre que haya pedido nacer y la música en sus fauces hacen de mí un ser sumamente miserable, ¿por qué te entrometes tanto mujer?, la voz sigue tarareando dulcemente la misma canción, ¿sabes que la muerte está esperando a por mí?, y tararea y tararea, hay algo extraño en mis tripas y mis piernas tiritan, me encojo en esa cama blanca hasta que mis ojos escupen agua de mar, ella acaricia mi frente y juega con mi pelo, sé que es una dama porque conozco las caricias de un hombre y no es igual, ella sigue jugando con mi pelo hasta que mi mente se duerme recordando ese perfume de sol y de tarde y de risa.
Despierto y veo en la habitación a una muchacha dormida, está en el sofá de al lado, quito esas mangueritas que colgaban de mis brazos, me pongo en pie y por fin el suelo se enamora de mis pies, doy algunos pasos hasta que mi cuerpo entero se enamora del suelo, la muchacha por el ruido se despierta, me sujeta con la prisa del viento por la tarde, intenta calmarme y llama a alguien, dos señores me suben a la cama para tranquilizarme, veo sombras y demonios y niños que han muerto mucho antes que yo, ratones me tiran tierra y animales extraños crecen desde el suelo amenazándome con sus dietes y sus garras.
-¿Qué es lo que sucede?, pregunto
-¿Qué carajo sucede?
-¡DÍGANME!
Y la voz dulce y suave dice como quien no quiere decir nada:
Sólo estás muriendo, tranquilo que sólo estás muriendo...
De pronto un fuerte ruido me levanta, los faros se hacen soles estremecedores, una pálida y sombría figura intenta hablarme en un idioma que no entiendo claramente, habla y yo no quiero ni pretendo entender, voces como ecos que se confunden en las quebradas de mis oídos me desorientan aún más y me entretengo en lo oscuro de la muerte, en lo oscuro de la muerte me entretengo...
Por fin despiertas dice una voz desconocida
Sólo hay silencio en mí.
¿Estás bien?, ¿te duele algo? la misma voz.
Pero sólo hay silencio en mí.
Miles de botones regados por todo el suelo, la habitación parece una tortuga, allá en una esquina está la cruz con un pájaro ensangrentado, alza vuelo y yo me hundo en lo vasto de su mierda, hay botones tirados por lo ancho de mis pies y por la habitación, siento cosquillas al caminar y algo se prende en el techo y me entretiene, entra en mi boca un gusano que se hace manjar, mi lengua es una puta pordiosera, mi lengua es el abismo donde duermen todas las putas pordioseras...
Muchacho, ¿hay hambre? dice la voz desconocida
Mi silencio.
Aquí tienes fresas frescas y zumo de algo que parece naranja.
Giro mi cuello un poco y ahí estaba la que hablaba mucho.
-¿Qué eres?
Te ayudé la otra noche, llevas siete días durmiendo
-¡¿QUÉ MIERDA ERES?!
Camino sobre un charco donde también hay lodo, no me hundo a pesar de haber dejado la tierra, paso tras paso me alejo de la orilla y algo cae desde el cielo, es una flor que recojo con mi mano derecha, al momento que logro levantarla se hace humo, siento el hachís en las narices y mi vena puja, mi cabeza estalla y mis sesos revolotean como mariposas, en ese momento algo desde la orilla me llama, giro la cabeza y es un muchacho idéntico a mí, señala una piedra blanca que luego intenta meter en mi nariz, grito porque tanta felicidad espanta, chillo como un animal que está siendo acariciado en un camal donde la felicidad espanta.
La voz tararea una canción muy suave, me entristece porque no soy hombre que haya pedido nacer y la música en sus fauces hacen de mí un ser sumamente miserable, ¿por qué te entrometes tanto mujer?, la voz sigue tarareando dulcemente la misma canción, ¿sabes que la muerte está esperando a por mí?, y tararea y tararea, hay algo extraño en mis tripas y mis piernas tiritan, me encojo en esa cama blanca hasta que mis ojos escupen agua de mar, ella acaricia mi frente y juega con mi pelo, sé que es una dama porque conozco las caricias de un hombre y no es igual, ella sigue jugando con mi pelo hasta que mi mente se duerme recordando ese perfume de sol y de tarde y de risa.
Despierto y veo en la habitación a una muchacha dormida, está en el sofá de al lado, quito esas mangueritas que colgaban de mis brazos, me pongo en pie y por fin el suelo se enamora de mis pies, doy algunos pasos hasta que mi cuerpo entero se enamora del suelo, la muchacha por el ruido se despierta, me sujeta con la prisa del viento por la tarde, intenta calmarme y llama a alguien, dos señores me suben a la cama para tranquilizarme, veo sombras y demonios y niños que han muerto mucho antes que yo, ratones me tiran tierra y animales extraños crecen desde el suelo amenazándome con sus dietes y sus garras.
-¿Qué es lo que sucede?, pregunto
-¿Qué carajo sucede?
-¡DÍGANME!
Y la voz dulce y suave dice como quien no quiere decir nada:
Sólo estás muriendo, tranquilo que sólo estás muriendo...
miércoles, 12 de octubre de 2011
Papel de regalo
Cuando un gato muere es porque dios se ha cansado de matar hombres.
Sofía se levantó de la cama y caminó en bragas hasta el cuarto de baño donde por fin pudo asearse hasta más no poder, el dentífrico quedó totalmente vacío luego de cepillar sus dientes una y otra y otra y otra vez, recordaba ese falo nauseabundo que tuvo que lamer y tragar, recordaba con los ojos totalmente inundados aquel tenebroso paisaje donde ese hombre que tanto había amado eyaculaba dentro de su boca... matarme pudo ser mejor -pensó.
Al adentrarse en las interminables calles y cubierta con ese inquietante perfume de ciudad, al entrometerse dentro de ese funeral matutino iba olvidándose de ella, iba sociabilizándose con todo eso que detestaba. Se había puesto un vestido floreado que le caía hasta las rodillas, los hombros descubiertos y un ligero escote que los botones no dejaban ver totalmente. Los taxistas avezados le regalaban uno que otro piropo que sobrepasaba los límites para una dama, los trabajadores en la construcción de la calle seis se quitaban los cascos para que ella pasara con la prisa que se debía tener al pasar por ahí.
Dos horas de largo andar realizó hasta que llegó a la plazuela de San Simón, ahí estaba el Café La tour donde cada martes iba por café y tostadas cubiertas con margarina y queso fundido, la recibió el mismo camarero de cada martes, Señorita Sofía buenos días saludó el señor mientras ella se sentaba sin mirarlo. -Quiero un jugo de naranja sin azúcar y un croissant. Extrañado el camarero fue sin demorar más, notó que no era necesario ir más allá con preguntas que ella no iba ni quería contestar tal vez. Seis minutos más tarde llegó lo que la muchacha había pedido para que sobre la mesa adornen la mañana entera sin ser tocados.
El camarero no volvió a preguntar luego de haber interrumpido el silencio de la muchacha unas cinco veces, era mejor para ella estar en su mundo si no quería siquiera terminar su desayuno, sus ojos estaban totalmente idos, su boca entreabierta daba la impresión de que iba a decir algo pero no, no hablaría nada aquella mañana, sus manos sobre la mesa iban de rato en rato a sus cabellos, donde les daba un ligero tirón sacudiendo la cabeza con ese amargo en los labios.
En su mente pasaban los días sin la madre que nunca quiso, con aquel padre que la abrazó en cada momento que ella algo necesitaba, ese mismo padre que el día anterior hizo con su semen de su boca un nido.
Los gritos en la casa
los vasos rotos en la pared
las botellas de whiskey interminables
las gaviotas muertas en la mar
el frío de la ciudad
el novio infiel
la navaja sin filo
las cartas de tía Rosa
la tele inservible
el pan duro de las mañanas
el aborto de su primer embarazo
el aborto de su segundo embarazo
el aborto de su tercer embarazo
el humo del hachís
la dulce cocaína
el verbo impronunciable
el padre que hizo de su vientre un nido...
Sacó de su bolsillo un billete de veinte y lo dejó sobre la mesa levantándose después para caminar de regreso por donde había venido. Su rostro volaba dentro de sí, caminaba sin mirar y chocaba con los transeúntes que se limitaban a pedir disculpas o decirle -espabila muchacha. Llegó al fin a la casa del horror interminable, se adentró en ese conjuro pobre y seco, fue hasta el cuarto donde su padre tantas veces la ofendió y en el cajón donde dormían las medias alguna vez estaba el arma que ella tomó con ambas manos, se dirigió al cuarto en el cual encerraba sus gritos cuando quería olvidarse de todo y donde también ese padre la ofendió, se sentó en la cabecera de la cama y con el arma apuntó su rostro regalándose la más sublime caricia que su cuerpo había recibido jamás...
Miércoles, jueves, y viernes fue cuando llegó el padre luego de haber devorado cuatro botellas de whiskey, gritó el nombre de Sofía unas cuantas veces como para cansarse, primero fue a su habitación y en ella no estaba Sofía, luego fue al cuarto donde pensaba echarse un polvo con ella y encontró, la borrascosa cara manchada con rojo y negro de su hija, el padre se limitó a sonreír y luego de eso, se lanzó en la cama levantándole el vestido y destrozándole las bragas, fue entonces que escribió su último poema, eyaculando tres veces en la muchacha, y cuando todo parecía haberse terminado, penetro la hendidura que hizo la bala y diciendo esto culminó: ¿Por qué los gatos son más dulces que tú?
Dos semanas después el hedor en la calle era intolerable, allanaron los oficiales de la ciudad la casa encontrándose con un cruel espectáculo, la muchacha totalmente mutilada y regada por la habitación, el padre sentado en una esquina miraba como entraban los que le apuntaban con un arma mientras gritaban que levantara las manos, sólo quería envolverla con esto decía, hacía frío y sólo quería cubrirla con esto decía... ¡¿Señor es un arma?! Preguntó el oficial de menor rango, ¡no muchacho!, sólo es papel de regalo, sólo es papel de regalo...
La casa sin gritos
la pared recién pintada
las botellas de whiskey en el bar
la mar y sus gaviotas
la ciudad en verano
el novio intentando llorar
la navaja en el cajón
tía Rosa triste
la tele apagada
las tostadas con margarina y queso fundido
un niño corriendo en el jardín
dos niños jugando en el salón
tres niños mirando el cajón donde Sofía dormía
el humo del incienso canela
la dulce rosa blanca
vivir como verbo
el padre en el cajón de al lado...
Al adentrarse en las interminables calles y cubierta con ese inquietante perfume de ciudad, al entrometerse dentro de ese funeral matutino iba olvidándose de ella, iba sociabilizándose con todo eso que detestaba. Se había puesto un vestido floreado que le caía hasta las rodillas, los hombros descubiertos y un ligero escote que los botones no dejaban ver totalmente. Los taxistas avezados le regalaban uno que otro piropo que sobrepasaba los límites para una dama, los trabajadores en la construcción de la calle seis se quitaban los cascos para que ella pasara con la prisa que se debía tener al pasar por ahí.
Dos horas de largo andar realizó hasta que llegó a la plazuela de San Simón, ahí estaba el Café La tour donde cada martes iba por café y tostadas cubiertas con margarina y queso fundido, la recibió el mismo camarero de cada martes, Señorita Sofía buenos días saludó el señor mientras ella se sentaba sin mirarlo. -Quiero un jugo de naranja sin azúcar y un croissant. Extrañado el camarero fue sin demorar más, notó que no era necesario ir más allá con preguntas que ella no iba ni quería contestar tal vez. Seis minutos más tarde llegó lo que la muchacha había pedido para que sobre la mesa adornen la mañana entera sin ser tocados.
El camarero no volvió a preguntar luego de haber interrumpido el silencio de la muchacha unas cinco veces, era mejor para ella estar en su mundo si no quería siquiera terminar su desayuno, sus ojos estaban totalmente idos, su boca entreabierta daba la impresión de que iba a decir algo pero no, no hablaría nada aquella mañana, sus manos sobre la mesa iban de rato en rato a sus cabellos, donde les daba un ligero tirón sacudiendo la cabeza con ese amargo en los labios.
En su mente pasaban los días sin la madre que nunca quiso, con aquel padre que la abrazó en cada momento que ella algo necesitaba, ese mismo padre que el día anterior hizo con su semen de su boca un nido.
Los gritos en la casa
los vasos rotos en la pared
las botellas de whiskey interminables
las gaviotas muertas en la mar
el frío de la ciudad
el novio infiel
la navaja sin filo
las cartas de tía Rosa
la tele inservible
el pan duro de las mañanas
el aborto de su primer embarazo
el aborto de su segundo embarazo
el aborto de su tercer embarazo
el humo del hachís
la dulce cocaína
el verbo impronunciable
el padre que hizo de su vientre un nido...
Sacó de su bolsillo un billete de veinte y lo dejó sobre la mesa levantándose después para caminar de regreso por donde había venido. Su rostro volaba dentro de sí, caminaba sin mirar y chocaba con los transeúntes que se limitaban a pedir disculpas o decirle -espabila muchacha. Llegó al fin a la casa del horror interminable, se adentró en ese conjuro pobre y seco, fue hasta el cuarto donde su padre tantas veces la ofendió y en el cajón donde dormían las medias alguna vez estaba el arma que ella tomó con ambas manos, se dirigió al cuarto en el cual encerraba sus gritos cuando quería olvidarse de todo y donde también ese padre la ofendió, se sentó en la cabecera de la cama y con el arma apuntó su rostro regalándose la más sublime caricia que su cuerpo había recibido jamás...
Miércoles, jueves, y viernes fue cuando llegó el padre luego de haber devorado cuatro botellas de whiskey, gritó el nombre de Sofía unas cuantas veces como para cansarse, primero fue a su habitación y en ella no estaba Sofía, luego fue al cuarto donde pensaba echarse un polvo con ella y encontró, la borrascosa cara manchada con rojo y negro de su hija, el padre se limitó a sonreír y luego de eso, se lanzó en la cama levantándole el vestido y destrozándole las bragas, fue entonces que escribió su último poema, eyaculando tres veces en la muchacha, y cuando todo parecía haberse terminado, penetro la hendidura que hizo la bala y diciendo esto culminó: ¿Por qué los gatos son más dulces que tú?
Dos semanas después el hedor en la calle era intolerable, allanaron los oficiales de la ciudad la casa encontrándose con un cruel espectáculo, la muchacha totalmente mutilada y regada por la habitación, el padre sentado en una esquina miraba como entraban los que le apuntaban con un arma mientras gritaban que levantara las manos, sólo quería envolverla con esto decía, hacía frío y sólo quería cubrirla con esto decía... ¡¿Señor es un arma?! Preguntó el oficial de menor rango, ¡no muchacho!, sólo es papel de regalo, sólo es papel de regalo...
La casa sin gritos
la pared recién pintada
las botellas de whiskey en el bar
la mar y sus gaviotas
la ciudad en verano
el novio intentando llorar
la navaja en el cajón
tía Rosa triste
la tele apagada
las tostadas con margarina y queso fundido
un niño corriendo en el jardín
dos niños jugando en el salón
tres niños mirando el cajón donde Sofía dormía
el humo del incienso canela
la dulce rosa blanca
vivir como verbo
el padre en el cajón de al lado...
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Las hembras del mal
Nunca fui en nada el mejor, tampoco he sido un gran amante; más de una lo querrá atestiguar...
Nacho Vegas
A una dama que tenía un ojo.
Dentro de una ciudad sin paisaje
donde el agua se olvida de la sed y no acaricia
purpurea herida a mitad de tu rostro
y si fueras al sitio donde dios ardió como esa que se llamaba Juana
sabrías pues, que no se puede respirar cuando de mi aliento renace el azufre.
Son duros cual falos de diablo tus quejidos
haciendo de tu cicatriz la envidia por algo más bello
ay, desdeñosos labios los tuyos y tus piojos
que arañan con sus picos asquerosos mis dudas
ay, escuetos orgasmos los tuyos y tus piojos
que arden en mi pubis maloliente con esa objeción desagradecida mal llamada amor.
Gris reseña que tu tacto remueve, gris como mi boca dentro de tu baja boca.
Renegué cuando de tu alma no toqué
el hueso que en la penumbra se me esfumaba
ay, dios no vea mi alma oscura
ay, dios no niegue mi alma oscura.
¡Sí!, he llegado a la coraza de tu himen.
Ahí parada estabas, desnuda esperando a por mí
me detuve como el mundo ante la fuerza de tu hoyo
y cuando rojas se hicieron mis uñas
parí Leteos dantescos y una abadía fue tu ojo inservible
y en tu ojo inservible mi semen se hizo eterno.
La ciudad abre sus catedrales y de todas ellas niños enardecidos follan
con sus manos tocando lo que vuestra idea consume
y meneando el menudo cuello me hallo
ay de mí si mi dios me ve
ay de ti si tu dios me ve.
Hermosa como la luna muerta en el oscuro jardín
duermes tendida y abierta de piernas
gusanos que me pertenecen hacen de tu exuberante ojo tieso
lugares propicios para mi pulgar.
Decís: Folladme como a una puta porque una puta he sido
folladme con premuras y dolores y ardores pero sin eso
sin eso que todos llaman amor.
A la dama que esperaba en una esquina.
Esperáis,
como los cuervos entre ellos
y cuando de tu mano brota la caricia
es porque la otra es Judas pero ésta
no se colgará del madero con raíz.
Miráis,
la carne que anda y se viste con estropajos
crápulas que adoran de tu cuerpo ese vacío enfermo
que llenarán todos ellos sin cavilar
con eso blanquecino como el alma de un ángel.
Juráis,
que dios perdonará e indultará
al costal roído que encierra tu alma
haciendo una momia de tu cuerpo
tan barnizado con el espesor de mi falo
así hasta que también tú te vistas de ángel.
Ay mujer,
que si tu nombre me dijeras
que si tu nombre me dijeras...
A la dama que conocí en un bar.
Sentada como quien nada espera
humo de tabaco en los cabellos
humo de tabaco en los ojos.
Sepa Usted me dijo
que si a mi lado se sienta
haré de su cabeza una bandeja de plata
-me senté.
Ya para el quinto botellón de tequila
la dama se hizo lumbre y de una esquina
de esa esquina
donde la oscuridad guardaría mil lobos hambrientos
la esquina donde los hombres perecen antes de nacer
justo en esa esquina
donde hay matorrales espesos
jugos densos
justo ahí...
...donde clama con su boca diciendo
-el niño
ay de mí, ay de mí...
Confesé con los ojos la hermosura de aquella muchacha
y ella remetía con los ojos estocadas en mi lomo
sangraba como sangran los hombres en las batallas
así hasta que todo el mundo se hiciera
un loto rojo.
Si me toca Usted...
sí,
justo ahí...
donde los matorrales dejan sus hojas en mi boca ahí
ahí donde su jugo se hace agrio y horrible
ahí donde me ajusto
y cuando por fin entro
es mi falo que deja parte de su vida
con millones de vidas más
-así como si mi alma repitiese
semejándose al niño
ay de mí...
ay de mí...
A la dama muerta en mi cama.
Niña virgen y vulgar
asquerosa y nominal
como la verga de un animal
tan roja y natural.
Recibes
de mi cuerpo
esto que es mi cuerpo
de esta asquerosidad que es mi cuerpo
dice que alma tengo
dice que carne tengo
¡qué asco de mortal!
terrible andar de mi sombra en tu pie
y en mi cama escupes algo como tu sangre
y no es parte de mí
porque dejé ahí dentro
cuando mordías
cuando lamías
cuando sentías
mi eyacular romántico.
Ay de mi cuerpo
este verbo débil que es mi cuerpo
y asqueroso es mi cuerpo
y fracasado
y sombra y alma dice que tengo
ay de mi cuerpo...
Vestida con esa piel amoratada
abrigada con esos raspones de garra
adornada y justificada
porque entre las sábanas blancas te hallas
cuando te veo temblar
cuando veo
y digo:
Qué hermosa es la dama que duerme
entre su sangre y mi vómito
entre mi cerveza que es blanca
y sabe a espuma y baba
y justo ahí...
ahí mismo...
en ese túnel vulgar
mi nombre crece sin amar.
Destrocé
de tu seso su cobertura
y estalló por toda la pared
por todo el piso de parqué
por toda la sala de estar
una viscosa melaza rosa
y la grasa amarillenta y blanquecina
en mis fauces se vertían
lenta como ninguna.
Y de mi cuerpo
de esta atrocidad que es mi cuerpo
de esto que se dice mi cuerpo
que alma asienta que tiene
ay de mi cuerpo que sombra mantiene...
Sí, me quejaba cuando ahí estabas
fría y sola
fría y sola como tu alma entre mis dedos.
A la noche cuando hay hachís para corregir lo incorregible.
jueves, 1 de septiembre de 2011
La flor de la agonía
Da miedo respirar cuando se está bajo el agua.
La flor como espía
padece por culpa de la pupila
y asusta a todo ser que pasa
como una muerte estupenda
como caricia de la monja bajo su enagua.
La flor es una abertura
horrenda como la nada
y cuando por fin la liberamos de su tallo
algo desde el fondo exige su belleza
y dice:
No tomarás lo que no es tuyo sin antes haber muerto.
La flor es un tufo
como vinagre y bilis mezclados con besos
agrios mimos de una boca
y la flor se hace ceniza y ésta se desvanece y dice:
No soy hermosa por placer, es la maldición cuando se proviene de la tierra.
La flor aprecia tu espacio
y lo sentencia hasta que tu ojo se rasgue
llorando cadáveres y lamentos
escupiendo con ese actuar escandaloso todas las vidas.
La flor es una herida
roja y blanca y negra y torpe
divertida como un funeral de verano
que se oferta entre vísceras y matorrales
como su pétalo repugnante
hediondo retal de una humanidad mediocre.
La flor es un pesar que humilla
a la que tal vez se jacte de poseerla
y cuando ya la noche se haga eterna
esputará su sudor y hará del salón
algo que parece esconderse de un cielo
roto y asqueroso a la vez.
lunes, 22 de agosto de 2011
Relato de un viaje eterno
A la lluvia de ayer
cuando provenía de tus ojos.
I
Como una lágrima
derramada está la niña
dentro de un lodo no más mojado que su coño
mira que la desdicha se pinta de mujer
y que nada ya la sumerge en ese estado tan natural.
Los vientos eternos saben a nostalgia
y cuando por fin la mujer se pinta de rojo los labios
una risa brota de su boca
-habrá que besar falos un poco mejor. Pensó.
Diré que la noche dura algunos hombres
y que de ella aprendí a llorar frases oscuras.
-Hey flaca, llamó un tipo de aspecto educado
y ya dentro
luego del pago
luego del sexo oral
luego de un par de movidas más
él la folla como Pierre Woodman a sus muchachas
así, con ese aspecto tan desesperado.
Los vientos eternos saben a sangre
negra como la luna de enero
y en su estímulo más alto
el diablo me besa la cintura,
ahí planta su lengua haciendo de mí una llaga
y despierto por fin
empapado y hundido en ese vetusto colchón marrón.
-Hey flaca, llama otro tipo.
Es regordete y apesta a tabaco
con su cara rechoncha le pide primero darle por el culo
ella acomoda su cosa dentro de una bolsa de papel
él se eleva por nubes y novedades
eyacula segundos después
haciendo de aquel cuarto de hotel un lago de sudor y porquerías.
Los vientos eternos saben a miseria
desde el fondo de una penumbra
cortejando a la risa de Satán
que es una caricia en la bondad del hombre vulgar.
Ella me mira desde abajo
callada ante el poder de mis muslos
y desde la catedral de mi centro algo crece
se hace grande como el dios cristiano
y ella lo adora
y le implora
y le reza
tragando después el vino de millones de vidas antes de ser nada.
-Hey flaca, llamo yo
que pedí su mano hace algunas semanas
aquella noche en la cual la hallé en ese apagado lugar
se me acercó como si no me conociera
había espuma de hachís en sus venas.
-Ámame como anoche dijo la voz de ayer
-¿Y cómo es eso? pregunté.
-Como se aman los gusanos entre ellos,
aún dentro del fango.
Fue entonces que prendí una pipa de hachís
una que trajo ella con las manos
luego otra muchacha me hizo nevar por la nariz
luego otra dama me empujó el opio por los cristales de los ojos
luego otra mujer me cortó de un pinchazo el colchón marrón de mi alma.
Sí, despertar a veces
cuesta tanto como respirar.
II
Yo la conocí la tarde doce de un abril de verano
soleaba y garuaba
ella me miró desde la corona hasta la sombra de los pies
preguntó si gustaba de un café
accedí rápidamente.
Sus manos parecían dos nubes
hermosas como la primavera
y cuando se terminaba el café
me miraba
se reía
y pedía uno más para mañana
como decía entre sollozos de una risa no mayor a nada.
-Tienes dos ojos hermosos susurraba.
Y el silencio era mi mayor compañero.
No recuerdo si mi cama era tan salvaje como ella
ni tampoco el fuego en la cocina.
Sólo recuerdo que tres años después
vestido para la ocasión fui a su casa
y sus padres me dieron el sí...
III
Ella era la mujer
la mujer que mi alma habría odiado como a nadie para mañana
y le hice el amor como cuando se adoran los animales
sintiendo el mayor asco del mundo por la carne después.
Me encerré luego en ese terrible viaje de habitación,
rojo y púrpura
negro y vacío
cuando al eyacular dentro de ella
me despedía de la que habría sido mi mujer
de la que tal vez,
sino fuera por el hoy
habría pintado mi casa con su risa.
-Ámame como ayer dijo su voz cuando el silencio era mi mayor compañero
ella estaba sobre el cielo de aquella cama color sangre
vestida de puta y de zorra y de perra y de mujer...
-Ámame como ayer que el sol está por despertar... Dijo por última vez,
antes de matarla.
Como una lágrima
derramada está la niña
dentro de un lodo no más mojado que su coño
mira que la desdicha se pinta de mujer
y que nada ya la sumerge en ese estado tan natural.
Los vientos eternos saben a nostalgia
y cuando por fin la mujer se pinta de rojo los labios
una risa brota de su boca
-habrá que besar falos un poco mejor. Pensó.
Diré que la noche dura algunos hombres
y que de ella aprendí a llorar frases oscuras.
-Hey flaca, llamó un tipo de aspecto educado
y ya dentro
luego del pago
luego del sexo oral
luego de un par de movidas más
él la folla como Pierre Woodman a sus muchachas
así, con ese aspecto tan desesperado.
Los vientos eternos saben a sangre
negra como la luna de enero
y en su estímulo más alto
el diablo me besa la cintura,
ahí planta su lengua haciendo de mí una llaga
y despierto por fin
empapado y hundido en ese vetusto colchón marrón.
-Hey flaca, llama otro tipo.
Es regordete y apesta a tabaco
con su cara rechoncha le pide primero darle por el culo
ella acomoda su cosa dentro de una bolsa de papel
él se eleva por nubes y novedades
eyacula segundos después
haciendo de aquel cuarto de hotel un lago de sudor y porquerías.
Los vientos eternos saben a miseria
desde el fondo de una penumbra
cortejando a la risa de Satán
que es una caricia en la bondad del hombre vulgar.
Ella me mira desde abajo
callada ante el poder de mis muslos
y desde la catedral de mi centro algo crece
se hace grande como el dios cristiano
y ella lo adora
y le implora
y le reza
tragando después el vino de millones de vidas antes de ser nada.
-Hey flaca, llamo yo
que pedí su mano hace algunas semanas
aquella noche en la cual la hallé en ese apagado lugar
se me acercó como si no me conociera
había espuma de hachís en sus venas.
-Ámame como anoche dijo la voz de ayer
-¿Y cómo es eso? pregunté.
-Como se aman los gusanos entre ellos,
aún dentro del fango.
Fue entonces que prendí una pipa de hachís
una que trajo ella con las manos
luego otra muchacha me hizo nevar por la nariz
luego otra dama me empujó el opio por los cristales de los ojos
luego otra mujer me cortó de un pinchazo el colchón marrón de mi alma.
Sí, despertar a veces
cuesta tanto como respirar.
II
Yo la conocí la tarde doce de un abril de verano
soleaba y garuaba
ella me miró desde la corona hasta la sombra de los pies
preguntó si gustaba de un café
accedí rápidamente.
Sus manos parecían dos nubes
hermosas como la primavera
y cuando se terminaba el café
me miraba
se reía
y pedía uno más para mañana
como decía entre sollozos de una risa no mayor a nada.
-Tienes dos ojos hermosos susurraba.
Y el silencio era mi mayor compañero.
No recuerdo si mi cama era tan salvaje como ella
ni tampoco el fuego en la cocina.
Sólo recuerdo que tres años después
vestido para la ocasión fui a su casa
y sus padres me dieron el sí...
III
Ella era la mujer
la mujer que mi alma habría odiado como a nadie para mañana
y le hice el amor como cuando se adoran los animales
sintiendo el mayor asco del mundo por la carne después.
Me encerré luego en ese terrible viaje de habitación,
rojo y púrpura
negro y vacío
cuando al eyacular dentro de ella
me despedía de la que habría sido mi mujer
de la que tal vez,
sino fuera por el hoy
habría pintado mi casa con su risa.
-Ámame como ayer dijo su voz cuando el silencio era mi mayor compañero
ella estaba sobre el cielo de aquella cama color sangre
vestida de puta y de zorra y de perra y de mujer...
-Ámame como ayer que el sol está por despertar... Dijo por última vez,
antes de matarla.
jueves, 21 de julio de 2011
A ella (Versión para una Muerte)
Porque a dios cuando se le pregunta si el hombre vale la pena, aún, con una tristeza enorme asienta que sí...
A ella
que con su mirada errante
traga del cuervo y del gusano
hambrienta como un indio
y cuando mastica es la tierra la que llora.
A ella
que con la mano abatida acaricia
sujeta un poco de sangre con la punta de la lengua
y cuando ya no hay baba
grita al viento: Que no llore más la tristeza...
A ella
que con la risa torpe aún conquista
anhela frente al puerto un amor y la sal se derrite
desde sus ojos
-así como cuando la vaca agonizando
hasta los pies.
A ella
que con la idea de un fallido romance
empotra una navaja en su mejilla
y en ésta se sumerge un hoyuelo
y cuando por fin me sonríe es la cicatriz la que clama
un transitar tenebroso.
A ella
que no anda porque los pies son heridos
juega con el hocico de un perro a punto de desarmarse
y en su ladrido está el cariño que la mantiene
y en la mordedura tierna y suave
está el saber de que no habrá más vida para más tarde.
A ella
que no suspira con el alma porque casi cuerpo no tiene
doblega las piernas hasta que el suelo se haga un pañuelo
y en su tela se arrugan los huesos
y en sus huesos se detienen las soledades maduras que ya casi se pudren
...y donde caía muerta ya
ahí mismo
la flor de la agonía germinaba.
Sí,
su paz fue tremenda,
como el odio del hombre contra el hombre
y fue lobo de su hermano
y lo devoró como si fuera una jauría
dejando sólo polvo de lo que era carne.
-Muchachito, eres tan guapo como el sol pero la muerte te anda buscando y está muy oscura. Dijo una vieja.
No, no me anda buscando. Sucede que la traigo muerta.
En su rostro una tranquilidad se inquietaba cuando la noche se hizo noche
-negra como el vientre del diablo era la noche.
Y cuando un susurro entre sus oídos resonó
lentamente como un hilo quieto dentro de la habitación cerrada con sangre
(Escalofrío)
El muchachito se estremeció,
sus ideas se hicieron rojas
y sus sombras eran muchas.
(Escalofrío)
Entonces la santa madre habló diciendo:
Odio llevarme a muchachos tan guapos como tú.
-¿Viste vieja? -Ladró el hombrecito antes de estrellarse contra el pavimento-
La traigo muerta...
que con su mirada errante
traga del cuervo y del gusano
hambrienta como un indio
y cuando mastica es la tierra la que llora.
A ella
que con la mano abatida acaricia
sujeta un poco de sangre con la punta de la lengua
y cuando ya no hay baba
grita al viento: Que no llore más la tristeza...
A ella
que con la risa torpe aún conquista
anhela frente al puerto un amor y la sal se derrite
desde sus ojos
-así como cuando la vaca agonizando
hasta los pies.
A ella
que con la idea de un fallido romance
empotra una navaja en su mejilla
y en ésta se sumerge un hoyuelo
y cuando por fin me sonríe es la cicatriz la que clama
un transitar tenebroso.
A ella
que no anda porque los pies son heridos
juega con el hocico de un perro a punto de desarmarse
y en su ladrido está el cariño que la mantiene
y en la mordedura tierna y suave
está el saber de que no habrá más vida para más tarde.
A ella
que no suspira con el alma porque casi cuerpo no tiene
doblega las piernas hasta que el suelo se haga un pañuelo
y en su tela se arrugan los huesos
y en sus huesos se detienen las soledades maduras que ya casi se pudren
...y donde caía muerta ya
ahí mismo
la flor de la agonía germinaba.
Sí,
su paz fue tremenda,
como el odio del hombre contra el hombre
y fue lobo de su hermano
y lo devoró como si fuera una jauría
dejando sólo polvo de lo que era carne.
-Muchachito, eres tan guapo como el sol pero la muerte te anda buscando y está muy oscura. Dijo una vieja.
No, no me anda buscando. Sucede que la traigo muerta.
En su rostro una tranquilidad se inquietaba cuando la noche se hizo noche
-negra como el vientre del diablo era la noche.
Y cuando un susurro entre sus oídos resonó
lentamente como un hilo quieto dentro de la habitación cerrada con sangre
(Escalofrío)
El muchachito se estremeció,
sus ideas se hicieron rojas
y sus sombras eran muchas.
(Escalofrío)
Entonces la santa madre habló diciendo:
Odio llevarme a muchachos tan guapos como tú.
-¿Viste vieja? -Ladró el hombrecito antes de estrellarse contra el pavimento-
La traigo muerta...
domingo, 10 de julio de 2011
Mi padre ha muerto
...Porque si el mundo es redondo no sé qué es ir adelante, andar y andar siempre andando nada más que por andar, no vine a explicar el mundo, sólo vine a tocar...
Palabras en 'No soy de aquí, ni soy de allá'
Facundo Cabral
Facundo Cabral
Mi padre ha muerto,
Facundo ha muerto
medio esqueleto mío está destrozado y hasta se le ve sangrar
el otro medio desteñido de tanta lágrima sólo se limita a suplicar.
Mi hermoso padre Facundo ha muerto
y ha dejado medio vacío al mundo
y el universo se ha detenido entero
y dios ha llorado ángeles mudos.
Mi padre ha muerto,
y el cielo parece una roca
que se hunde en el odio
porque tanto amor por el hombre ¿a dónde quedará?
Mi padre Facundo ha muerto
su cuerpo quedó tendido sobre el suelo que tanto le vio caminar
hermoso porque del miedo jamás probó bocado.
Yo lo conocí,
una tarde de abril cuando parecía que me iba a morir
el cielo era rojo
el mundo era ajeno, angosto, y muy ajeno.
Me abrazó con la voz cuando dijo:
-levántate.
No puedo.
-Dios perdona a este hijo de puta porque no sabe lo que dice.
Yo lo miraba desde abajo, me arrastraba y él parecía un dios.
-Si soy águila fue por amor al gusano. Susurró muy cerca de mi alma cuando no la tenía todavía.
Fue desde entonces que me puse el sol al hombro
y el mundo siempre fue amarillo.
Facundo ha muerto
medio esqueleto mío está destrozado y hasta se le ve sangrar
el otro medio desteñido de tanta lágrima sólo se limita a suplicar.
Mi hermoso padre Facundo ha muerto
y ha dejado medio vacío al mundo
y el universo se ha detenido entero
y dios ha llorado ángeles mudos.
Mi padre ha muerto,
y el cielo parece una roca
que se hunde en el odio
porque tanto amor por el hombre ¿a dónde quedará?
Mi padre Facundo ha muerto
su cuerpo quedó tendido sobre el suelo que tanto le vio caminar
hermoso porque del miedo jamás probó bocado.
Yo lo conocí,
una tarde de abril cuando parecía que me iba a morir
el cielo era rojo
el mundo era ajeno, angosto, y muy ajeno.
Me abrazó con la voz cuando dijo:
-levántate.
No puedo.
-Dios perdona a este hijo de puta porque no sabe lo que dice.
Yo lo miraba desde abajo, me arrastraba y él parecía un dios.
-Si soy águila fue por amor al gusano. Susurró muy cerca de mi alma cuando no la tenía todavía.
Fue desde entonces que me puse el sol al hombro
y el mundo siempre fue amarillo.
A Facundo Cabral, porque los que están, están, nunca se van.
viernes, 10 de junio de 2011
Por un tal Antonin
Es verdad que he muerto, quizá fue porque no cerraron la ventana, y aquí el viento mata.
Me enfurezco como baba en la boca de un loco,
y apesto como en su culo apestan los hedores
y rio como la carne putrefacta
y caigo como las tetas de una puta sobre mi cara.
Me entretengo en mi pubis que es un defecto grotesco
y vomito lo devorado
y orino lo escrito en la biblia
¿y es dios que no existe
o es mi madre que me ha castigado por apuntar a la cruz con mi falo?
En el cristal se dibuja la risa de una muerta
y la lluvia mantiene su forma sobre la tierra
y la masturbación es una idea,
una idea, una idea, la idea...
de un ideal poco horrendo.
Me hago blanco como los ojos de un negro que es vapuleado,
y represento la farsa de la bondad
y juego a ser cicatriz
y perezco dentro de un túnel que se hace con tu mano,
regreso al hueso,
y hago herida con tu boca en mi cráneo.
Sueltan mis garras que son crecientes espinas
y se entierran éstas en la yugular de los poetas
y suspiro que ella jamás regresará con vida
y convengo que lo etéreo es una daga en mis cojones.
Habrás visto demonios tatuados en mi cinto,
con mi esperma uno a uno los tallé sin tu tacto
cuando juraste desvanecerte como al eyacular sobre la alfombra mi semen se desvanece,
y sucia como la madre del impostor Jesucristo caerás
rendida ante la llama de mi pasión por la nada.
Hago ruido,
ruido,
ruido que es una multitud de niños suplicando
ruido que son mujeres desangrándose
ruido como el canto de aquel gesto
que hacías cuando de mi falo brotaba esa bilis espesa y absurda como tu seso.
Lástima damos
entreverados como cadáveres ante el mazo de un nazismo delicado,
y sobresales por las uñas
por la lengua
por ese insípido rubor de tu sudor maloliente.
Haces como si en la habitación yo no existiera
y me gritas
y hay silencio
silencio,
¡silencio!
y caes muerta porque soy hombre y no soporto la voz de una mujer.
Me enfurezco
cuando mi estómago recibe el vacío de la indiferencia
haciendo de mi bulimia una isla
y la cirrosis se desmorona en mi alma-que es un hoyo
y mi falo es una tumba
y mi culo un cementerio ordinario de flores infinitas...
Chillo,
y lloro,
y me tuerzo porque hombres como yo también sufrimos para darnos el lujo de haber vivido.
Gruño
y hay frialdad en este ruin inverno,
tirito como el parqué cuando mi padre hace resonar sus tacones
¿seré hoy su puta?
o tal vez me lastime con esa cuerda que hace de mi piel una pintura de Chaim Soutine,
simulo ser una vaca abierta hacia mis costados
ahorcado con su tenaz delicadeza
rogando termine así con esta súplica de todas las muertes juntas.
Sufro
padezco,
suicidios diarios a causa de una locura que si está
no es más que la nobleza de mi carne hecha con tu línea injustificada de sabiduría.
Soporto divisiones en mi faz
y llorar no es suficiente
y destruirme no es suficiente
y desbaratarme no es suficiente
-¿Qué es la vida?...
-¿Qué es tu vida?...
¡Señor yo soy la vida! respondo,
con nobleza como un caballero,
porque nací de un dios que bebía
porque nací de una madre coja
y cojeo
y me caigo
y me recoges...
Por favor pido, que no lo hagas.
Hay dolores en el mundo como el hambre,
como la vida misma
dolores como cuando la piel se separa de otra piel
y es la carne la que revive
y es mi hueso lo que revive
y es mi fémur y mi costilla y mi escápula los que te claman,
y al hallarme por fin desnudo,
es dios el que tiembla al verme tan hermoso...
Porque la locura es la mayor razón para no estar cuerdo.
y apesto como en su culo apestan los hedores
y rio como la carne putrefacta
y caigo como las tetas de una puta sobre mi cara.
Me entretengo en mi pubis que es un defecto grotesco
y vomito lo devorado
y orino lo escrito en la biblia
¿y es dios que no existe
o es mi madre que me ha castigado por apuntar a la cruz con mi falo?
En el cristal se dibuja la risa de una muerta
y la lluvia mantiene su forma sobre la tierra
y la masturbación es una idea,
una idea, una idea, la idea...
de un ideal poco horrendo.
Me hago blanco como los ojos de un negro que es vapuleado,
y represento la farsa de la bondad
y juego a ser cicatriz
y perezco dentro de un túnel que se hace con tu mano,
regreso al hueso,
y hago herida con tu boca en mi cráneo.
Sueltan mis garras que son crecientes espinas
y se entierran éstas en la yugular de los poetas
y suspiro que ella jamás regresará con vida
y convengo que lo etéreo es una daga en mis cojones.
Habrás visto demonios tatuados en mi cinto,
con mi esperma uno a uno los tallé sin tu tacto
cuando juraste desvanecerte como al eyacular sobre la alfombra mi semen se desvanece,
y sucia como la madre del impostor Jesucristo caerás
rendida ante la llama de mi pasión por la nada.
Hago ruido,
ruido,
ruido que es una multitud de niños suplicando
ruido que son mujeres desangrándose
ruido como el canto de aquel gesto
que hacías cuando de mi falo brotaba esa bilis espesa y absurda como tu seso.
Lástima damos
entreverados como cadáveres ante el mazo de un nazismo delicado,
y sobresales por las uñas
por la lengua
por ese insípido rubor de tu sudor maloliente.
Haces como si en la habitación yo no existiera
y me gritas
y hay silencio
silencio,
¡silencio!
y caes muerta porque soy hombre y no soporto la voz de una mujer.
Me enfurezco
cuando mi estómago recibe el vacío de la indiferencia
haciendo de mi bulimia una isla
y la cirrosis se desmorona en mi alma-que es un hoyo
y mi falo es una tumba
y mi culo un cementerio ordinario de flores infinitas...
Chillo,
y lloro,
y me tuerzo porque hombres como yo también sufrimos para darnos el lujo de haber vivido.
Gruño
y hay frialdad en este ruin inverno,
tirito como el parqué cuando mi padre hace resonar sus tacones
¿seré hoy su puta?
o tal vez me lastime con esa cuerda que hace de mi piel una pintura de Chaim Soutine,
simulo ser una vaca abierta hacia mis costados
ahorcado con su tenaz delicadeza
rogando termine así con esta súplica de todas las muertes juntas.
Sufro
padezco,
suicidios diarios a causa de una locura que si está
no es más que la nobleza de mi carne hecha con tu línea injustificada de sabiduría.
Soporto divisiones en mi faz
y llorar no es suficiente
y destruirme no es suficiente
y desbaratarme no es suficiente
-¿Qué es la vida?...
-¿Qué es tu vida?...
¡Señor yo soy la vida! respondo,
con nobleza como un caballero,
porque nací de un dios que bebía
porque nací de una madre coja
y cojeo
y me caigo
y me recoges...
Por favor pido, que no lo hagas.
Hay dolores en el mundo como el hambre,
como la vida misma
dolores como cuando la piel se separa de otra piel
y es la carne la que revive
y es mi hueso lo que revive
y es mi fémur y mi costilla y mi escápula los que te claman,
y al hallarme por fin desnudo,
es dios el que tiembla al verme tan hermoso...
Porque la locura es la mayor razón para no estar cuerdo.
lunes, 9 de mayo de 2011
La pipa de Noelia
Incendios...
Noelia me extendió su pipa con la mano derecha como suelen hacer las damas. Ella no supo nunca medir la distancia, porque herida estaba por el ruido de cualquier noche. ¡Mujer!, grité, quiero tu boca y no el beso de esa pipa, y se ancló a mi viento breve, tembló como cuando piensa la página en blanco. Hacía un tiempo terrible, llovía a cántaros, hacía frío, había poco hachís. Ella esperaba en la escápula de lo que no descansa.
Pasamos horas sobre el colchón con la boca despierta, yo tenía erecciones dulces y ella se rompía, yo la condenaba a conservar el rostro del ritmo inasible, el gesto de saberla de memoria. Y mi mano, que era una daga reconocía mejor aquel cuerpo que la memoria, le susurraba en las costillas plegarias inigualables, detalles horrorosos, besos exquisitos.
Detente, me decía. Pero yo seguía, detente me pedía, pero yo proseguía, para por favor que me haces daño.
Noelia se levantó sobre la cama, me miró con esos hoyos que solamente ella puede mantener, tanto amor me lastima pronunció, tanto amor me lastima...
Escrito con la lenta Argentina que siempre viaja a prisa.
Pasamos horas sobre el colchón con la boca despierta, yo tenía erecciones dulces y ella se rompía, yo la condenaba a conservar el rostro del ritmo inasible, el gesto de saberla de memoria. Y mi mano, que era una daga reconocía mejor aquel cuerpo que la memoria, le susurraba en las costillas plegarias inigualables, detalles horrorosos, besos exquisitos.
Detente, me decía. Pero yo seguía, detente me pedía, pero yo proseguía, para por favor que me haces daño.
Noelia se levantó sobre la cama, me miró con esos hoyos que solamente ella puede mantener, tanto amor me lastima pronunció, tanto amor me lastima...
Escrito con la lenta Argentina que siempre viaja a prisa.
domingo, 3 de abril de 2011
Un poema para Simona
Ella,
sin tetas sustenta,
una falla,
una llaga,
que resucita,
en su verga, en su erección.
Simona,
que rabona,
traga de aquel tipo,
una forma o dos,
de amarguras distintas.
Ella,
sin alas,
salta desde el quinto balcón,
gritando en su mudo adiós,
el insulto que es la vida,
muerta está,
como sembrada,
entre su sangre y su mierda,
sobre la tierra.
Simona,
ven hasta aquí,
que penetrar en tu ojo quiero,
no una,
sino mil vergas.
Simona,
ven...
y calla aquí...
miércoles, 5 de enero de 2011
Cinco
Has venido vestida de ángel le dije, lo mereces respondió, aunque sabía ya, que al día siguiente, me dejaría otra vez en el infierno.
Cinco la risa desmedida de mi mano,
que no festeja romance, sino piel sobre tu piel.
Cinco la brisa ingenua de tu labio,
que no regresa beso, sino lengua sobre mi lengua.
Cinco por la nostalgia de querer ya no querer más, de sufrir sin reír, de llorar sin masticar proverbio, porque no habrá noche luego del mañana, y mañana no seré yo quien te llame, desde la puerta más rota del mundo, a tu cama. Cinco por la melancolía del vino, que regresa desde la vena a la pena, que retorna, y olvida así el camino del paso a paso.
Cinco la lenta broma de tu romance,
que no rompe armonía, sino semejanza entre lo dulce y la sal.
Cinco el terco te quiero de mi agonía,
que no recito en prosa, sino desde tu pelo enmarañado en la mar.
Cinco por el beso de otro, con el regresaré ya mismo contigo, y marchará mi amor mañana, desde la plaza hasta tu casa, cinco por el ajetreo de tu cintura en mis manos, por las blancas damas adornadas por la lluvia, que no eran sino dedos en tus palmas, de rosales celestiales. Cinco porque no hay segunda sin primera, ni verbena sin tinto. Cinco porque aprendiste a regresar sin ti, y a marcharte conmigo, así me dejaras, en el peor de los olvidos.
Cinco el abrumador miedo de la incertidumbre,
que no bebe conmigo, sino con el hablar del viento en tu ventana.
Cinco el humo de tu cortina divorciada del mundo,
que no existe ni gira, sino lo inventamos uno a uno.
Cinco el retal de una llama que se apaga, que se prende, que se esfuma, que se enciende, que se adormece, ¡y brilla!, cinco desde el monumental gesto de tu pecho a pecho, que en mis manos callan su movimiento, mientras abotono tu saco de seda bajo un lluvioso día de enero, y tu risa se hace un espejo de gozo y dicha, dentro de mis ojos profundos.
A Cambalache, for sentimental reasons.
Nota del autor: Rogaré desde ya, el bienestar en tu hogar, porque no tenemos que llorar cuando hay tanto para reír, porque no debe importar, la vida con su arrogancia. Pediré, desde ya pediré, que tu boca sea de feliz fresa, que tus ojos no lluevan sino de alegría, que haya siempre, años largos que se esfumen veloces; con tinto, con hachís, contigo y sin mí. Señorita, la vida es demasiado importante como para tomársela enserio.
A Cambalache, for sentimental reasons, again...
que no festeja romance, sino piel sobre tu piel.
Cinco la brisa ingenua de tu labio,
que no regresa beso, sino lengua sobre mi lengua.
Cinco por la nostalgia de querer ya no querer más, de sufrir sin reír, de llorar sin masticar proverbio, porque no habrá noche luego del mañana, y mañana no seré yo quien te llame, desde la puerta más rota del mundo, a tu cama. Cinco por la melancolía del vino, que regresa desde la vena a la pena, que retorna, y olvida así el camino del paso a paso.
Cinco la lenta broma de tu romance,
que no rompe armonía, sino semejanza entre lo dulce y la sal.
Cinco el terco te quiero de mi agonía,
que no recito en prosa, sino desde tu pelo enmarañado en la mar.
Cinco por el beso de otro, con el regresaré ya mismo contigo, y marchará mi amor mañana, desde la plaza hasta tu casa, cinco por el ajetreo de tu cintura en mis manos, por las blancas damas adornadas por la lluvia, que no eran sino dedos en tus palmas, de rosales celestiales. Cinco porque no hay segunda sin primera, ni verbena sin tinto. Cinco porque aprendiste a regresar sin ti, y a marcharte conmigo, así me dejaras, en el peor de los olvidos.
Cinco el abrumador miedo de la incertidumbre,
que no bebe conmigo, sino con el hablar del viento en tu ventana.
Cinco el humo de tu cortina divorciada del mundo,
que no existe ni gira, sino lo inventamos uno a uno.
Cinco el retal de una llama que se apaga, que se prende, que se esfuma, que se enciende, que se adormece, ¡y brilla!, cinco desde el monumental gesto de tu pecho a pecho, que en mis manos callan su movimiento, mientras abotono tu saco de seda bajo un lluvioso día de enero, y tu risa se hace un espejo de gozo y dicha, dentro de mis ojos profundos.
A Cambalache, for sentimental reasons.
Nota del autor: Rogaré desde ya, el bienestar en tu hogar, porque no tenemos que llorar cuando hay tanto para reír, porque no debe importar, la vida con su arrogancia. Pediré, desde ya pediré, que tu boca sea de feliz fresa, que tus ojos no lluevan sino de alegría, que haya siempre, años largos que se esfumen veloces; con tinto, con hachís, contigo y sin mí. Señorita, la vida es demasiado importante como para tomársela enserio.
A Cambalache, for sentimental reasons, again...
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