domingo, 28 de junio de 2009

Detalles infinitos


"Porque mi existencia es tuya, si existo".
Ladró Dios.

Sobre el campo se viste de mujer un vestido verde, un pequeño vestido verde. Tú, niña de ojitos como la golondrina, que vuelan y difícilmente posan, me detienen un momento.

Te imagino más tarde como la cebada, como la lluvia que cae, como un retazo de nube antes de soltar un grito, un chispazo. Así te imagino, porque no tengo más detalles que ofrecerte que mi sangre en mi interior, mis besos de esta boca que ya no es mía, las caricias de tus costillas en mi costado, quizá, tú seas mi ángel de la muerte, mi ataúd de cristal, algo que va más allá de la imaginación. La princesa de mis pesadillas.

Te he quitado el pasto que se define como tu piel, te he quitado el brote de algo maravilloso, algo que comparado al orgasmo, resulta infinitamente más grande. Tú, señorita de vientre definido, de curvas directas y mirada oscura como la noche, que por un momento se muestra y luego se aleja, me has enseñado lo que este mundo no tiene, lo que le falta quizá, tu sonrisa como el mágico instante de mi purificación al sentirme muerto.

Te he seguido desde un futuro no mayor a un gesto triste, como un vaso vacío envuelto en un aroma de vino blanco y que derrota mi lengua. Tú, mujer de mirada como la mar más profunda, me asesinas y te vas, como si la vida ya no simbolizara nada.

¿Es acaso el momento de tu piel que sangra una fruta que ha caído desde un rama no más grande que el centeno?

Sobre la mar se viste de mujer un vestido azul, un pequeño vestido azul. Tú, que ya no sabes si respiras sola o lo haces por mí. Son quizá mis besos regados sobre tu lengua el resultado de un detalle mayor al último número; como el ron en la boca del alcohólico, como sangre en los pies del homicida, como tú sobre mis manos inquietas.

Te extraño más tarde como el niño a su madre muerta, como si el sol cayera sobre mí y se derrumbe la humanidad, así te extraño.

¿Acaso tus uñas que sobresalen de mi cuello me las pusiste tú aquella mañana de Marzo en la que me pediste amor?

Sobre el cielo se viste de mujer un vestido negro, un pequeño vestido negro. Y resulta que se define directamente con tus caderas, como el brazo de un Júpiter diurno, tal vez como una Venus luego de haber sido perfectamente dibujada por un niño ciego, es decir, por mí.

Dedicado al Tango mejor entonado del mundo. Por ser canción, por ser un infinito detalle, un corazón con los ojos de un cielo roto, un hermoso cielo roto...

3 comentarios:

  1. No te detengas ..sigue,sigue.....sigue escribiendo.

    Silvi

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  2. Amor... Dulce definición de la vida que hoy en día tengo. Seguiré leyendo lo que en tu espacio guardas. Gracias por la visita.

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