miércoles, 22 de abril de 2009

Veintidós (Instante uno)

Imagen de Mondragón (Partes & formas)
"Caricia de un tango"-Ciudad paraíso.
Photo © 2009Mondragón de Malatesta


Ella amanece en mi piel cada vez que el sol se me esconde entre las nubes de sus pechos y como el hueso roto se siente en las profundidades de mi existencia.
Ella se prende como pipa antigua, como madera seca. Estela de luz que se apaga y protege en mis manos de caliza púrpura.
Ella sube entre la maleza y se muestra sobre el árbol más alto para caer como pluma sobre mi cama cuarteada.
Ella se mueve como un pez sobre la tierra mojada, el aire fresco la sofoca si los besos nacen luego.

La conocí por que el destino (si existe) es caprichoso. Nos encontramos por que jamás teníamos que cruzarnos. Quizá. -Dijo el gato.

Ella es fiesta si los días no existen, un girasol sobre la luna de mármol marrón.
Ella se pinta en mis labios como el canto mudo de un grito llamado caricia. Café quemado el gesto que sus ojos me permiten ver. Ella desaparece como estrella que no está quieta.

La besé por que el destino (si existe) es un vino. Me besó por que jamás tenía que mirarme. Quizá. -Dijo el gato.

Ella se oculta al viento si su piel escapa un poco, Eva de mi costado, de mi costilla de barro blanco.
Crece como viento que viene del sur, se va como gaviota de polvo gris, dejando la arena que lamía sus pies. Posa en mis ramas de enmarañado pelaje negro y se extiende.

La amé por que el destino (si existe) ya pasó. Me amó por que jamás tenía que tocarme. Quizá. -Dijo el gato.

Ella suena como el tango si se deja escuchar. Se pinta como el plomo sobre papel de plata quemada si mis manos rozan su cuello de blanca y emocionada piel. Y ríe.
Ella se escribe sobre mi hiel si sus besos dibujan en mis labios parte de un latido o dos.

La amo por que ya no tengo destino (si existe). Me ama por que ya me había conocido. Aquí no. -Dijo el gato.

Ella cae como gota de olivo sobre la dulce espina de la Maja vestida y me da de beber.
Ella se deja caer y ya vestida de piel ofende a la misma dama desnuda. Lienzo puro si sus ropas se muestran por los dulces trazos de mi tacto inquieto.
Ella se ve al amanecer y no es el sol si adivinar se quiere. Estepa su vientre callado de momentos verdes como esmeraldas en mi boca. El límite, sus pechos de cuarzo rosado.

Ella nació un día que Dios estuvo enfermo, grave. Y a veces sucede que se cansa de ser hombre. Es ahí, que decide amarme...

(Finalizo con un toque casi mágico de Vallejo y Neruda. Por que cada momento es tinto y ella en mi mente se dibuja desnuda)

A Cambalache, for sentimental reasons.

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