domingo, 19 de abril de 2009

La mujer del inventor



Imagen de www.pixelicia.com

María quizá fue su nombre...
Se pintó la piel para confundirse con el maquillaje que el padre otorga.
Sus ojos se pintan con púrpura y dolor, quizá con amor.
El padre se levanta maravilloso y ella se estrella contra el cielo, es decir, el suelo.
Sus rodillas se doblan para rendir adoración, el padre extiende con su mano izquierda el espiritú santo y ella bebe la bendición del consumado acto.
La unión del ser y la que no era.

Día uno: María se mueve entre los ángeles y muestra su amor de madre.
Día dos: Los ángeles y la polución.
Día tres: El padre otorga un nuevo mandamiendo. "Comeréis de mi mano"
Día cuantro: Ella recoge las migajas de aquellas manos benditas, esas que caen desde la boca del padre.
Día cuatro: María siente un pedazo del milagro del padre entre sus piernas y disfruta de dolor.
Día cinco: El padre maquilla más a esa dama de humilde piel.
Día seis: Las trompetas resuenan en el eco de una vieja garganta.
Día siete: El padre anuncia a su puta favorita como madre univesal.

María quizá fue su nombre...
Se pintó la piel para evadir esos retoques que el padre le regalaba cada vez que ella pretendía responder. Los retoques púrpura que se pintaba sobre su piel.
El padre se levanta único, toma el poder con su mano izquierda y purifica el vientre maltratado por las olas de fluído celeste a la elegida virgen.
El padre se manifiesta hermoso, mientras el regalo celestial entra en la arañada garganta y se propaga por sus pechos rotos.
María quizá fue su nombre, la virgen morena, la patrona del mal...
Mi puta favorita.

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