martes, 13 de abril de 2010

Parece invierno


L
a noche de frío se va llenando como dedos sobre el cadáver, como manto manchado de sangre sobre la piel de un hombre que agoniza. Parece invierno, parece eterno, perece un ciervo, merece un tiempo. Las noches van olvidando su calor como risas sobre el cadáver, como papeles secos sobre la cara de un ser que muere. Parece invierno, parece eterno.

No tengo más que dos cosas: La risa pobre de la melancolía y tus tetas, que también son dos. Como tus dientes que cayeron en las peores guerras. No tengo más que dos cosas: La prisa inerte de mi mano hacia la agonía y tus ojos, que también son dos. Como tus dedos que murieron en las peores batallas. Parece invierno, parece eterno.

La noche de nieve se va llenando como esperma sobre el cadáver, como soga sobre el cuello rojo del hombre que se mece y agoniza. Parece invierno, parece eterno, perece un ciervo, merece un tiempo. Las noches van dejando su temor de calor como en la llanura también se deja al cadáver, como hojas secas sobre la acera pobre de carbón. Parece invierno, parece eterno.

No tengo más que dos cosas: La magia de tu sexo y tus piernas, que también son dos. Como penas que ganaste en las peores vidas. No tengo más que dos cosas: Mi tan mediocre existencia y tus labios, que también son dos. Como frutas que cayeron de tu vientre y ahí se pudrieron. Parece invierno, parece eterno.

La noche su temor va olvidando como ríos que arrastran al cadáver, como lecho impuro del hombre que sufre y agoniza. Parece invierno, parece eterno, perece un ciervo, merece un tiempo. Las noches van tomando su color azul oscuro como también se ha pintado al cadáver, como grietas sobre la roca pobre de dureza se ha roto. Parece invierno, parece eterno.

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