martes, 5 de mayo de 2009

Tengo una novia que regala besos


La rubia melena de mi leona perfecta, la dama pintada por las manos de un comediante cualquiera.
Tenía más nombres que un Picasso y un Diego Rivera juntos.
No le hicieron una casa azul como a Frida, tampoco se derretía como el tiempo en las pinturas de Dalí. Traía dos tetas perfectas, seis dientes y los pies desnudos.
Cada tarde se dejaba ver por el sol para que éste dore sus cabellos un poco más.
La novia que nadie podría tener, la niña mujer que motiva la desnudez sobre un libro viejo.
Su cabello en estado salvaje derretía el semen de los viejos del pueblo, la novia que nadie quería tener, quizá una noche, o dos, tal vez tres por ser romántico, más de ahí, no.
Ella comía de la boca de cualquiera, reía como gaviota que escapa a las olas, la dama de todos, mi novia.
Unos dicen que llegó de Francia, otros cuentan que vino del norte, solamente yo sé que escapó de un lugar lejano para ser la princesa de todos los hombres burdos.
Era la Maja puta de los burdeles de bajo precio; los palacios de cristal de los pobres, mi novia.
Bebía vino blanco de la boca de cualquiera, luego me miraba y tocando sus tetas me incitaba.
Una balada casada con otro portero, quizá con el cartero que jamás trajo nada, dos gestos cuando alguien la sacaba a bailar para luego regalarle dos caricias, una por ojo.
Perinet sobre sus piernas si alguien quería contarle los pasos desde el vientre hasta los callos de sus pequeños pies, para luego estrellar en su boca ese extraño vino blanco con sabor a hombre.
Era la tristeza de los caballos rotos, la guerra que jamás empieza, una maldita huella en el mundo rosado. Quizá una mancha en la cama de la virginidad. Mi novia.

No creía que algo superior sopló su existencia, jamás visitó una casa para pecadores. Decía que más puta era "D"ios por que cobraba más que cualquiera. Luego reía dos veces.
Desde el cristal la miré mil veces y mil veces me regaló migajas que luego yo recogí desde su boca, ese sabor a hombre que se confundía con el vino blanco me destrozaba el alma y jamás le desprecié nada. La amaba como a nadie jamás adoré, tal vez...
Mi novia...

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