Imagen tomada de sinpenanigloria.wordpress.com
La parte más trágica se dio a conocer un día después. Cuando en los periódicos se pudo ver la viva imagen de un monstruo, un ser totalmente irreconocible, la hermosa Cristina había sido brutalmente asesinada y antes de culminar dicho acto había sido desollada en vida. Nadie sabía el paradero del aberrante y despreciable ser que había consumado el acto. Cristina decía en la puerta, Cristina la estrella, Cristina en la puerta y tocó dos veces. Se abrió y nadie vino a atender. Él se adentró lentamente y vio como la dulce dama se iba poniendo las nuevas bragas a mostrar, miraba su figura en el amplio espejo, unas bragas blancas y con las tetas al aire, se pintaba los labios luego con un rojo tan profundo que en la mente del hombre que la miraba desde atrás se dibujaron las peores cosas de la humanidad y, un segundo le bastó arrancarle el conocimiento tras un golpe en la nuca, ella cayó como un ángel, se estrelló en el piso y quedaron sobre ella esas dos hermosas tetas. Él empezó a morder los pezones que luego arrancó de su carne como botones de una prenda de piel, y sacó después una navaja del bolsillo izquierdo que en su elegante traje guardaba, y cortó a la altura del cuello muy delicadamente dos veces, luego con una mano separaba la piel de la carne, tan bien entrenado, tan bien instruido, le quitaba la piel como se quita la piel a un borrego. Ella no gritaba, siquiera podía entender lo que había pasado. En su letargo comprendió que el frío era sumamente aterrador, terriblemente doloroso y él, al ver tan puro sexo abierto de par en par se sumergió en el como una estocada salvaje, y luego de ver como la sangre salía de esa parte virginal se lamentó, a muerte se lamentó y, tras un leve segundo de cavilar sonrió. Minuto siete, y miraba como ella temblaba sin parar, minuto ocho y ella a penas podía respirar, minuto nueve y desde la puerta le decía adiós con las manos hasta que esta se cerró.
¡La han matado!, ¡LA HAN MATADO! se escuchó en el eco sagrado de la habitación y en el Gran Salón.
Cristina dame un beso, y ella lo hizo, Cristina lame aquí, y ella lo hizo, Cristina de esa manera no, debes caminar muy suavemente, debes moverte como una puta, mírame, ¿ves?, así debes caminar, así debes mirar al público. Sí mi amor, y dejaba ella el guión sobre la cama y empezaba a ponerse otras bragas. Cristina, necesito hacerte el amor, y es que de verdad aprendí a amarte. No, aún no es el momento. Cristina, yo... ¡NO!, primero debo hacer este papel. Y Cristina le besó, y él, miraba como se iba hasta la puerta, abría y se marchaba. Y entraba ella instantes después con lágrimas en los ojos, ¿Cómo quedó?, hermoso, ¡hermoso! decía él. Amor, este será el papel más importante de mi vida, amor, este será la entrada al paraíso del teatro. Mi amor, si lo hago mal... No te preocupes Cristina, de una manera u otra, te asesinaré antes de que la obra termine. Ella sonrió porque no era la primera vez que él le bromeaba con la muerte, Cristina, de una manera u otra, te asesinaré. ¿Y por qué lo harías?, porque necesito ver tu desnudez... Ya me has visto desnuda muchas veces, sí... pero no en todo tu esplendor.
Este teatro de letras me fascina
ResponderEliminarUn abrazo
BB
BB, Gracias por haber entrado a este pequeño cuchitril de letras inalcanzables, quizá.
ResponderEliminarUn saludo cordial.
me gusta, me gusta.
ResponderEliminarSilvi
Silvi, a la distancia un poco lejana. Me agrada que te guste, pero más me gusta los bares de Argentina. Como no te imaginas.
ResponderEliminarUn abrazo.