Imagen de un lugar no encontrado.
Invierno. Cuarto mes del ochentaidós. viernes seis treintaidós de la tarde. En algún lugar de la pesadilla de "el hombre mujer".
El viento negro de la pesadilla se metía en cada esquina de los tímidos huesos de Marlen, ella que jamás supo nada.
El miedo corría por las rajadas venas de aquella mujer, y su mercería negra prendía cualquier deseo, por mas muerto que éste se encuentre.
Sus pechos-dos se movían al compás de ninguna melodía, y se estremecía su cuerpo entero al imaginarse muerta.
El rojo humedecía la alfombra gris de la abuela y sus gritos asustaban a la misma luna llena.
El viento negro subía por sus piernas rotas, mientras los ojos de "el hombre mujer" comían toda imagen desesperada finalizándola en un orgasmo.
Marlen dormía sobre el parqué de la sala cada vez que había lluvia.
Marlen jugaba desnuda en el patio cada vez que el sol se marchaba.
Marlen asesinaba a las palomas que atrapó horas antes de acostarse.
El frío seco tiritaba en los cabellos, en sus dientes amarillos. En su despeinado y mal cortado cabello.
-"Ya no sé..." decía ella luego de beber la sangre que recogía de sus manos.
-"Si la vida es esa dama con falo..." decía nuevamente después de quitarse la mercería negra y dejándose en la cama.
-"Quiero ser una paloma entonces... y morir luego" decía al final de ese absurdo fluido azul.
Caen tres de sus dientes y el sabor a rojo es cruel. Peinada por esas toscas manos.
Un espejo, sangre seca en su nariz y él-ella le dice: "Sóis hermosa".
Sus ojos pintados con el verde-morado de sus golpes hacían juego con el sabor a vino de sus besos.
Rita despierta en el frío piso de la calle y la cabeza parece explotarle.
Se levanta, ajusta sus pocas prendas, prende un cigarrillo a punto de finalizar que encontró por ahí; fuma, respira, atrae.
Rita camina con un pie vestido y el otro desnudo, la nieve quema sus huellas y la sangre corre desde sus sienes hasta sus delgados labios. Toca su falo, sonríe, se tira en el jardín de una vieja casa blanca, ajusta sus prendas un poco más, suspira, distrae...
Marlen rompe el cristal que la reflejaba, corta su palma y escribe algo en la pared.
-"¡O Satan, prends pitie de ma longue misere!"
"El hombre mujer" acuña la sonrisa de Marlen en la pared de una caricia, ella sangra y el aroma a rojo tan familiar entra en su garganta. Mira por un ojo, respira por la boca, sus mojados y rojos pies se mueven como si estuvieran alegres.
-"Sóis aún más hermosa" susurra él-ella al momento que le corta los cabellos con esas toscas manos. Ella siente que separan la piel de su cráneo de un tajo, y sonríe.
Marlen sube a rastras por la escalera de plata, se deja caer sobre él-ella.
El fluido azul se mezcla con el rojo de su boca y se percibe el pecado en cada esquina de los tímidos huesos de esa desgraciada mujer feliz.
Al finalizar todo acto él-ella prendía su shisha y el olor a tabaco con miel se extendía por toda la habitación sin ventanas.
Ella tomaba el tubo negro e ingería ese humo maravilloso, él-ella suspiraba en silencio y la mataba
El viento negro de la pesadilla se metía en cada esquina de los tímidos huesos de Marlen, ella que jamás supo nada.
El miedo corría por las rajadas venas de aquella mujer, y su mercería negra prendía cualquier deseo, por mas muerto que éste se encuentre.
Sus pechos-dos se movían al compás de ninguna melodía, y se estremecía su cuerpo entero al imaginarse muerta.
El rojo humedecía la alfombra gris de la abuela y sus gritos asustaban a la misma luna llena.
El viento negro subía por sus piernas rotas, mientras los ojos de "el hombre mujer" comían toda imagen desesperada finalizándola en un orgasmo.
Marlen dormía sobre el parqué de la sala cada vez que había lluvia.
Marlen jugaba desnuda en el patio cada vez que el sol se marchaba.
Marlen asesinaba a las palomas que atrapó horas antes de acostarse.
El frío seco tiritaba en los cabellos, en sus dientes amarillos. En su despeinado y mal cortado cabello.
-"Ya no sé..." decía ella luego de beber la sangre que recogía de sus manos.
-"Si la vida es esa dama con falo..." decía nuevamente después de quitarse la mercería negra y dejándose en la cama.
-"Quiero ser una paloma entonces... y morir luego" decía al final de ese absurdo fluido azul.
Caen tres de sus dientes y el sabor a rojo es cruel. Peinada por esas toscas manos.
Un espejo, sangre seca en su nariz y él-ella le dice: "Sóis hermosa".
Sus ojos pintados con el verde-morado de sus golpes hacían juego con el sabor a vino de sus besos.
Rita despierta en el frío piso de la calle y la cabeza parece explotarle.
Se levanta, ajusta sus pocas prendas, prende un cigarrillo a punto de finalizar que encontró por ahí; fuma, respira, atrae.
Rita camina con un pie vestido y el otro desnudo, la nieve quema sus huellas y la sangre corre desde sus sienes hasta sus delgados labios. Toca su falo, sonríe, se tira en el jardín de una vieja casa blanca, ajusta sus prendas un poco más, suspira, distrae...
Marlen rompe el cristal que la reflejaba, corta su palma y escribe algo en la pared.
-"¡O Satan, prends pitie de ma longue misere!"
"El hombre mujer" acuña la sonrisa de Marlen en la pared de una caricia, ella sangra y el aroma a rojo tan familiar entra en su garganta. Mira por un ojo, respira por la boca, sus mojados y rojos pies se mueven como si estuvieran alegres.
-"Sóis aún más hermosa" susurra él-ella al momento que le corta los cabellos con esas toscas manos. Ella siente que separan la piel de su cráneo de un tajo, y sonríe.
Marlen sube a rastras por la escalera de plata, se deja caer sobre él-ella.
El fluido azul se mezcla con el rojo de su boca y se percibe el pecado en cada esquina de los tímidos huesos de esa desgraciada mujer feliz.
Al finalizar todo acto él-ella prendía su shisha y el olor a tabaco con miel se extendía por toda la habitación sin ventanas.
Ella tomaba el tubo negro e ingería ese humo maravilloso, él-ella suspiraba en silencio y la mataba
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